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En el nombre del gol

BUENOS AIRES -- Hablar de él es hablar de un pedazo grande de la historia de Racing. Porque su tremendo zurdazo al ángulo se transformó en una bandera que se levantó en las horas más angustiantes.

La imagen en blanco y negro es imperdurable. Tanto como su idolatría. A 40 años de su gol al Celtic, Juan Carlos Cárdenas, o simplemente el Chango, habla con ESPNdeportes.com sobre el primer campeón del mundo del fútbol argentino.

"Parece increíble, me siento muy bien por este reconocimiento por la gente amiga que me llama, los periodistas. Un cúmulo de cosas que te hacen sentir feliz, porque significa que por suerte logramos algo importante en su momento, con un equipo fantástico y un técnico como Juan José Pizzuti. Todos esos recuerdos te hacen muy bien", arranca Cárdenas, con pelota dominada y emoción a flor de piel.

- ¿Cómo jugaba el Equipo de José?
- El fuerte era su audacia en la parte táctica, buscar con muchas variantes la parte ofensiva. Siempre con equilibrio, con jugadores de mucha calidad y sobre todo muy inteligentes. Hacíamos a la perfección lo que nos pedía el técnico y así fue como se llegó al éxito de aquella época.

- ¿Qué virtudes rescata de Pizzuti?
- Supo elegir a los jugadores, estaba convencido de lo que podíamos aportarle. Los técnicos deben conocer a sus jugadores para emplearnos en cada una de nuestras posiciones. Buscaba siempre un equipo protagonista, audaz, con vértigo y todo eso fue sorpresivo porque se logró con defensores que iban al ataque, como el Panadero Díaz, el Coco Basile. Y yo que era un referente de punta, a veces me encontraba más en función de equipo y ocupando todo el frente de la ofensiva. Era un gran conjunto. Hacíamos bien los relevos. Teníamos equilibrio en ataque y nunca quedábamos desprotegidos.

- Se dice que contra Celtic no fueron partidos sino "batallas". ¿Fue tan así?
- El fútbol es un juego de roce. Por la época se prestaba para que sean batallas. Los referís no tenían tanta ayuda. En esos tiempos no había tarjetas. Había un poquito más de libertad. No era tan fácil de controlar a los jugadores, porque no es lo mismo amonestarlo con tarjeta, que con palabras. Fueron de los denominados "partidos de Copa". Celtic era duro y jugaba muy bien. Cuando fuimos allá nos dominaron pero por suerte nos ganaron sólo 1-0. Y en Buenos Aires íbamos perdiendo 1-0 y lo dimos vuelta con un gol del Toro Raffo y otro mío. Así llegamos al tercer partido, sabiendo que en Montevideo éramos visitantes.

- Siempre se dijo que Maschio le gritó que pateara. ¿Al final era un mito?
- (Risas) El Bocha en ningún momento me gritó. En el fútbol tenemos que decidir en fracciones de segundo. Sobre todo los que estamos arriba, que tenemos que crear y definir. El gol nace en un aubol (lateral), la tocamos varios jugadores de ataque, por último la agarra el Coco Rulli y yo lo apuro para que me dé la pelota. Como estaba tan lejos del arco, nadie pensó que iba a patear. Me la pedían, algo natural en el juego, y yo tenía opción de pase, pero en un segundo vi la posibilidad de patear, ya tenía en la mente donde estaba al arco y elegí la mejor opción, que era patear. Y tuve la suerte de conquistar, ¿no?

- En aquella corrida de brazos abiertos rumbo al banco de suplentes, ¿qué se le cruzó por la cabeza?
- Es el momento de la alegría, de la locura. Hago el gol y corro hacia la izquierda donde estaba el técnico, el arquero suplente y los jugadores que nos habían acompañado. Fue una locura, abrazarnos, inclusive con el Coco Basile, al que ya habían expulsado. Me acuerdo el abrazo con Pizzuti, que era un tipo muy especial como técnico, no gritaba los goles pero ese día sí. Salió, se metió en la cancha, nos abrazamos. Fue un abrazo eterno, inmenso, y por detrás aparece el Coco, que estaba en el tunel. Te pasan infinidades de cosas.

Era tal la crisis de Racing en la espera de 35 años por un título (conseguido por el equipo de Mostaza Merlo en 2001), que se creía que de tanto verse el remate de Cárdenas, alguna vez esa pelota se iba a ir afuera.

"Es parte del folcklore. Pero las cosas lindas y buenas nunca se van. Es como decir que Gardel va a cantar mal y no es así. Lo bueno va a quedar siempre, como va a quedar el Diego u otros, tantas glorias que tiene el fútbol argentino. Le dio más intensidad, en mi vida hubiese pensado que iba a estar tantos años sin ganar un título. La historia marca que el primer título del mundo para el país lo trajimos nosotros", afirma orgulloso el nacido en Santiago del Estero el 25 de julio de 1945.

Entre 1962 y 1976, Cárdenas disputó 297 partidos y marcó 81 goles en La Academia. "Yo estoy muy orgulloso, muy agradecido a la vida, al deporte, a los deportistas argentinos. Hemos hecho flamear nuestra bandera, cantado el himno de nuestro país, en distintas partes del mundo".

En sus 24 encuentros por copas internacionales anotó 8 goles, uno de ellos el más importante en la historia del club. Sin embargo, no se cree el héroe y reparte elogios para sus compañeros: "Era un equipo alegre, ganador, con mística, que fue lo fundamental. Lo logramos por todas las cualidades positivas, naturales, brillantes que teníamos tanto como equipo como individualmente. Yo tuve la suerte de hacer el gol, pero debe haber un reconocimiento para todos los que luchamos y aportamos para lograrlo".

- ¿Qué fue lo más raro que le pasó desde que marcó aquel gol?
- El mundo habló de Racing y de la Argentina. Desde ese 4 de noviembre me han pasado cosas extrañas: un día vino un pibe, me abrazó, me dijo que era de Racing, me agradeció, se arrodilló y me besó el pie izquierdo. Increíble.

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