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Más que promesa, una realidad

BUENOS AIRES -- La cara todavía lo delata. Es un pibe, de apenas 18 años y tres meses, claro. Pero su físico, por el 1,95 metro, ya parece ser el de un grande. Así, mientras más de uno necesitaría ver su documento para ratificar la edad, él tiene una madurez que asombra a la hora de jugar al tenis. Es innegable que a Juan Martín del Potro le faltan muchísimas horas de vuelo, aunque está pasando rápidamente de promesa a realidad.

Con prisa y sin pausa, este argentino es para tener muy en cuenta. Es que recién pasó el límite para poder intervenir entre los juveniles y ya acumula victorias de peso entre los mayores, algo poco común entre sus compatriotas e inclusive a la hora de la comparación con figuras consagradas. Esto no significa que tiene el futuro asegurado, ni mucho menos, pero sirve para valorar aún más lo que está consiguiendo.

De esta manera, se está ante la presencia de un diamante que cada vez brilla más y en el que ya pusieron el ojo varios expertos. Así, el tenis latinoamericano se ilusiona con un potencial top-ten, aunque hay que ser muy cuidadosos a la hora del análisis y las proyecciones. No porque le falten condiciones tenísticas, sino porque hubo casos que nos hacen ver que en general la cautela es buena consejera.

Nada menos que el suizo Roger Federer, el rey, ganador de nueve coronas de Grand Slam con 25 años, le da crédito a Del Potro, quien acaba de cumplir su mejor semana como profesional al trepar a las semifinales del certamen de Adelaida, sobre cemento. Es que hace tres meses el europeo, quien practicó con el argentino, les pidió a los organizadores del torneo de Basilea que lo ayudaran dándole una invitación especial.

Para no quedar mal, en la carpeta sintética donde Federer fue ball-boy y ahora festejó por primera vez como local, el argentino logró acceder a los cuartos de final. Había sido su segunda aparición en esa rueda en un campeonato de ATP, después de lo hecho en Umag, sobre arcilla. Y ahora, en Australia, superó su propia barrera y hasta quedó cerquita de meterse en la definición.

SUS PASOS SON GIGANTES
Así, luego de un 2005 en el que alternó torneos menores futures, ganó un challenger y después dos más en el 2006, cuando ya probó suerte entre los mejores, en el ATP Tour. Ahora su récord en el circuito mayor es de 14 victorias y 13 derrotas, incluyendo triunfos sobre Moyá, Ginepri, Chela, Pavel, Mathieu, Verdasco y Sluiter. Y la perla es que sigue rindiendo mejor en superficies rápidas, apoyado en un poderoso saque.

El pupilo del argentino Eduardo Infantino, ex entrenador de Nalbandian, Zabaleta y el italiano Camporese, ya dejó en claro que lo suyo es más que prometedor. Es más: ahora avanzó del 92º al 74º puesto del ránking mundial, gracias a la semi de Adelaida. Además, en su despedida en los cuartos de Basilea, en ese certamen que lo marcó, gracias al aliento de Federer, casi elimina al ascendente y durísimo chileno Fernando González.

Por eso, el último medio año, paso a paso, fue muy progresivo para Del Potro. Es que sigue sumando alegrías y lo hace desde su biotipo de jugador diferente a la media de los latinoamericanos, ya que es alto y cuenta con un servicio tremendo. Eso, sin dudas, le permite soñar despierto, pese a que su experimentado coach hace fuerza para que siga teniendo los pies sobre la tierra. Que se la crea, sí, pero en el mejor de los sentidos.

La clave es que el propio jugador destaca que se siente mejor en las canchas veloces y que, en lo poco que se midió contra los grandes, se vio de igual a igual. El US Open fue su click, su inyección anímica para confiar más que nunca en sí mismo. Y si bien es consciente de que evolucionó con su saque, quiere hacerlo aún mejor, un aspecto decisivo en la alta competencia.

