ESPNdeportes.com 17y

La liguilla: bendita mediocridad

MÉXICO -- Una vez concluida la fase de súper mediocridad (denominada reclasificación o repechaje), el futbol de primera división en México se dispone a disputar el único torneo que se toma en serio: la liguilla.

Esta ronda adicional permite que los mediocres califiquen y que sean sacados aquellos que merecieron el título por su regularidad durante el campeonato.

Si ocurriera, no sería la primera ni la última vez en que un equipo clasificado en la ronda del repechaje se corone. El torneo pasado, para no ir muy lejos, Chivas pasó de la repesca a la liguilla y de ahí se fue directo a levantar su onceavo trofeo de campeón.

¿Tuvo merecimientos? Sí, claro, aunque en esa ocasión la distancia entre el primer lugar y el último clasificado fue de cuatro puntos, mientras que ahora Pachuca terminó con 39 puntos y Santos apenas ganó 22, es decir, 17 puntos, que es una diferencia escandalosamente desproporcional.

Pero como en dos partidos todo puede pasar, Santos tiene las mismas posibilidades de Pachuca en los cuartos de final.

Los tuzos ganaron 12 partidos, por seis de los laguneros; el líder anotó 36 goles, a cambio de 12 en contra, mientras que el octavo de la liguilla apenas convirtió 21 y recibió 20. Uno terminó con diferencia de goles de más 24 y el otro con más uno.

Y la paradoja es que Santos puede eliminar al Pachuca porque arranca con las mismas posibilidades, como consecuencia lógica del bendito sistema de competencias del futbol mexicano, que fomenta la mediocridad e inhibe la excelencia.

Este es uno de los torneos donde es tal la diferencia entre el Pachuca y los demás, que tendría que ceñírsele la corona sin liguilla. Pero como el sistema fue adoptado y aceptado por todos, hoy lo deportivo se subordina a lo económico, ya que esta serie extra es la que deja mejores ingresos a los equipos.

La experiencia de 37 años de liguillas en México (comenzaron en 1970 con una final Toluca-América, líderes de los dos únicos grupos que en ese entonces existían) indica que cualquiera le puede ganar a cualquiera.

Son incontables las historias de súper líderes que no son campeones por obra y gracia del bendito sistema de competencias.

Invariablemente los dirigentes sostienen que las liguillas son necesarias porque cada partido equivale a una taquilla memorable. Y de hecho así es: han creado tal costumbre en el aficionado mexicano, que su hábito de consumo se ha condicionado a soportar estoico 17 jornadas soporíferas, antes de entrar al verdadero torneo, que se juega entre ocho, en un lapso de tres semanas.

En la liguilla se juega en serio porque son partidos a morir, donde sólo se puede especular con la diferencia de goles. Pero aún en la liguilla hay otro elemento que fomenta la mediocridad: la posición en la tabla, que fue el elemento con el cual el Atlas avanzó a la siguiente ronda.

Y la mediocridad quedó reflejada en la actitud del San Luis el sábado por la noche, cuando le apostó a empatar con Santos y terminó derrotado en el último minuto.

La final lógica de este torneo sería entre Pachuca y Chivas, pero ¿quién se atreve a apostar un cacahuate porque ese pronóstico se cumpla? No sólo son los dos mejores equipos del campeonato, sino son, desde hace algunos torneos, de los que apuestan por buscar la excelencia.

Pero Santos con 22 puntos, Tigres con 23, y Tecos y Atlas con 25, tienen las mismas posibilidades de llegar a la final y de ser campeones.
Ah, bendita mediocridad del futbol mexicano, que salva a directivos, entrenadores y jugadores que no obtienen durante el torneo ni el 50 por ciento de los puntos disputados.

Los ocho entrenadores clasificados ya tienen en su expediente otra calificación, así haya sido de manera ruin su conquista.
Pero ese es el verdadero rostro de un futbol que fomenta la mediocridad y ahuyenta la excelencia.

Bien decía José Rubén Romero en La Vida Inútil de Pito Pérez: "Si Dios no renunció a ser Dios, ¿Qué se puede esperar de los hombres?".

^ Al Inicio ^