<
>

Aragonés, un grande de verdad

La Eurocopa llegó a su fin con la consagración de España, una selección que por lo general portaba material individual digno de una potencia mundial pero que reunido en una selección distaba mucho de serlo.

El gran Marketing en la Liga de La Estrellas sobrevaluaba sus figuras o luego el representativo nacional no podía ¿o no sabía potenciarlas? Una respuesta difícil de encontrar. Al menos no se puede elaborar una explicación terminante y sin vacíos argumentales. Porque en el fútbol nada es absoluto e indebatible. Conviven en él gustos, pareceres, preferencias, estilos y tendencias que sólo son incuestionables cuando alcanzan el éxito. Claro, se mantienen vigentes en tanto y en cuanto los placeres de la victoria sobrevivan. Cuando hay otro campeón, con otra fórmula la anterior es reemplazada. Por supuesto que esto es válido para los elitistas. No para los que tienen una convicción y la sostienen al margen de un resultado deportivo, aunque este siempre sea la gran vedette de los objetivos planteados.

Esta introducción vale, en este caso, para citar a Luis Aragonés como el protagonista que le dio un cachetazo a una idea de quien escribe. ¿Cuál es ella? Que para un plantel de fútbol joven nada mejor que un técnico joven. Es decir, un entrenador con experiencia, pero con no esté por encima de los 20 años de diferencia sobre los componentes del grupo que dirige. Por una cuestión de comprensión de los problemas y necesidades actuales de los jugadores, por los términos del diálogo y el mensaje que se les entrega, porque las características que se presentaban dentro de la cancha cuando el entrenador era futbolista se identifican más con las de sus actuales dirigidos, etc, etc.

Y porque el fútbol como la vida misma cambia, se modifica. En síntesis, un masters en actualización es elemental para un director técnico que más esa función ejerce la de conductor de un grupo humano.

Van Basten, Joachim Löw, Marcelo Lippi, Carlo Ancelotti, Roberto Mancini, Rafa Benítez, José Mourinho, Bernd Schuster, entre otros, representan el fiel ejemplo de la idea exhibida. Pero EL SABIO Luis Aragonés salió en defensa de los entrenadores que hace 40 años se retiraron de la actividad. Y lo hizo con autoridad. Dentro y Fuera de la cancha. Entendió a Sergio Ramos cuando este se dio un paseo por una discoteca en plena competencia, calmó a Fernando Niño Torres cuando montó en cólera en el partido inaugural luego de ser reemplazado, unió con éxito a los futbolistas de buen pie, no regaló nada convirtiéndose en el equipo que mejor marcó en el torneo, recibió elogios de quienes ingresaron al campo y de los que jugaron pocos minutos o directamente no lo hicieron y tuvo espalda para tolerar hasta último momento las embestidas mediáticas por las ausencias de dos futbolistas ultra taquilleros: Raul y Guti, recientes campeones con el Real Madrid.

"Luis demostró que tenía razón en todo", declaró Joan Capdevilla. Y es así. Se defendió mejor que Italia, atacó mejor que Rusia, tuvo una fortaleza física y mental superior a la de Alemania en la misma final. Suplió con éxito la baja del goleador del certamen, el Guaje David Villa. Terminó con la defensa menos batida y la delantera más goleadora. Logró que sus atacantes fueran importantes: no olvidar a Daniel Güiza. En síntesis, construyó un combinado que no dejó duda alguna respecto de su legitimidad de campeón. Es más, hacía mucho tiempo que un consagrado no mostraba tantas virtudes, tanta diferencia con el resto.

Naturalmente, no cambio mi idea. Un entrenador con un mix de expreriencia y juventud es lo ideal, aunque reconozco que Luis Aragonés me corrigió el molde. ¿Será la excepción que confirma mi regla? Será que, como planteamos al principio, ¿no existen verdades irrebatibles en el fútbol? Lo concreto es que fue campeón Luis Aragonés, un grande, un grande de verdad.