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Adiós a Beijing... y a Hugo

Hugo Sánchez fracasó al frente de México en el Preolímpico Mexsport

MÉXICO -- La selección mexicana de fútbol alcanzó su segundo gran descalabro en la "Era de la Venganza" (la que Ricardo La Volpe debe estar disfrutando, chupándose los dedos después de un buen bife) de un Hugo Sánchez que no levantó la Copa de Oro --por lo tanto no calificó México a a Copa Confederaciones-- y tampoco irá a los Juegos Olímpicos de Beijing.

La renuncia de Hugo viene a ser apenas una necesidad imperiosa para controlar los rayos y centellas que se produjeron en el ánimo de los aficionados, luego de ver una de las selecciones mexicanas más inoperantes de más de 100 años de fútbol en este país.

Hugo se convirtió en sus primeros 14 meses al frente de la selección en un coleccionista de fracasos. No ganar la final de la Copa de Oro a Estados Unidos, y perder ahora la posibilidad de siquiera estar entre los cuatro menos malos de la Confederación más mala del mundo, es otra estrepitosa caída en su hoja ridicula como técnico nacional.

Se debió decir adiós a Beijing en la primera ronda, la de la vergüenza, donde México encontró a una selección haitiana que empezó y terminó el partido con tres jugadores, porque los otros siete deben ser lancheros, electricistas o boxeadores, porque de futbolistas sólo tenían el uniforme. Salvo el portero Johnny Placide, el mediocampista Sony Norde (el número
10) y el delantero centro Leonel Saint-Preux (el 9), los demás nacieron para cualquier otra actividad en la vida, menos para tutearse con un balón de fútbol. A esos tres que empezaron y terminaron el juego habrá que restarle dos expulsados, Judelin Aveska desde el minuto 28 y Paulin Jean al 85.

También el equipo de Hugo tuvo más de cinco minutos de compensación gratuitos, un penalti de obsequio y 450 posibilidades de gol que nos otorgaron los patéticos defensas haitianos... y ni así.

México empató con Canadá, perdió con Guatemala y no pudo completar los cinco goles de diferencia que necesitaba contra una selección haitiana a la que le hubieran ganado por goleada el equipo de niños ciegos de cualquier ciudad mexicana.

Vaya: Hasta el sotanero América le hubiese hecho 25 goles a esa defensiva.

El balance ya está: México no calificó a los Juegos Olímpicos de Beijing, dejando en el camino una generación de futbolistas que debió manejar Chucho Ramírez, porque consiguió con ellos el campeonato mundial Sub-17 y llegó al quinto partido en el mundial Sub-20 de Canadá.

Los directivos tienen de aquí al 31 de marzo para nombrar al sustituto de Hugo Sánchez, quien se irá a alguna de sus muchas casas que tiene (en Cancún, Distrito Federal, San Diego, Madrid) a disfrutar de su gloria personal, al lado de su estatua y su inseparable ego.

Los jugadores tomarán su camino, desarrollarán sus carreras y recordarán este episodio como uno de los más vergonzosos de sus vidas, porque no meterle 45 goles a ese lastimoso equipo haitiano es para llenarlos de rubor cuando cuenten a sus nietos sus historias balompédidas.

Hugo en cambio, tras cuatro años de severas críticas a Ricardo La Volpe, descubre que tampoco él llevó a la grandeza a la selección. No pudo elegir bien a sus jugadores, no ganó torneo alguno, no manejó el entorno, culpó a la prensa y no superó sus propios alardes de soberbia.

Le llegará el momento de reflexión para darse cuenta del cúmulo de errores cometidos. Y si es severo con él mismo, aprenderá de esta dolorosa lección. El mundo no termina. Pero sí debe poner bajo control a su ego, que se ha transformado en su peor enemigo.