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Le gusta jugar con fuego

BUENOS AIRES -- Como diría el sabio, qué regalito implica opinar si se trata nada menos que de River.

Tal vez no se pueda comprender cómo un equipo que salió campeón hace apenas tres meses, hoy está penúltimo en la tabla. Pasaron ocho partidos, sin la excusa lógica que se puede tener cuando se juegan dos competiciones a la vez. Porque a esos ocho partidos se le agrega uno la semana pasada, que River lo afrontó con el realismo con el que se juegan las copas.

Si pensamos en los cambios podemos decir que se fue Ortega, quien le daba tranquilidad e inventiva con el balón, además de convertir goles capitales. Abreu, que jugó mejor en la Libertadores que en el campeonato, y el arquero Carrizo, muy importante en el cimiento del equipo. Pero, salvo que me olvide de alguno, con la falta de ellos no se puede justificar el momento actual del equipo.

Yo soy un convencido que futbolísticamente puede jugar mejor, e incluso aún mejor que el campeón. A partir de la eliminación contra San Lorenzo en la Libertadores, ese equipo tuvo el respiro que se necesita en la semana. Mientras tanto, sus adversarios directos carecieron de ese beneficio y estuvieron condicionados durante tres semanas más. El final de la historia es conocido: River aprovechó al máximo esa situación para salir campeon del Clausura 2008.

Salió campeón lógicamente, porque fue mejor que los demás y ahí no hay discusión. El primero siempre es el mejor, aunque existan los bohemios con sus discursos. Uno vio tantos mejores que salieron segundos... Y a nivel personal, estuve en un equipo muy superior al campeón, pero sólo nos quedamos con ese consuelo. Jugábamos mucho mejor, pero no ganamos aquel Metropolitano '71.

Volviendo a River, decir que no tiene la solidez del campeonato anterior no es del todo justo, ya que para mí no era tan consistente. Y demostró justamente en la eliminación de la Libertadores que la estabilidad no era su principal virtud. En los primeros seis meses nunca fue ese equipo que puede decir "voy ganando y no me empatan más". Parecería que le gusta jugar con el fuego, al poner siempre al alcance de su adversario la posibilidad de que sepa que no está muerto, solamente herido. Y que si el rival se lo propone, le puede meter un gancho que lo haga trastabillar y agarrar de las cuerdas.

En el partido contra Defensor de Montevideo dio otra muestra del mismo síntoma, dándole la posibilidad a los rivales de que crean que pueden venir a pelearle, aunque sea con un pequeño suspiro de esperanza. Diríamos que "le da placer" (ya sé que no) ganar con la agonía que lo hace en algunas ocasiones. Una situación que afortunadamente pudo manejar durante el Clausura 2008, y le alcanzó para dar la vuelta olímpica. Sin embargo, no estaba en la cabeza de nadie que en este Apertura no tenga los mismos dividendos, ya que ganó un solo partido de ocho. Pero la realidad actual nos dice que es así.

Si nos ponemos a pensar que tal línea anda mejor que otra no sirve de nada, porque desde el comienzo no les puedo decir un sector del campo de juego que haya repetido la formación dos o tres partidos seguidos. Y para los componentes de cada sector, es un punto a su favor la excusa de que no tienen los "automatismos" necesarios para funcionar decentemente en un nivel. Y yo la acepto como explicación.

Sobre el porqué de los cambios, no me aventuro a opinar porque respeto la decisión del técnico que conoce su grupo y actúa con el pensamiento de que lo que pone en práctica es lo mejor. Sin fundamentos, como es mi caso, es mejor no emitir opinión sobre el tema.

Lo que sí se ve es que juega con diferentes facetas, ya que tal vez los que entran y salen cumplen la función en el mismo sector del campo, pero no con las mismas características en sus jugadores. Sus actuaciones suben y bajan en el control y nivel del juego y es difícil explicar algunas situaciones. Por ejemplo, cuando todo viene bien y los jugadores pasan de intentar hacer cosas a jugar sin convencimiento. También la mínima duda en un pase, o el intento individual por desequilibrar, que provoca los grandes altibajos que demuestran en un mismo partido.

RIVER es RIVER y se debe intentar ganar todo lo que juega por tener jugadores, un técnico dos veces campeón en dos años (y con diferentes equipos) y una parcialidad que dice siempre presente y demanda éxitos por historia y convencimiento.

Esta situación la maneja el técnico, que es el único al que le van a exigir resultados. Además es el que tiene que tener bien en claro en su cabeza cuál es el camino a seguir cuando, como en este momento, hay dos competiciones simultáneas.

River ya fue campeón con 40 puntos (en el Clausura 2004), pero para lograrlo esta vez tendría que ganar los 11 partidos que faltan, quedándose sin margen de error por los próximos tres meses. En cambio, la Sudamericana le abre los brazos con la posibilidad de jugar una semifinal con Boca, cosa muy probable, si es que Boca también sigue pasando, ya que viene demostrandolo que el campeonato es su prioridad. En su caso, el negocio le salió redondo la semana pasada, con un 4-0 contra la Liga de Quito, resultado inesperado por la formación puesta en campo.

Por último, el que está en River sabe que la exigencia siempre será infinita. Por eso cuando uno no está adentro, y desea estarlo, tiene que tener siempre presente esa presión. Y la única respuesta será: "Bancátela y jugátela".

Felicidades.

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