Este joven la tiene clara, porque su trabajo con Infantino apunta a fortalecerse físicamente para poder soportar varios partidos seguidos y, sobre todo, resistir el nivel de los mejores en choques extensos en los Grand Slam. En eso, en el hecho de poder hacer una pretemporada completa, lo favoreció que finalmente Alberto Mancini no lo llevó a Rusia como sparring del equipo finalista de la Copa Davis.

Es cierto que le sirvió de mucho hablar con el capitán argentino y comprobar que era tenido en carpeta, pero sabía que si iba a Moscú perdería tiempo valioso de cara al nuevo año. Mancini optó por Guillermo Cañas, lo que no le quita ahora a Del Potro el sueño de ser convocado para el debut en Austria. Y ojo, porque recién cumplió los 18 años y tiene un larguísimo camino por recorrer.

CON UNA PROPUESTA MODERNA
Dueño de un servicio que impone respeto, con un gran número de aces y un alto porcentaje de efectividad en el primer intento, con golpes potentes desde el fondo y una actitud ganadora y buscando tomar la iniciativa y hasta la red en varios casos, el argentino pinta para ser una joyita. Está claro que el rubro psicológico es fundamental, pero ya mostró señales muy positivas y su clave está en su estilo moderno y agresivo.

Así, mientras que Nalbandian, Coria y Gaudio, los tres argentinos más exitosos de los últimos tiempos, ni siquiera figuraban entre los 300 primeros del mundo a los 18 años y tres meses, Del Potro ya se aseguró un puesto entre los top-75 y pide pista. Si bien algunas comparaciones son inevitables, tampoco permiten garantizarle en este caso al semifinalista de Adelaida que vaya a ser igual o mejor que sus compatriotas.

Ese paralelo, con actuaciones menores por parte de Nalbandian y compañía a la misma edad, marca un punto muy favorable para Del Potro, porque demuestra que ya tiene argumentos, en cuanto a juego y mentalidad, para darles pelea a muchos nombres de categoría internacional. Debe ser un aliciente, porque muestra que quemó una etapa, la de la inserción al campo rentado, siendo ya un jugador de peligro para casi todos.

Indudablemente, las victorias sobre Moyá, en Mumbai, y Ginepri, en Tokio, ambas sobre canchas duras, le dieron una confianza terrible. Y la caída ante González, en sintético, lo ayudó a abrir bien los ojos y comprobar que el paso siguiente, el de poder vencer más seguido a los mejores, necesita de una alta dosis de contundencia y frialdad a la hora de la verdad. Es probable que esa lección le sirva y pueda darle sus frutos.

Tuvo claras ventajas frente al chileno, pero no pudo definir ese encuentro y así no pudo hacer semifinales en Basilea. Como todo en su muy corta carrera, la revancha llegó demasiado rápido ya que ahora comenzó el 2007 de una manera casi ideal, siendo semifinalista en Adelaida. Y en este torneo, el primero del año por el sistema de round robin, debió hilvanar cuatro triunfos consecutivos y apenas cedió un set.

La oportunidad hasta parecía sencilla para dar otro gran paso y ser finalista, ya que tuvo del otro lado de la red al local Chris Guccione, de escasos antecedentes. Sin embargo, el letal servicio volvió a ser la llave del éxito del gigante australiano, que celebró su primera final de ATP luego de imponerse por 7-5 en el tercer capítulo. El problema del argentino fue que la lluvia lo obligó a jugar cuartos y semis el mismo día.

Pese a eso, el balance de su paso por tierras australianas es infinitamente positivo. Este chico con cuerpo de grande, que idolatra al estadounidense Pete Sampras y admira mucho al ruso Marat Safin, sabe que va por el camino correcto y que tiene armas de sobra para los tiempos que corren. Y eso vale oro. Por eso, la promesa ya es cada vez más parte del pasado y la realidad marca que el presente le sonríe como nunca antes.