ESPNdeportes.com 16y

A engrandecer la leyenda

LAS VEGAS -- La carrera de Manny Pacquiao sigue sorprendiendo a propios y extraños. Al extremo de que pocas veces en la historia del boxeo alguien pasa tan rápidamente de ser prácticamente un desconocido a convertirse en el mejor libra por libra.

En realidad, el Pacman, como se lo conoce en Occidente, venía precedido de cierta popularidad en su Filipinas natal. Dos títulos mundiales --mosca del CMB y supergallo de la FIB-- ya representaban un logro notable para Pacquiao, nacido hace 28 años en una pequeña ciudad llamada Cabangal.

Sin embargo, en julio de 2003 la vida de Pacquiao comenzaría cambiar radicalmente. Aquella noche, en el mítico Olympic Auditorium de Los Ángeles sería su última defensa del cetro de las 122 libras, ante el mexicano Emmanuel Lucero. Tras una fácil victoria por nocaut técnico en el tercer asalto, tanto los zares del boxeo como él mismo decidieron que era tiempo para el filipino de mezclarse en las "grandes ligas".

Y el nombre elegido para el gran puntapié inicial fue Marco Antonio Barrera, a quien Pacquiao enfrentará nuevamente el próximo sábado en el hotel Mandalay Bay de Las Vegas.

Aquella primera Barrera vs. Pacquiao fue en noviembre del 2003, en el Alamodome de San Antonio Texas y, en los papeles, el mexicano era el gran favorito.

No obstante, problemas personales fueron distrayendo de su concentración a Barrera, quien las dos últimas semanas previas al combate tuvo que mudar abruptamente su lugar de concentración y soportar la incertidumbre que significaba saber si le darían o no su licencia, ya que se había revelado que tenía en su cabeza una placa de titanio, producto de una vieja operación.

Lo cierto es que, definitivamente, Barrera no fue el de siempre. Débil y sin reflejos, se encontró ante un Pacquiao inspirado.

Aún así, Barrera dio lo mejor de sí e inclusive, derribó en la primera vuelta a Pacquiao, aunque en una acción un tanto confusa, que en realidad no debió haber sido considerada como una caída oficial por el árbitro Lawrence Cole, ya que más bien se había tratado de un resbalón.

Lo cierto es que, dentro de un ritmo vertiginoso, Barrera y Pacquiao no se guardaron nada. Pero poco a poco la izquierda del filipino fue marcando las diferencias.

Como en el tercer asalto, cuando con uno dos rematado con una veloz izquierda Pacquiao mandó a la lona a Barrera, algo que muy pocos se han dado el lujo de hacer.

A partir de allí la cosa de fue inclinando completamente a favor de Pacman, que allá por el noveno round ya le estaba propinando una paliza a su rival.

Cortado y magullado su ojo izquierdo, Barrera era constantemente perseguido y castigado por la izquierda de Pacquiao, hasta que se fue nuevamente al suelo al promediar el onceavo asalto.
Y unos segundos después, cuando ya la acumulación de castigo era demasiado, el propio Rudy Pérez, su entrenador, tiró la toalla.

En ese mismo momento, la carrera de Pacquiao dio un enorme salto, inesperado para la gran mayoría, pero no para él, que lo había soñado años antes.

"Las cosas salieron como las planeamos con Freddy Roach (su actual entrenador). Sé que pocos esperaban que pudiera vencer a un gran campeón como Barrera, pero lo logramos imponiendo un ritmo que él no pudo sostener", recuerda el filipino más famoso, que a estas alturas ya superó por amplio margen la popularidad del histórico Gabriel Flash Elorde.

A partir de allí el filipino protagonizó inolvidables batallas que, coincidentemente, fueron ante otros mexicanos de renombre, como Juan Manuel Márquez, Erik Morales (en tres ocasiones), Oscar Larios y Jorge Coloradito Solís.

Pese a que no dejó dudas su triunfo ante Barrera, hace cuatro años, el desquite era muy esperado por la afición. Porque el mexicano ha dado sobradas muestras de su condición de guerrero y, como él mismo se ha encargado de gritar a los cuatro vientos en los últimos años, aquella derrota es una espina clavada que sólo puede quitarse a través de la venganza.

Para esta ocasión, Pacquiao se preparó durante seis semanas en Manila.

"Tengo que soltar mis golpes con rapidez para no darle tiempo a Barrera de pensar y reaccionar. Estoy listo y bien preparado", señaló el filipino.

"No me puedo confiar porque sé que Barrera viene con todo. Pero vamos a ver si es cierto que Barrera tuvo problemas que lo distrajeron la primera vez que nos enfrentamos", agregó, desafiante.

El sábado sabremos, entonces, si el gran Pacman es capaz de engrandecer su leyenda, como el gran verdugo de los mexicanos.

^ Al Inicio ^