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¿De qué estás hecho Michael Phelps?

CIUDAD DE MÉXICO -- Acabamos de atestiguar uno de esos momentos históricos que será recordado por décadas y que tal vez ni siquiera él mismo sea capaz de comprender en su grandeza o, lo que es más, superar en el siguiente ciclo olímpico.

Tendrán que llegar nuevas generaciones, un mayor desarrollo tecnológico y, sobre todo, esa tenacidad humana por superarse cada vez más para que lo que culminó este día Michael Phelps deje de asombrarnos.

Él mismo no parecía comprender a plenitud su hazaña; una hazaña única e irrepetible que tuvimos la suerte de vivir en directo y que nos conmovió por su majestuosidad pero, sobre todo, impresiona el trabajo y la mentalidad que debe tener un chico aparentemente normal pero que es un fuera de serie, para completar sus históricas 8 medallas en la natación.

Emulando a los guerreros griegos y superando cualquier hazaña que se recuerde en los más de 100 años del olimpismo moderno, Michael Phelps se colgó su octava medalla dorada con esa amplia sonrisa en el rostro, acompañado de la intensa emoción familiar, y de una afición de millones de admiradores alrededor del mundo, que aún no acabamos de dimensionar lo que este tritón deja como un legado para la natación.

Su esfuerzo y disciplina son recompensados con esos metales redondos que significan la gloria máxima, más allá de su propio valor, se transforman en el más preciado tesoro que materializa el esfuerzo, el trabajo y uno de los momentos que de hoy en adelante, siempre se identificará con la máxima gloria olímpica.

Cuando pensemos en récords olímpicos, lo primero que vendrá a nuestra mente es un Michael Phelps explotando su potencia y velocidad en la piscina del cubo de Agua, ese toque polémico y de una centésima que le dio la séptima medalla, esa con la que algunos intentaron hacer controversia por encima del valor real del récord que igualaba Phelps.

¡Sería demasiado que el movimiento olímpico se prestara a una trampa ante los ojos de la humanidad!, por encima de los valores que se busca exaltar durante unos Juegos, más aún cuando gracias a la tecnología podemos apreciar lo que al ojo humano no pudimos distinguir de momento.

Más allá de polémicas, Phelps logró exaltar esa capacidad humana de asombrarnos ante lo que creímos imposible de lograr por el propio ser humano y que hemos perdido, ante la vertiginosa velocidad con que el desarollo tecnológico nos ha invadido.

Se trató de un hombre frente a un elemento: el agua, venciendo las leyes de la física, imponiéndose a sus propias capacidades, y superando en cada brazada todo lo antes visto.

De un hombre dedicado por completo a trabajar en superar las marcas históricas, que desconoce los placeres propios de un chico de su edad, a cambio de lograr la gloria eterna.

Y si antes ya Michael Phelps era considerado un campeón, es desde este 17 de agosto, un referente histórico para la natación, para el movimiento olímpico y para la humanidad misma.

La cita de cada 4 años siempre nos obsequia con grandes momentos y récords, pero lo que hoy atestiguamos es francamente fuera de toda proporción, acaso faltó la presencia de su antecesor, Mark Spitz, y nos hace recordar el verdadero propósito del olimpismo. ¡Gracias por permitirnos ser testigos y vibrar con tu eterna gloria! Aún cuando no comprendamos, ¿de qué estás hecho Michael Phelps?