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No todo está dicho

La final del baloncesto olímpico entre Estados Unidos y España pudiera ser mucho más disputada que el primer enfrentamiento que tuvieron estos equipos en la primera ronda de este campeonato; o más de lo mismo, dependiendo de la participación de un jugador.

El base José Manuel Calderón, quien no ha podido disputar la semifinal contra Lituania debido a un tirón en los aductores de su pierna derecha, puede ser la diferencia para que España pueda pararse de frente a la potente escuadra norteamericana, jugarle de igual a igual y poner en entredicho la consecución de la medalla dorada que prácticamente todos los conocedores ponen ya en manos estadounidenses, o de que los ibéricos vuelvan a ser arrastrados por la cancha como en la primera ocasión, cuando perdieron por diferencia de 37 puntos.

Con Calderón en cancha y saludable, las posibilidades de España aumentan por varias razones. La primera es precisamente la paliza que Estados Unidos les propinó en el primer partido y cómo ésta pueda influir en la psiquis colectiva de cada quinteto. En el caso de los españoles, les puede haber servido para calibrar la endemoniada presión defensiva que ponen los estadounidenses sobre el balón, ser mucho más cuidadosos en el manejo del mismo y en los pases y de esa forma reducir drásticamente la cantidad de pérdidas de balón que tuvieron en ese encuentro (28) y los robos de los que fueron víctimas (16). De esa manera pudieran potenciar más su ataque y, más importante aún, restarle oportunidades de contragolpe al equipo norteamericano, pues ya es un hecho conocido por todos que los estadounidenses se nutren de esos cambios de posesiones para entrar en situaciones de ventaja numérica en las cuales puedan lograr canastas fáciles, antes de que la defensiva rival se establezca.

Es inevitable, por más que Mike Krzyzewski y su cuerpo técnico traten de convencer a sus pupilos para que no ocurra, que los jugadores estadounidenses entren un poco sobre confiados al partido final y se sientan ganadores de la medalla de oro sin haberla disputado aún, lo cual pudiera ponerlos en más aprietos que los anticipados, tal como les pasó en el segundo cuarto del partido semifinal contra Argentina. Luego de dominar ampliamente el primer cuarto y llegar a sacar hasta 21 puntos de ventaja en los comienzos de ese segundo periodo, Estados Unidos se sintió ganador, dejó de ejecutar con eficacia en ambos costados de la cancha y le abrió una puerta al rival que el orgulloso, aguerrido inteligente y talentoso equipo argentino supo aprovechar y reducir la diferencia a 6 puntos, antes de ser víctima de un fallo altamente cuestionable de parte de los jueces en la jugada final del periodo y que permitió a Estados unidos marcharse a los vestuarios con una ventaja de 9 tantos.

España tiene más talento y profundidad que Argentina y tienen tanto orgullo e inteligencia colectiva como los sudamericanos. Lo que quizás sea un poco cuestionable, habiéndose visto resultados en competencias anteriores y como bajaron los brazos al final de su primer partido contra Estados Unidos, es que tengan tanta garra y pundonor deportivo como los albicelestes. Pero, si pueden mantener cerrado el partido final y llegar a preocupar a sus rivales a la altura de la segunda mitad, pueden ser capaces de lograr el "milagro".

Para eso es imprescindible la presencia de un centrado y capaz Calderón. Que nadie se engañe; el extremeño es el jugador más importante e imprescindible de esta selección. Es cierto que los españoles ganaron la final de un Mundial, sin su estrella máxima Pau Gasol y que incluso en este torneo han dejado en el camino a los lituanos sin la presencia sobre la duela de José Manuel, pero las circunstancias han sido muy diferentes a este partido final.

En Japón por ejemplo, los españoles pudieron subsanar la ausencia de Gasol porque tenían recambios más que adecuados en su hermano Marc, Garbajosa, Reyes y hasta Jiménez, que siempre echa una mano a los internos como falso 4. En la semifinal de este torneo olímpico se enfrentaron a unos lituanos cuyo fuerte no es precisamente la presión constante sobre la pelota y por eso pudieron sobrevivir, aunque de forma más complicada que la esperada, con López, Rubio y la ayudita de Fernández en la conducción.

Pero ante la presión que les pondrán Kidd, Paul, Williams, Bryant, James y Wade, más las dobles marcas agresivas sobre el porta balón que recibirán de Anthony, Howard y Bosh, esa terna de manejadores debe resultar totalmente ineficaz. López no es ni la sombra del jugador que era antes de las varias lesiones que sufrió en sus piernas y que amenazaron con poner fin a su carrera, Fernández es un manejador de balón incompleto (apenas utiliza su mano izquierda) y Rubio, que es el de más temple y estampa de armador de los tres mencionados, tiene los lapsos mentales y comete los errores propios de un chico de sólo 17 años de edad.

Si añadimos a eso que la falta de minutos en cancha le ha quitado toda la confianza a Navarro y lo ha hecho prácticamente desaparecer durante este torneo, podemos entender la importancia de poder contar con un Calderón jugando de 25 a 30 minutos, al tope de sus habilidades.

Otro aspecto importante para que España pueda dar la sorpresa es que sus tiradores de tres puntos tengan el partido que no han tenido aún en estos Juegos Olímpicos. Este es el peor equipo de entre los 12 participantes en porcentaje de triples (con un 29%). Con la defensa presionante, las dobles marcas sobre el manejador, las rotaciones agresivas del lado contrario a la pelota para ayudar a marcar al hombre que corta en las jugadas de pared y desmarque y la tendencia a arriesgar para tratar de robar balones, Estados Unidos es muy vulnerable en el llamado "lado débil" y susceptible a permitir tiros abiertos desde el área triple.

El despertar de tiradores como Navarro, Fernández, Rodríguez, Calderón y Garbajosa, para ayudar a Mumbrú que ha estado excelente (un 82% desde esa área), es imprescindible para dar al traste con la estrategia defensiva americana y permitir que los espectadores podamos disfrutar de un partido final mucho más interesante y cerrado que los siete previos que le hemos visto jugar a Estados Unidos.

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