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Una vida de talento y rebeldía

WASHINGTON -- El coordinador defensivo y asistente de entrenador en jefe de los Washington Redskins, Gregg Williams, llamaba a Taylor "un accidente de tren jugando fútbol".

El estilo físico de Taylor, junto con su habilidad de cubrir algunos receptores hombre a hombre gracias a su velocidad, su capacidad de salto vertical y su porte de 1,90 metro de altura y 105 kilos de peso, es lo que incentivaba al entrenador de la secundaria, Jerry Gray, a comparar a Taylor con Ron Lott, miembro del Salón de la Fama, y con Eric Turner, ex profundo destacado de los Browns/Ravens y los Raiders, y segunda selección general en el draft de 1991.

Taylor reunía características especiales, como lo demuestra el hecho de que, cuando estaba en la preparatoria, marcó un récord del estado de Florida como corredor, con 44 touchdowns por tierra en una temporada.

Los entrenadores de los Redskins incluso hablaban efusivamente de su eficiencia --y lo que es aún más importante, su compromiso-- en la cobertura de devoluciones de patadas. Williams ha estado en la NFL por casi dos décadas y dijo que Taylor era "el mejor jugador a quien me ha tocado entrenar, por lejos".

Taylor fue nombrado primer suplente en el Pro Bowl luego de su temporada de novato, en la que consiguió cuatro intercepciones. Al año siguiente interceptó la mitad de pases, pero en una victoria ante Philadelphia en la Semana 17, que les aseguró a los Redskins el lugar en los playoffs que no habían tenido desde hacía seis años, Taylor registró 11 tackles (nueve solo), tres balones sueltos forzados, y recuperó un balón suelto regresándolo 39 yardas para un touchdown.

En el 2006 sumó 114 derribos, la marca más alta de su carrera, y en el 2007 lideraba al equipo en pases interceptados, con cinco.

Sin embargo, a pesar de todos sus magníficos talentos y su potencial, Taylor tuvo repetidos problemas de conducta desde que los Redskins lo eligieron con la quinta selección general en el 2004, proveniente de la Universidad de Miami, y le dieron un contrato por siete años y 18 millones de dólares.

A lo largo de sus cuatro años de carrera en la NFL, Taylor --quien posee un título universitario en criminalística, y cuyo padre es el jefe de policía de Florida City, Florida-- siempre pareció estar ligado a malas noticias, sancionado, sentenciado, demandado o suspendido.

No se presentó al simposio obligatorio de novatos de la liga, por lo que se le aplicó una multa de 25,000 dólares. Un año después, se rehusó a atender o devolver los llamados del entrenador en jefe Joe Gibbs cuando boicoteó el programa de temporada baja del equipo. Los Redskins lo suspendieron por un partido en su temporada de novato, cuando fue detenido por conducir intoxicado.

Fue sancionado varias veces por infracciones dentro del campo de juego, incluyendo una multa de 17,500 dólares por violencia innecesaria. En el partido de postemporada contra Tampa Bay, Taylor escupió al corredor Michael Pittman de los Bucs en la cara, por lo que fue inmediatamente expulsado y multado con 17,000 dólares por la liga.

En junio del 2005, Taylor casi echó su carrera y su vida por la borda cuando llevó demasiado lejos en la vida real la intimidación que lo caracterizaba en el campo de juego. Fue detenido e imputado por dos delitos graves de agresión con un arma de fuego y por un delito menor de lesión simple por supuestamente empuñar un arma y atacar a un hombre quien, según Taylor, le había robado dos vehículos.

Si se lo declaraba culpable, podría haber sido sentenciado a 26 años de prisión. Tras siete postergaciones del juicio, Taylor llegó a un acuerdo con el tribunal: decidió no oponerse al delito menor y al cargo por lesiones simples, y se lo sentenció a 18 meses de libertad condicional. También se le ordenó hablar en 10 escuelas del área de Miami y donar 1,000 dólares a cada una de ellas.

La liga luego multó a Taylor por una suma equivalente a cuatro partidos basados en su sueldo del 2005, lo cual representó aproximadamente 72,000 dólares.

Después de haber llegado a un acuerdo con el tribunal, Taylor dijo que sus problemas legales habían sido "como una nube negra sobre mi cabeza, pero ahora puedo ver un poco de luz".