Marisa Lara 16y

En busca del oro azteca

Parece que el tiempo se detiene en la pequeña isla Urandén del estado mexicano de Michoacán, a orillas del lago Pátzcuaro. Quizás la causa sea su hermosa vista lacustre o sus casas de adobe con teja roja, vigilante de los senderos empedrados que, con el primer rayo de luz, se llenan con sus habitantes. Urandén significa "jícara" en tarasco, y la única manera de llegar hasta aquí es en lancha o canoa.

La pesca representa la principal fuente de vida en esta comunidad purépecha. "La carpa, la cúmara blanca... Los charales aparecen en la cuaresma, y creo que la trucha y la mojarra ya casi desaparecieron", nos dice José Everardo Cristóbal Quirino, quien no sólo es una de las firmes esperanzas de México para conseguir una medalla en los próximos Juegos Olímpicos de Beijing 2008, sino que también es pescador de oficio.

Everardo trae la fuerza purépecha en la piel y el orgullo le aflora conforme camina por su territorio. Anda con un coraje interno y enaltece sus raíces, que no le permiten claudicar nunca por muy dura que sea la adversidad. A pesar de su estoica estampa, el ex campeón mundial de canotaje (y triple medallista de los Juegos Panamericanos) es tímido al contacto con extraños y rara vez observa a los ojos. Pero tiene esa nobleza del que es puro de corazón.

La historia oficial de Everardo y el canotaje cuenta que el joven terminó sus estudios en tercero de secundaria para dedicarse por completo a manejar los remos. Al ver el potencial demostrado en la vida diaria a bordo de la canoa, el maestro de canotaje Juan Carlos Quirino (su primo) le invitó a entrenar, en contra de la voluntad de los padres. Sin embargo, tras una competición en un sábado de gloria, decidieron respaldarle.

Gracias a eso Everardo, de 1.69 metros y nacido el 11 de agosto de 1986, se ha convertido en una esperanza real en los Juegos Olímpicos y un canto a la psicología del rendimiento. ¿Por qué? Basta con conocer el otro lado de su historia para comprender el impulso interno que lo mueve.

Hace 18 años el agua le arrebató a Daniel, su hermano mayor, cuando ambos remaban en busca de su padre que se encontraba a las afueras de la isla. No habían recorrido ni la mitad del trayecto cuando Everardo, que en aquel entonces tenía cuatro años, perdió el equilibrio y cayó. Daniel, desesperado, se echó detrás de él para devolverlo a la canoa y aunque lo consiguió, la enramada de la isla le sujetó las piernas y no pudo salir del agua.

"Esa vez el que se iba a ahogar era yo, y él me sacó. Murió por mí. Me tocaba morirme", dice Everardo, el octavo de 10 hermanos, sosteniendo la voz con gran esfuerzo mientras recuerda.

"Sentía ganas de pegarle a Everardo, lo culpaba por haber ido por su padre porque no sabía remar bien. Yo miraba a Daniel, lloraba mucho, empecé a abrazarlo, a acariciarle la cara, pero ya estaba muerto. Entonces vino su abuelito y me pidió que no le pegara, que un hermano debió de morir para que viviera el otro, y había que entregárselo a Dios", cuenta doña Rosa Quirino, la madre de Everardo.

Esa marca le ha quedado a Everardo indeleble en el alma. Por momentos le ha perseguido incasablemente, hasta dejarlo casi exhausto. Paradójicamente, y con la muerte de su hermano a cuestas, es surcando el agua donde ha edificado su destino.

José Everardo Cristóbal Quirino alcanzó temprano, con apenas 20 años, el título de campeón mundial de canotaje. Fue en la ciudad de Szeged, Hungría, en 2006, impulsado por el recuerdo de Daniel. "Siempre en las competencias siento como si fuéramos los dos, una doble persona compitiendo; siento como si el corazón se me hubiera desarrollado un poquito más. Tengo muchísima resistencia, y eso me ayuda. Sé que mi hermano está en todas las competencias adonde vaya".

Ese sentimiento de responsabilidad por lo que ocurrió ha contribuido al crecimiento de José Everardo. Sin embargo, fue una sorpresa para muchos que él ganara el oro mundial.

