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Felicidad en el sur

BRISTOL -- Describe una cualidad innata que hace a ciertos jugadores reaccionar en momentos de presión y subir su nivel de juego. Roger Staubach la tenía, también Joe Montana y John Elway. La palabra que usan en Inglés es "it". En Español podríamos usar "algo", o "un no sé qué". Pero, ¿por qué tratar de describir lo indescriptible, o tratar de explicar lo que no tiene explicación? Para este tipo de jugadores no existe un déficit inalcanzable ni situaciones desesperadas. Vince Young tiene ese "no sé qué".

Tuve el privilegio de ver jugar a Vince Young en persona con la Universidad de Texas. Nuestra familia tiene boletos para los juegos de los Cuernos Largos, y en 2003 vimos el inicio de la continuación de la leyenda de Vince Young. Digo continuación, porque el comienzo se dio en la Madison High School de Houston, Texas, en donde Vince acumuló 7,624 yardas totales, incluyendo 3,819 y 59 TDs en su último año. La siguiente etapa fue en Texas donde hilvanó una racha de 20 partidos invictos incluyendo una victoria épica en el Tazón de las Rosas cuando logró 467 yardas personalmente ante un equipo de USC con una ofensiva que incluía a Matt Leinart, Reggie Bush y LenDale White. El sentimiento en las tribunas entre los aficionados de Texas, aún cuando existían desventajas considerables, era que Vince Young sacaría adelante el partido, hecho que de una forma u otra se realizaba.

La magia empieza a tomar forma en la NFL.

Antes del draft, distinguidos analistas de ESPN como Ron Jaworski y Merrill Hoge, criticaban el estilo de juego de Vince Young. Analizando ciertos partidos escogían jugadas en las que Vince había cometido errores. Dado que yo vi todos esos juegos, me sorprendía que no incluyeran jugadas, de los mismos partidos, en donde Vince tomaba buenas decisiones o usaba su gran talento para sacarse una victoria de la manga. Argumentaban que no tenía buena técnica para lanzar, y que no estaba en el nivel de Michael Vick corriendo con el balón.

En realidad, tenían razón. Vince Young no es un pasador puro. Este año completa solamente el 51.7 por ciento de sus pases, tiene más intercepciones que TDs (10/11) y su índice de pasador es el penúltimo en la NFL. Sólo Andrew Walter, de Oakland, tiene uno más bajo. Lo que no se puede medir es ese "no sé qué". Vince Young tiene 4 victorias en los últimos seis partidos, y ha remontado marcadores adversos en tres semanas consecutivas.

Hay jugadores que nacieron para jugar fútbol americano y cuya presencia eleva el rendimiento de sus compañeros. Si no, ¿cómo explicar el fenómeno de Vince Young? Ganó en preparatoria, ganó en la universidad y ahora empieza a ganar en el nivel profesional, y es apenas un novato. Esto es algo que constantemente subestiman los expertos antes del draft universitario.

En Texas, Vince Young mejoró su rendimiento en todos y cada uno de sus años al frente de la ofensiva. ¿Qué podremos esperar tan pronto madure como QB, aprenda a diagnosticar mejor a las defensivas rivales y lo rodeen de mejor talento?

EL DISCÍPULO SUPERÓ AL MAESTRO

Otro detalle digno de mención del domingo pasado fue el desempeño de Nueva Orleans contra Dallas y no sólo en el caso de Sean Payton. Aquí el discípulo supero al maestro, algo que seguido ocurre en la NFL cuando entrenadores que salen de un equipo y lo enfrentan el siguiente año. El mejor ejemplo de esto lo tuvimos cuando Jon Gruden enfrentó a Oakland en el Super Bowl XXXVII, y este año con las victorias de los Jets frente a Nueva Inglaterra y de Green Bay contra San Francisco.

Payton conocía a los once titulares de la defensiva de Dallas. Sabía sus puntos fuertes y sus debilidades y cómo atacar el esquema de Mike Zimmer, coordinador defensivo de Dallas. En particular, Payton hizo trizas a Roy Williams tanto en el juego por tierra, como en los pases de pantalla y trayectorias por el centro. El buen Roy jugó como si estuviera perdido en el partido... porque lo estaba.

El plan ofensivo fue magistral. Empezaron utilizando a Mike Karney quien anotó tres veces a pesar de no haberlo hecho a lo largo de la temporada. Cuando Dallas compensó por Karney empezaron a lanzar por el centro del terreno. Tan pronto Dallas cubrió estas trayectorias usaron pases laterales con Reggie Bush, y cuando los Vaqueros marcaron a Bush, Drew Brees explotó las trayectorias profundas. En realidad Sean Payton estaba un paso adelante de Zimmer.

El desempeño de Drew Brees fue espectacular y, como dijo Bill Parcells, es él quien hace funcionar esta ofensiva que tiene todas las dimensiones posibles. Pueden lanzar corto con Bush, Karney y las alas cerradas. Tienen receptores corpulentos y veloces que no tienen miedo de correr por el centro de la defensiva. Corren con poder para conseguir las yardas difíciles y controlar el tiempo de posesión, y recientemente con velocidad usando a Reggie Bush. Pero nada de esto funcionaría sin la línea ofensiva.

Si Sean Payton es el entrenador del año, Doug Marrone se lleva el reconocimiento como el mejor asistente de la NFL. Al principio de la temporada, muchos, incluyendo el que esto escribe, le dábamos pocas posibilidades a este equipo por las dudas que había en la línea ofensiva. Cinco jugadores estarían en posiciones nuevas: Jammal Brown que cambiaba de tackle derecho a izquierdo; Jon Stinchcomb quien nunca había sido titular sería el tackle derecho; Jamar Nesbit, un suplente perenne estaría como guardia izquierdo, y un novato, Jhari Evans sería el guardia derecho. No tenían un centro de calidad por lo que hicieron un canje por Jeff Faine con Cleveland. Faine era un jugador sólido quien seguido se lastimaba. Esta unidad se ha convertido posiblemente en la mejor línea ofensiva de la NFL. Han permitido sólo 15 capturas del pasador más prolífico de la liga, y abren huecos para un rejuvenecido Deuce McAllister quien promedia 4.5 yardas por acarreo. Conjuntar a una línea ofensiva es complicado. El haberlo hecho a tiempo a partir de la pretemporada y rendir como lo están haciendo es un gran logro.

El entrenador de esta unidad es Marrone, cuyo título es también el de coordinador ofensivo aunque no escoge las jugadas durante los partidos. Un ejemplo de su valía se dio el domingo contra Dallas. Este partido no comenzó bien para la ofensiva de Nueva Orleans. Drew Brees estuvo bajo presión en sus dos primeras series y se vieron forzados a despejar. Los ajustes en el esquema de protección de Marrone le permitieron a Drew Brees tener el tiempo suficiente para encontrar a sus receptores. En realidad, después de esa segunda serie ofensiva, Brees ya no tuvo presión y el resto fue historia.

El futuro es brillante para Tennessee y Nueva Orleans, por lo que hay felicidad en el sur de los Estados Unidos.