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Munición gruesa de 'Big Cactus'

O'Neal está más veloz y los Suns lo necesitan así Getty Images

NEW YORK -- Cuando todo el mundo pensaba que Shaquille O'Neal dejó al Heat con el mejor concepto de organización y feliz de haber formado parte de un equipo dirigido por el entrenador Pat Riley, la realidad se tornó completamente diferente después de las declaraciones que hizo en Boston.

O'Neal, que el pasado mes fue traspasado por el Heat a los Suns, criticó con dureza a sus ex compañeros y preparadores físicos en una entrevista que concedió al periódico Boston Globe.

El ex centro del Heat dijo que no podía considerar compañeros a jugadores de la talla de Chris Quinn o Ricky Davis, que no tenían la capacidad de pasarle bien el balón para que consiguiese anotar, todo lo contrario de lo que sucede ahora con los Suns.

El nuevo jugador de los Suns, que siempre se había referido al entrenador del Heat como "El gran Pat Riley", desde que llegó traspasado por los Lakers no tuvo la mejor relación en los últimos meses.

Como se esperaba Riley, desde Nueva York, donde llegó con su equipo para enfrentarse a los Knicks, dijo que no entendía por qué O'Neal sigue hablando del Heat y calificó sus declaraciones de "equivocadas" y muy poco "afortunadas", especialmente cuando criticó a sus ex compañeros y preparadores.

¿Shaq es un hombre mágico?

Shaquille O'Neal no habla solamente de la franquicia del Heat, sino que pretende volver algún día al Magic.

De acuerdo al Orlando Sentinel, O'Neal estaría dispuesto a volver al equipo que lo drafteó como novato, pero en calidad de manager, luego de su retiro, que se produciría en la temporada 2009-10.

Además, planea llevar con él a su actual compañero de equipo de los Suns, Grant Hill.

"Grant será el presidente del equipo, ya que es un muchacho brillante, y yo seré el manager general", dijo O'Neal, de acuerdo al diario citado anteriormente. "Soy serio. Me necesitan allí a la espera del nuevo estadio. Grant y yo iremos por el trabajo".

O'Neal mantiene una residencia en Orlando.

"Unos días y estaré de vuelta en casa", dijo, de acuerdo al diario. "Llevaré a cabo lo que llamo mis aptitudes de puente como manager general. Muchos managers generales lo quieren hacer todo ellos mismos. Yo construyo puentes. Tengo compañeros. Todo esto en un mundo perfecto, claro. Ese es mi sueño, de todos modos".

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"Es muy triste que diga esas cosas, después que durante tres años y medio compartimos, juntos, cosas buenas y malas", declaró Riley, en referencia a que lograron en el 2006 el título de liga después de ganar en las Finales a los Mavericks. "Pienso que es realmente lamentable que haya hecho tal cosa".

Riley fue el que hizo posible que O'Neal, de 36 años, tuviese la oportunidad de conseguir otro título de liga con un equipo competitivo como es el caso de los Suns, en lugar de completar la temporada con el registra la peor marca de la liga.

"No tengo más que buenos sentimientos hacia Shaq y para nada me preocupa las críticas que pueda hacer sobre mi persona, pero no tiene ningún derecho de meterse con sus ex compañeros, entrenadores asistentes y preparadores", subrayó Riley. "Nadie dentro de la organización tiene la culpa de su infelicidad".

Riley admitió que cuando se tiene marca perdedora de 9-40 todo el mundo se siente frustrado, responsable de los fallos y nadie desea pasar por este tipo de situación.

"No quiso seguir en la organización, a sus 35 años no quería jugar al nivel que lo hacíamos y su objetivo era llegar a un equipo competitivo, con opciones al título, eso fue lo que le conseguimos", valoró Riley.

Riley dijo que le tenía sin cuidado todo lo que quisiera decir O'Neal sobre su persona, pero que le había "molestado" enormemente la forma como trató a sus ayudantes.

"No me preocupa para nada todo cuanto quiera decir, hacer o considerar hacia mi persona, es algo perfecto y lo admito, pero a estas personas, que siempre trataron de darle lo mejor, no es admisible", señaló Riley, que inclusive llegó a defender a O'Neal para que estuviese en el último Juego de las Estrellas.

Riley dijo que era un profesional de principios, que se equivocaba como todo el mundo, pero que defendía a "muerte" a todos los que estaban bajo su dirección y a estas alturas de su carrera no iba a cambiar de filosofía.