"Todos los rivales a los que les gané se quedaron viendome de forma irónica, casi con desdén. Estaban sorprendidos, pensando cómo había podido ganarles. Nadie se acercó. El único que lo hizo para felicitarme fue el alemán Andreas Dittmer, mi ídolo".

La humildad con la que rema y acepta triunfos o derrotas la lleva a flor de piel y es producto de su trabajo. Como hijo ejemplar, Everardo ayuda en casa: desde pintar las paredes de su cuarto, donde pasa el tiempo meditando y escuchando música cuando no está concentrado con la selección mexicana de canotaje, hasta poner el piso de las habitaciones. No es un artista, pero sí el forjador de su destino.

Su primer gran éxito internacional llegó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2006. En la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, Everardo consiguió dos medallas: oro en C1-1000 y plata en C2-500. Luego vendría la gloria en el Campeonato Mundial de Szeged, y ya en 2007 la confirmación de su nivel, con dos preseas doradas (C1-500 y C1-1000) en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro.

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Esta nota se realizó en la fiesta aniversario de la revista.

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"Me siento grande con las medallas cosechadas, más con la de campeón del mundo. Me siento como el rey en C1. Se nota la diferencia con el resto de los compañeros, se siente, porque el trato que he recibido es diferente, pero yo soy el mismo con ellos, porque aunque mis triunfos son individuales, han requerido del esfuerzo de todos. No hay otra opción que no sea entrenar", explica.

Su gran sueño olímpico se viene fortaleciendo con los días, a pesar de que lo más complicado para él es alejarse de su querido entorno familiar: "Las concentraciones son agotadoras, no por el entrenamiento, sino por estar alejado de mi familia. Si por mí fuera, nunca saldría de Urandén, sino que traería las concentraciones para acá".

En Beijing, Everardo participará en la distancia de mil metros (C1-1000) gracias a su sexto puesto en el Campeonato Mundial de Duisburgo 2007. Esa clasificación le da derecho a participar también en la modalidad de 500 metros en C1.

Además de su intervención individual, Everardo buscará participar en el C2-1000 con su compañero y primo Dimas Camilo, tras lograr la clasificación en las eliminatorias de Montreal que se llevaron a cabo el pasado mayo.

Sin embargo, Octavio Morales, presidente de la Federación Mexicana de Canotaje, dijo que deberán esperar la confirmación de la Federación Internacional para conocer las pruebas en las que participará Everardo.

"La intención de la Federación Mexicana es que José compita en la C1 tanto en 500 metros como en 1000, porque es la más importante y está antes de las pruebas dobles. Pero también nos atrevimos a buscar que clasifique en C2. La individual es la primera opción en la que Everardo tendrá que dar el ciento por ciento".

Para José Everardo, lo más duro ya está hecho tras participar en númerosas competencias para clasificar a las Olimpiadas de 2008. "En este deporte siempre hay eliminatorias para llegar a las finales, y en muchas ocasiones es más difícil ganarse un lugar que disputar el título. Hoy anhelo ser siempre el favorito, ser el mejor. Si no hay sacrificio, no hay gloria, y ahora quiero estar en la final de los Juegos Olímpicos, mantenerme cuatro años y llegar a los siguientes".

LA NUEVA ESPERANZA
Con el retiro de Ana Guevara, la eliminación de la selección de fútbol y la ausencia de Iridia Salazar, Everardo es la opción mexicana. A continuación, las medallas de oro que ha conseguido México en la historia de las Olimpiadas.

Londres 1948
Humberto Mariles Cortés (montando a Arete), Rubén Uriza Castro (montando a Hatuey) y Alberto Valdez Ramos (montando a Chihuahua); equitación - Prueba por equipos.

Melbourne 1956
Joaquín Capilla - Clavados - Plataforma 10 metros.

México 1968
Felipe Muñoz - Natación 200 metros Estilo pecho.
Ricardo Delgado - Boxeo - Categoría de 48 a 51 kg
Antonio Roldán - Boxeo - Categoría de 54 a 57 kg

Montreal 1976
Daniel Bautista - Marcha 20 km

Los Ángeles 1984
Ernesto Canto - Marcha 20 km.
Raúl González - Marcha 50 km

Sydney 2000
Soraya Jiménez Mendivil – Halterofília - Categoría de 58 kg.

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