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El día en que murió Maradona

BUENOS AIRES -- El día empezó distinto. Todo aquel que respira periodismo sabe que una noticia sorpresiva puede cambiar por completo los planes. Pero ningún hecho podría haberlo hecho tanto como el que circuló este 25 de abril de 2007.

La versión de la muerte de Diego Armando Maradona, surgida cerca del mediodía, generó conmoción en cada uno de los rincones del país. Desde La Quiaca hasta Ushuaia. A partir de ese rumor, que vaya a saber uno en que mente macabra se generó, la gente se empezó a reunir en los bares especulando, en las oficinas se armaban grupos de debate, en la calle el dato iba de boca en boca... Y ni que hablar de lo que pasaba en las redacciones, en donde la búsqueda de alguna información certera y creíble era incesante.

A uno se le cruzaron todas las imágenes por la cabeza. El gol a los ingleses, la Mano de Dios, su magia dentro de la cancha, sus despedidas y regresos, el departamento de la calle Franklin, en donde fue detenido por primera vez por consumo de cocaína, la Noche del Diez, el programa emitido en 2005 por la televisión argentina que parecía haber marcado otra resurrección. Y aparecían también los casos de dóping, el día que dijo que le "cortaron las piernas", sus excesos, sus frases memorables, el pase a Caniggia para el gol a Brasil en el '90, las primera internación en Punta del Este, allá por el 2000. Todo se mezclaba, todo pasaba como una película.

El hombre más famoso del mundo estaba muerto. O al menos eso decían.

El rumor fue tomando más fuerza con el correr de la tarde. Hasta se daban a conocer detalles de la defunción: un infarto, se decía. Ningún medio se atrevía a hablar del tema. Parecía que todavía quedaba algo de dignidad. Ni siquiera los programas de la tarde en la Argentina, esos que viven de escándalo en escándalo, mencionaron el tema. Sólo Crónica TV daba alguna señal de que las cosas estaban mal: ponía una placa negra con la hora sobreimpresa, como un crespón inexplicable. Cada vez que aparecía en la televisión, todos teníamos perfectamente claro cuál era el mensaje subliminal. Esa imagen del canal de noticias que se jacta de tener las primicias (sobre todo trágicas) era más que sugestiva.

Vía teléfonica, una cordial recepcionista de Avril repetía la misma frase: "No estamos autorizados a brindar información". El sitio de Internet de la clínica psiquiátrica estaba a punto de colapsar.

A la tarde, empezaron a aparecer las desmentidas del rumor que nadie había lanzado públicamente. La ex esposa de Maradona, Claudia Villafañe, dejó de lado su perfil bajo para aclarar: "Diego está perfecto, no tiene nada y se encuentra en excelente estado de salud".

El mediático doctor Cahe, médico personal del Diez, opinó algo parecido. Hasta un comisario, que fue a la clínica alarmado por el rumor, dijo sonriente: "Está vivo, por suerte, está vivo..."

Imposible saber qué mente afiebrada prendió la mecha. Se sospecha de un medio italiano que vino a cubrir el estado de salud de quien fuera estrella del Nápoli. Pudo haber sido algún "bromista" por teléfono. Alguien, incluso, en el colmo de las especulaciones, tiró que todo era una maniobra política para distraer la atención.

Al atardecer, el ejército de periodistas era incontenible. Nadie decía nada pero todos montaban guardia en la puerta de la clínica. Ni infarto, ni derrame cerebral, ni suicidio. El paciente "se encuentra clínicamente estable, sin complicaciones y continúa con el tratamiento médico ordenado", informó el parte oficial ya entrada la noche.

El miércoles 25 de abril de 2007 será recordado como "El día en que murió Maradona". O mejor dicho, "El día en que no murió Maradona". Desde ese momento, los corazones de millones de argentinos volvieron a latir con normalidad.

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