<
>

¡Ay, Cuauhtémoc!

La derrota frente a Honduras, de último minuto, fue más que merecida. La selección mexicana sigue sin funcionamiento. Ante Cuba, con un equipo alternativo y ahora frente a los centroamericanos con el presunto equipo titular fue lo mismo.

Está bien que Hugo Sánchez quiere demostrar que la única insustituible es la camiseta nacional, pero ha pecado en los últimos cuatro partidos de crear más dudas que certezas sobre su formación básica.

Se supone que la alineación de este domingo, con Oswaldo, Osorio, Magallón, Salcido, Ramón Morales, Pavel, Torrado, Alberto Medina, Guardado, Cuauhtémoc y Omar Bravo es la que más se acerca a la ideal, pero le faltarían Nery Castillo y Borgetti en la delantera para completarla.

Un equipo equilibrado, ganador, que se conozca hasta sin hablar, es aquel que ha podido trabajar mucho tiempo, ensayar jugadas, movimientos, desplazamientos, coberturas y dentro de un armado base, pueda tener otras variantes para resolver los problemas que plantea el rival.

Pero si Hugo no ha tenido ese tiempo para trabajar, menos encontrará al equipo ideal si sigue haciendo tantos cambios de un partido a otro. Su plan era ganar a Honduras, otra vez hacer cambios ante Panamá y a partir de cuartos de final jugar con un equipo base. Se le adelantaron los tiempos. Como hay que ganar a Panamá para calificar en primer lugar del grupo, tendrá que repetir a la base de los que jugaron ante Honduras, quitando a Cuauhtémoc (expulsado y castigado) y volver al cuadro a Nery Castillo y Borgetti.

Porque con actuaciones como las que ha tenido ante Paraguay, Cuba y Honduras (dos derrotas y un triunfo de panzazo), lo único que consigue Hugo es que sus enemigos levanten la cabeza para lanzarle fuego a la hoguera que empieza a salírsele de control. Ya no es un pequeño fuego, ni un incendio. La presión ya hizo que una hoguera se vea en el panorama de la selección.

Porque si las victorias traen armonía, las derrotas acumuladas suelen provocar crisis internas. Ya asomó un primer conflicto con el reclamo de Carlos Salcido, de que se le faltó al respeto por meterlo sólo cinco minutos contra Cuba. Otro foco rojo se enciende con la torpe expulsión de Cuauhtémoc Blanco, que se engañó ante los besitos que le enviaba el defensa central Jorge Samuel Caballero, al que agredió en forma clara para ganarse la expulsión a los 48 minutos, cuando México ganaba con apuros 1-0 a Honduras, precisamente con un gol suyo, de penalti.

Pero dos goles de Carlos Costil sirvieron para que Honduras se llevara el justo premio a su esfuerzo, ganando con claridad un partido que bien pudo resolver con un margen más amplio.

Al terminar el partido Hugo no le dio vueltas al asunto y dijo que la derrota se debió a la expulsión de Cuauhtémoc, un jugador que quizá esté viviendo sus últimos días como seleccionado nacional ya que con su actuación ante Honduras le dio la razón a Ricardo LaVolpe del porqué no lo llevó al Mundial. Con un carácter así, incontrolable en momentos de presión, poco o nada hubiera podido hacer por México en el Mundial.

"La clave del partido fue la expulsión de Cuauhtémoc Blanco, cuando estábamos once contra once. El partido estaba muy disputado, las dos selecciones querían imponer su estilo", comentó Hugo al terminar el partido.

De alguna manera trató de justificar a Cuauhtémoc, con el que todavía no hablaba pero "gente que habló con él me dijo que estuvo recibiendo provocaciones durante todo el juego y en la jugada del tiro de equina hasta le escupieron. Él reaccionó y perdió la cabeza. Es bien sabido que hay jugadores que se la pasan provocando a elementos en un momento dado que tienen carácter fuerte, entonces juegan inteligente en provocarle durante todo el partido y con actitudes antideportivas. Él cayó y créanme es muy difícil que cuando lo están provocando (controlarse), es muy jodido".

Aunque podría utilizarse el ejemplo de Zinedine Zidane en la final del Mundial de Alemania, cuando el central italiano Materazzi lo provocó hasta que lo agredió y se ganó la expulsión, la verdad que Cuauhtémoc dejó escapar una brillante oportunidad de ser el personaje clave de la selección y perdió el poco liderazgo que tenía ganado en el Tri, rodeado de muchos jugadores "lavolpistas", que se opusieron a que LaVolpe lo llamara para asistir al mundial porque podía dañar al grupo.

Hoy Cuauhtémoc asume el papel de villano que no desconoce y con su falta de control mental (sería bueno que Hugo le regalara el libro Inteligencia Emocional) cayó en una trampa de los hondureños y dejó en inferioridad numérica a una selección mexicana que desde el principio del partido estuvo en inferioridad futbolística.

"Estoy apenado, pero yo tuve la culpa. Me enganché con este pobre tontito que no sabe jugar futbol. Estoy apenado con mis compañeros, pero él ya me había escupido en la cara durante el primer tiempo", pretextó Cuauhtémoc al terminar el partido.

Lo cierto es que hoy Hugo tendrá encima suyo un gran número de tiradores de leña, que querrán más leña para la hoguera de presiones que ya está viviendo esta selección nacional.

El plantel lo debe tener claro: es tiempo de hechos, no de palabras. En el interior de la selección se tienen que encontrar todas las respuestas, unir al grupo para consolidar un buen cuadro titular que termine con decoro la Copa Oro (que pinta para un fracaso), o enmendar los errores para una mejoría de tal magnitud que alcance todavía para pelear el título.

Hugo Sánchez, con sus propias palabras, tendrá que recurrir a la dieta que él mismo inventó: agua y ajo (aguantarse y ajoderse).