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La vergüenza (I)

MÉXICO -- El ya tristemente célebre "Caso Salvador Carmona" nació mal, creció mal, se reprodujo mal y tendrá que morir mal.

Desde el 15 de junio de 2005 en que el entonces Jefe de los Servicios Médicos de la Federación Mexicana de Fútbol, Nicolás Zarur recibió los resultados de la primera muestra de doping descubrió que dos jugadores de la selección nacional que ya estaban en la Copa Confederaciones habían resultado positivos por norandrosterona.

De inmediato informó a una autoridad de la FMF, cuyo nombre no ha querido revelar, pero quien se encontraba en México. Éste tenía que avisar a Alemania, a los demás dirigentes, pero hizo caso omiso por la misma "grilla" que se vivía en la Femexfut, en la interminable lucha por el poder.

Nicolás Zarur no quiso hablar directamente a Alemania hasta no conocer la muestra "B" de ese examen que es una exigencia no de la FIFA, pero sí de la Ley General de Cultura Física y Deporte, que pide practicar pruebas antidoping a todas las delegaciones mexicanas que participen en alguna competición fuera del país.

Zarur mandó a un propio para llevar las muestras de los dos casos de doping a los laboratorios certificados de la Universidad del Sur de California, en los cuales no sólo le confirmaron la presencia de norandrosterona, sino que en el caso de Salvador Carmona también aparecía otro temible elemento: el estanozolol, que en el orden de gravedad, "del 0 al 10", como explica el doctor, "es nueve, mientras que la norandrosterona es cinco".

Los resultados se los entregaron el día 20 de junio de 2005. Ese mismo día Carmona y Galindo habían jugado contra Brasil, en aquella victoria histórica del equipo mexicano. Los festejos en Alemania se prolongaron hasta las tres de la mañana. Y a las cinco, Zarur se comunicó con Alberto de la Torre para informarle que Carmona y Galindo habían resultado positivos.

Cundió la alarma. Jugadores y cuerpo técnico fueron convocados a una reunión extraordinaria en su hotel de concentración. Ahí, las figuras de autoridad del equipo, Alberto de al Torre como presidente de la FMF y Ricardo La Volpe como entrenador, atendiendo los pedidos del plantel, decidieron "engañar" a la opinión pública asegurando que los dos jugadores serían expulsados de la competencia por "una indisciplina grave".

Lograron que las dos televisoras dueñas de los derechos de televisión "accedieran" a su petición de no revelar la verdad para no exponerse a un posible castigo de FIFA, a un año del mundial.

También muchos enviados especiales recibieron la misma petición "por el bien de México", para dejar a la opinión pública mexicana en el engaño de que no había doping. Hasta que estalló el escándalo. Ese tipo de mentiras, donde participan tantos, son imposibles de no descubrirse. "La mentira tiene patas cortas", decía con aire filosófico el ya fallecido argentino Héctor Rial, quien fue compañero en el ataque del mítico Real Madrid, junto con Di Stéfano, Puskas, Kopa y Gento.

El engaño no era sólo para la afición mexicana. El "paquete completo incluía una irresponsabilidad mayor: engañar a la FIFA.

El propio vocero de la FIFA, Marcus Ziegler dijo que no había doping y que todo se debía a una "indisciplina grave". Hasta que el propio presidente de la FIFA, Joseph Blatter se enteró. Y a punto estuvo de suspender el partido de México contra Grecia, cuando un comisionado del máximo organismo se presentó en el estadio a cancelar el juego. Vino la negociación diplomática, las angustias, los recordatorios de que México es un país amigo, etcétera. Y se tuvo que aceptar públicamente el hecho de que quisieron engañar a la FIFA.

La cosa no paró ahí. Unos meses después, nueve involucrados en el caso fueron citados en la FIFA para recriminarles en la cara su irresponsabilidad.

Pasaron por el banquillo de los acusados Alberto de la Torre, José Luis Serrano, Ricardo La Volpe, Guillermo Cantú, Guillermo Cañedo, Nicolás Zarur, Salvador Carmona, Aarón Galindo, Decio de María y Jorge Gama.

Se le aplicó sanciones económicas a Serrano, Zarur y De la Torre, un castigo de dos años al "chivo expiatorio" de ese día (Nicolás Zarur) y la máxima multa económica aplicada por la FIFA a una Federación en toda su historia.

La FIFA recomendó castigar de por vida a Carmona, porque aparecieron dos elementos dopantes (norandrosterona y estanozolol) y dos años a Galindo.

Como no había sido un examen antidoping dentro de la competición oficial, la FIFA dejó en manos de la FMF el castigo. Otra vez la negociación en lo oscurito, la presión de Cruz Azul, los amagos de rompimiento y el castigo tibio de un año para los dos.

La "grilla" dentro de la FMF en su apogeo y la presión de las televisoras para meter a su gente y sacar a De la Torre, cosa que finalmente ocurrió.

Y todo esto pasó en 2005. Lo que ocurrió en enero y febrero del 2006, base del castigo de por vida que aplicó el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) fue simple consecuencia de lo anterior.

En el interior de la FMF, donde se vivía una guerra sin cuartel de la que los empleados daban pormenores casi minuto a minuto, dio la impresión que con esta vergüenza perdió De la Torre y ganó "el grupo de Decio".

Alberto de la Torre pagó las consecuencias de haberle hecho caso a Ricardo La Volpe cuando al ser evaluado por Emilio Azcárraga Jean (líder del Consejo de Dueños) se decidió retirarlo del cargo para poner en su lugar a Justino Compeán. Decio de María no ganó (quería ser presidente), pero tampoco perdió porque se conservó su empleo como Secretario General de la FMF.

(Mañana, ante la FIFA, a pasar una gran vergüenza).