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Hay que hacer el amor...

BUENOS AIRES -- Pobre Ronaldo.
-¿Pobre? ¿Por qué?
-El asunto de los travestis puede acabar con su carrera.
-Amigo, ¿los asuntos de travestis ni siquiera acaban con un matrimonio y usted teme que acabe con una carrera? Quédese tranquilo.
-¿Pero qué dice? El mismo Ronaldo teme que eso ocurra.
-Ronaldo lo que quiere es terminar con este asunto. Y dice eso para que no lo molesten más.
-¿Le parece?
-Vayamos por partes: ¿usted sabe con certeza lo que ocurrió?
-Creo que sí, ¿pero cuál es su versión?
-Ronaldo acude al Maracaná a ver el partido Flamengo-Botafogo. Sale, y como cualquier hijo de vecino, va a una discoteca. Allí conoce a una tal Andréia Albertini, a la que, convencido de que se trata de una prostituta, le pide que lo acompañe al hotel. Como se siente con energías y no quiere desperdiciarlas en un sueño inútil, le pide a Andréia que llame a un par de amigas. Pero en determinado momento, vaya uno a saber cómo (seguramente estuvo bebiendo en la discoteca, es decir que no veía con claridad) advierte algo que antes se le había escapado...
-¿Qué cosa?
-No lo sé... tal vez que una de las chicas calzaba 44...
-Entiendo...
-De modo que, como cualquier hijo de vecino, le pide a las "chicas" que se manden a mudar. Pero las chicas, que en última instancia están trabajando, es decir, buscándose el mango, ven en los acontecimientos una oportunidad ideal, y exigen que en vez de los 600 dólares acordados a cada una por los servicios, Ronaldo desembolse 30 mil, so pena de ir corriendo a contarle a la prensa que a Ronaldo le gustan los chicos.
-Cosa que no es cierto...
-Cosa que si fuera cierto no cambiaría nada en absoluto...
-Puede ser...
-Pero Ronaldo, ni corto ni perezoso, acude a la policía y acusa a Andréia y sus amigos de extorsión.
-¿Eso es todo?
-Sí, eso es todo.
-Es una versión de los hechos similar a la que yo conozco.
-Entonces espero que opinemos lo mismo.
-De todos modos se le pasó algo por alto.
-¿Qué cosa?
-Que, al parecer, Ronaldo le pidió a Andréia que fuera a comprar drogas a una favela.
-¿Y usted qué hubiera esperado, que fuera Ronaldo en persona a comprarla?
-No, lo que hubiera esperado es que no consumiera drogas.
-¿Y a usted qué le importa si consume drogas o chocolatines?
-Bueno, hay una gran diferencia...
-Puede ser. La droga sale mucho más cara. Pero, en cualquier caso, supongo que aunque Ronaldo hubiera sentido necesidad de comer chocolatines, la hubiera mandado a Andréia a comprarlos en su lugar.
-No lo había pensado de esa manera. ¿De modo que usted no cree que la carrera de Ronaldo esté en peligro?
-La carrera de Ronaldo está en peligro si no adelgaza. Y para adelgazar no hay nada mejor que hacer el amor, con quien sea.
-¿Con quien sea?
-Sí, con mujeres de la alta sociedad, prostitutas, travestis o compañeros de colegio. Son cosas de él, mi amigo. Vea: hay gente a la que, por ejemplo, le excitan los pies, ¿lo sabía?
-Sí.
-Bien, mientras los pies sean de un adulto, no veo ningún problema. Pero hay gente que se excita con los pies de los niños, y eso sí ya es un problema. ¿Entiende?
-Entiendo perfectamente.
-El peligro que tiene hacer acuerdos con prostitutas -travestis o no, da igual-, es que el dinero les hace cambiar las reglas en mitad del camino.
-¿Usted le cree a Ronaldo?
-¿Que si le creo? Dígame algo: ¿pasaría, por 600 dólares, una noche con Ronaldo?
-¿Quién?
-¡Usted!
-¡En absoluto! ¿Por quién me toma?
-Bien, entonces la pregunta es: ¿a cambio de cuánto dinero pasaría usted una noche con Ronaldo?
-A ver... déjeme pensar...
-Mientras piensa, mire ahí enfrente, esas chicas...
-¡Son travestis!
-Bueno, qué quiere que le diga, la verdad es que no me importa.
-A mí tampoco.
-Pregúnteles cuánto cobran.
-¿Y si tratan de extorsionarnos qué hacemos?
-Si tratan de extorsionarnos les pagamos. Yo me quedo la rubia.
-¡Qué vivo!
-Yo las vi primero.

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