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Una victoria inesperada

AUGUSTA -- El golf no festeja a los más débiles, ciertamente no con la misma pasión que los demás deportes. Son criticados en vez de elogiados; analizados en lugar de ser ubicados en un pedestal.

Alentamos por los campeones en lugar de aquellos por lo que no tienen oportunidad de ganar.

Esto es especialmente cierto en los campeonatos major. Y más aún en el Masters.

En Augusta National, donde Jones y Palmer y Nickalus y Woods son la realeza, asumimos que los campeones habrán hecho algo relevante antes de ganar un torneo tan importante. Como mínimo queremos que hayan ganado un par de torneos pequeños, que se hayan puesto en contención de ganar un major varias veces, y hasta quizás haber sufrido un ataque al corazón mitad camino.

Sólo ahí nos sentimos cómodos de darles la campera verde.

Esperamos que Tiger Woods gane una vez más, porque hizo lo impensable tantas veces. No esperamos que Trevor Immelman lo haga, porque nunca demostró que podía hacerlo hasta el domingo.

Por segundo año consecutivo, tenemos un campeón de Masters que no pareció necesitar credenciales para ganar un torneo tan prestigioso. El año pasado fue Zach Johnson, quien había ganado tan sólo un evento del PGA Tour previo a su victoria en Augusta National. Ahora es el turno de Immelman, también ganador de un solo título previo al domingo, quien pelea por la campera verde.

Immelman durmió sobre la ventaja tres noches, algo que no había sido logrado por un campeón aquí desde Seve Bñallesteros en 1980. Se sobrepuso a la presión y controló el juego. Ninguno de los mejores siete jugadores pudieron quebrar el par el domingo.

Y cumplió con las expectativas de los pocos que le tenían fe.

Ciertamente Immelman tenía un currículum impactante. Tras el Wachovia Championship del PGA Tour del año pasado había escalado al duodécimo puesto en el ranking oficial de golf. Estaba saliendo de una temporada de novato en el 2006, cuando ganó el Western Open. Y había ganado tres títulos del European Tour.

El tres veces campeón del Masters Gary Placer, el ídolo de la infancia de Immelman, se refirió a el como "uno de los mejores lanzadores de pelota de todos los tiempos".

Pero es difícil pegarle a la pelota al nivel más alto del golf habiendo salido de una operación. Hace apenas cuatro meses, Immelman estaba en un hospital en Sudáfrica analizando la posibilidad de un cancer. A un par de semanas de haber ganado el Nedbank Challenge se operó para remover un tumor benigno en el diafragma, lo que requirió una incisión en su espalda.

Y a pesar de que regresó a una pista de golf relativamente rápido, le costó recuperar su estado. No había quedado en mejor puesto que empatado por el número 40 en el juego de strikes en el PGA Tour este año. Y no tenía la mejor de las reputaciones como putter, estando en el puesto 183 del PGA Tour en esa categoría el año pasado.

A pesar de todo eso se encontraba en el puesto número 29 del mundo camino al Masters.

"No me sentía contento con mi juego", dijo Immelman el domingo por la tarde, vestido con su chaqueta verde pero recordando su regreso tras la lesión. "No me sentía contento con la manera que estaba jugando. Sentía que tenía que empezar de cero otra vez".

¿Acaso Immelman es uno de los jugadores subestimados tradicionales? Ciertamente en el aspecto de que su juego estaba apagado, que su putt no estaba a la altura de los greens de Augusta, que rara vez había participado de campeonatos major.

Desde 1990, es el cuarto jugador peor ranqueado en ganar en The Masters.

Con lo que su victoria fue un impacto. Su hermano Mark, de 37 años y nueve años mayor, dijo que esta victoria era inconcebible a comienzos de año. Pero el hombre que solía burlarse de su hermano menor por tratar de "estar con los más grandes" sintió algo especial al comienzo de la semana.

"Recuperó su estado y se sintió cómodo con su juego", dijo Mark Immelman, quien es entrenador de golf en Columbus State. "Pero para ganar hay que encaminar las cosas".

Immelman es el sexto jugador desde 1997 en ganar con su primer major en The Masters, pero esa lista incluye a Mark O'Meara, Mike Weir y Phil Mickelson, quienes formaron su reputación antes de ganar el Augusta National.

Y se une a una larga lista de ganadores sorpresa en campeonatos major, especialmente en los últimos años.

Johnson se había perdido la entrada en sus previos tres majors y nunca había terminado mejor ubicado que en decimoséptimo puesto. Ben Curtis ganó el British Open y Shaun Michael el PGA Championship en el 2003. Ninguno había ganado un evento de PGA Tour previo a esas victorias. Todd Hamilton, un novato de 38 años de edad en el 2004, ganó el British Open en un playoff contra Ernie Els, su segunda victoria del año. Desde ese entonces, se ha perdido la entrada en nueve majors.

A lo largo de la historia del golf, ha habido otros ganadores de major sorpresa. ¿Qué hay de Orville Moody en el US Open de 1969? Fue su única victoria de tour. ¿O la de Jack Fleco en el US Open de 1995? Derribó a Ben Hogan en un playoff. ¿Y Herman Keiser en el Masters de 1946? Ganó cuando Hogan se perdió un putt en el hoyo 72. ¿Qué hay de Sam Parks Jr? Un profesional de club, Parks ganó su único título de tour en el US Open de 1935.

Ahora Immelman está en la lista. Y este podría ser el comienzo de una carrera hacia el estrellato.

Pero por más que eso suceda, su primera victoria importante llegó demasiado temprano.

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