ESPNdeportes.com 16y

Paciencia, la virtud perdida

BUENOS AIRES -- Solamente pasaron cuatro fechas del Apertura y ya hay técnicos sufriendo: algunos ya no tienen aire más allá del próximo partido y otros respiraron un poco porque ganaron este fin de semana.

La única manera de comprender esta locura es entender que, en los campeonatos cortos, al quedar atrás de arranque se hace difícil remontar, porque no hay suficientes partidos para hacerlo como en los campeonatos largos de Europa.

Hay un caso específico que llama la atención, como es el de Claudio Borghi, quien parecería que no tiene derecho a manejar sus propios tiempos para encontrarle la vuelta a su equipo.

No lo conozco personalmente, pero uno puede darse una cierta idea de lo que desea por su estilo cuando jugaba o por sus frases cuando habla de fútbol.

El hincha, desde afuera, desea pero no piensa: sólo lo conforma la victoria, un deseo lógico desde aquel lado del alambrado. En cambio, para quien dirige muchas veces la cosa es bien distinta: ganar sin jugar bien lo termina llevando, tarde o temprano, a la derrota.

No voy a tratar de encontrar excusas porque no quiero ser abogado de nadie, pero hay que comprender que aunque Borghi sea argentino, el fútbol desde el banco lo vivió siempre en el extranjero, y el nuestro, con todas sus exigencias, es definitivamente muy diferente al del resto del mundo.

El sabe que el funcionamiento de su equipo en este momento no es el mejor, pero si no se le dan los tiempos necesarios y se le exige desde el vamos que tiene que ganar jugando muy bien, se lo pone una situacion poco agradable y difícil de gestionar.

El más preocupado en toda esta situación es él, de eso no tengo la más mínima duda. El mismo Borghi se debe estar preguntando muchas cosas, tratando de encontrar una solución con el mismo material que tiene a disposición, porque otra no le queda.

A mí me resulta muy raro que no tenga juveniles complicándole la vida a los adultos, como pasa en otros clubes, para así ir mechándolos en el primer equipo y que ellos vayan demostrando que son el futuro, jugando con el estilo desprejuiciado de su juventud.

Independiente trajo media docena de jugadores, algunos de los cuales juegan en la misma posición: puntas (Higuaín-Núñez-Gandín) y volantes (Ríos-Grisales) que tendrían que aportarle un plus al equipo del Clausura, el cual por momentos logro jugar mejor que el actual.

Y hay una pieza clave en el funcionamiento que es Montenegro, a partir de quien voy a abrir un paréntesis: es interesante preguntar, no a Borghi sino a todos los tecnicos que lo tuvieron bajo su conducción, cuál es el puesto de Montenegro, ya que lo hicieron jugar tanto de punta como de enganche.

Por lo visto, a partir de esa decisión se modula el resto del sistema táctico. Con Montenegro de enganche, puede ser un 3-4-1-2, pero también un 4-3-1-2. Si va de punta, y suponiendo que no hay otro enganche (un bien escaso en el fútbol argentino), entonces ya el sistema seguramente sea un 4-4-2, con Montenegro siendo uno de los atacantes.

Consejos no doy, pero sí me permito emitir un pensamiento en voz alta: un jugador puede obligarme a mí a que encuentre su posición más adecuada en el campo, pero no a que el equipo gire en torno a él, porque por más importante que ese jugador sea, los otros 10 juegan también.

En el caso de Montenegro, queda clarísimo que es un jugador capaz de ganar partidos con dos o tres jugadas individuales o colectivas, cosa que muy pocos pueden hacer en el fútbol argentino. Por eso, que Borghi le encuentre la vuelta a su posición podría ser el primer paso para que su equipo se vaya consolidando. Eso y un par de resultados positivos seguramente le traigan la tranquilidad para poder darle a su Independiente la personalidad que el desea.

Atencion: el Rojo todavía va invicto en el Apertura. Ya sé, hoy se suma de a tres y no es bueno empatar, pero con 15 partidos por delante, nada está dicho.

OTRO VICIO ARGENTINO

Ya que hablamos de las particularidades del fútbol de estas tierras, aprovecho para cambiar de frente y ocuparme de ciertas agresiones inútiles que vi este fin de semana, las cuales no fueron sancionadas como correspondía.

Sé que es muy difícil arbitrar en cualquier lugar del mundo, pero en Argentina parece todavía más complicado. El jugador aquí es mañero, vicioso, agresivo y transgresor. Claro que, cuando transforma todo eso en orgullo y mentalidad ganadora, se convierte en un futbolista valorado mundialmente. Por algo el argentino es de los más requeridos en las ligas más competitivas de Europa.

Desgraciadamente, los que vuelven de Europa terminan haciendo cosas aquí que allá no les dejaban hacer, y se aprovechan de la permisividad de nuestros árbitros.

Este fin de semana vi partidos en los que parecía que los arbitros nunca habían jugado al futbol, al dejar que se llegara a contactos físicos totalmente mal intencionados, tan fuera de las reglas que hizo que en esos partidos, pensar en jugar se convirtiera en pensar en cómo dar y recibir.

Creo que no fui el único que lo vi: situaciones en donde los manoseos dejan de serlo para llegar a ser cachetazos o codazos, encontronazos permanentes en los que todos querían demostrar quién es más vivo o más guapo, choques y agarrones a millares... adónde se llegará si no ponen coto a todo eso, no lo sé.

De una cosa estoy seguro: si en mi casa cualquiera almuerza o cena a la hora que se le da la gana, es culpa mía. De esa misma manera, desde que empecé a jugar al fútbol que tengo claro que quien pone la disciplina en la cancha es el árbitro.

Hoy por hoy, parece que algunos están solamente para sacar partidos y no para dirigirlos. Afortunadamente, hay quienes todavía la pelean y los dirigen, a pesar de lo dificil que se hace. Espero que a los que les concierne se den cuenta... y los que no, que sigan como hasta ahora, si realmente piensan que están haciendo las cosas bien. Yo personalmente considero que tienen su parte de culpa, pero no toda: los que componemos la familia del fútbol tendríamos que parar la pelota un poco y preguntarnos si vamos por el buen camino.

Para terminar les cuento un episodio que me demostró cuánto había perdido yo la costumbre de lidiar con estos vicios después de tantos años afuera del país.

Cuando volví de Francia en 1993 para dirigir a Vélez Sarsfield, yo me habia olvidado de todos nuestros pequeños vicios... ¿y qué pasó?

Yo solía arbitrar los entrenamientos entre primera y reserva y todo transcurría dentro de los andariveles lógicos, hasta que un día, a unos dos o tres meses de mi regreso, los envié a todos a bañar. Me agoté de lidiar con los reclamos, con situaciones en las que el jugador que llevaba la pelota me decía que esta no había salido y el que lo marcaba me decía lo contrario... situaciones imposibles de comprobar, en las que uno cuenta con la buena fe de sus dirigidos.

No quiero pecar de exagerado, sepan que con esta acción resumo todas las otras que no viene al caso contar aquí. En todas ellas, en el fondo, discutían por el solo placer de discutir.

Primero pensé que había sido una situación aislada, pero cuando vi que este tipo de episodios se repetían prácticamente en cada entrenamiento, los volví a enviar a bañarse y a partir de ahí no arbitré nunca más.

Tal vez yo era un mal árbitro que no sabia juzgar como correspondía y me costaba encarrilar un partido como tenia que ser. En ese caso, lo acepto; pero no era mi profesión, como sí lo es la de los arbitros profesionales. Ellos son quienen más deben colaborar para que se vea un buen partido.

Felicidades.

^ Al Inicio ^