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El pez gordo de Argentina

BUENOS AIRES -- Nadie tiene dudas acerca de quién es el líder tenístico del equipo argentino de Copa Davis. David Nalbandian es la estrella de Argentina. Por su compromiso constante con la competencia, sobre él se apoyan todas las decisiones que puedan acercar al conjunto albiceleste a la victoria. Sobre él, que es un top-ten consolidado, pese a que ahora figure 11°, y que -pese a sus propias irregularidades- se mantuvo como el tenista más regular de su generación, sobreviviendo a sus coterráneos Coria y Gaudio. Sobre él, que es el símbolo de lo que se puede.

Dueño de una devolución excelente y un revés temible, Nalbandian es el máximo bastión del tenis argentino, uno de los cuatro hombres del país que jugó una final de Grand Slam y el único además de Guillermo Vilas que ganó un torneo de Maestros, en 2005. Con 11 títulos en su haber, buscará darle al país la Copa que tanto anhela y tanto le falta.

EL CAMINO DE SU VIDA
David debutó como tenista profesional en 2000. Al año siguiente y había jugado su primera final ATP (en Palermo): terminó entre los mejores 50 del mundo. En 2002 sorprendió al mundo: alcanzó la final de Wimbledon, siendo el único varón argentino en lograr semejante hazaña, ganó los títulos de Estoril y Basilea y terminó en el puesto 12° del ránking mundial.

Ya no habría vuelta atrás. En 2003, llegó a las semifinales del US Open, donde cayó con el local Andy Roddick en un partido ajustado, y comenzó a alimentar su fama de mejorar su nivel en las grandes citas. Esa temporada alcanzó los cuartos de final en el Abierto de Australia, volvió a jugar la final de Basilea y estuvo en las semis del Master Series de Hamburgo. No obtuvo títulos, pero cerró el año en el puesto 8° del ránking y se clasificó por primera vez en su carrera para el torneo de Maestros.

En 2004, jugó de a ratos por una serie de lesiones, pero llegó a semifinales en Roland Garros (cayó con Gaudio, luego campeón) y a cuartos en Australia. Terminó el año como número 9 del mundo. Otra vez top-ten.


En 2005 se consagró como un crack mundial. En el año gana Munich, llega a cuartos de Australia, Wimbledon y el US Open y a semis del Masters Series de Madrid. Y cierra el año con su mayor hazaña hasta el momento: gana la final del Masters de Shanghai, contra el suizo Roger Federer, el entonces imbatible N° 1 del mundo. Y lo hace tras estar 2-0 abajo en sets. Fue el título más importante de su carrera.

En 2006 volvió a brillar en un torneo grande: quedó a un paso de la final de Australia al perder una semi increíble con el chipriota Marcos Baghdatis, después de estar dos sets a cero arriba. Después de ese torneo, queda 3° en el ránking mundial, el mejor puesto de su vida. Ese año también ganó Estoril y volvió a jugar el Masters.

En 2007, tras un comienzo de año olvidable, Nalbandian tiene un cierre de temporada espectacular: primero gana en Madrid el primer Masters Series de su trayectoria. Esa semana venció a los tres primeros jugadores del ránking, algo que sólo habían logrado dos jugadores en la historia (Boris Becker, en Estocolmo 1994 y Novak Djokovic, en Montreal 2007). Se impuso frente a Nadal (2º) en cuartos, Djokovic (3º) en semis, y Federer (1º) en la final.

Dos semanas después, en París, David vuelve a ganar. Otra vez vence a Federer y a Nadal. Nunca antes un tenista se había impuesto en dos ocasiones, en torneos consecutivos, a los dos primeros del mundo. Un nuevo ejemplo de su calidad y talento.

Este año, Nalbandian ganó los torneos de Buenos Aires y Estocolmo. También estuvo en la final de Acapulco, Basilea y el Masters Series de París. Pero no pudo terminar entre los 10 mejores del mundo, es 11°, aunque todos lo consideran un auténtico top-ten. Y pudo ir al Masters. Prefirió preparar su final de Copa Davis.

EN LA DAVIS
El unquillense debutó en la Copa Davis cuando tenía apenas 20 años. Fue en 2002, nada menos que en semifinales, frente a Rusia y en Moscú. En esa serie jugó el dobles junto con Lucas Arnold en un partido que quedó en la historia: en 6 horas y 20 minutos de juego, los argentinos se impusieron en el quinto set, con un cierre increíble de 19-17. Fue el partido más largo de la historia de la competencia.

Al día siguiente, por el buen rendimiento mostrado en el dobles, David tuvo una nueva chance: jugó su duelo de singles ante Marat Safin, pero perdió, y la serie quedó en manos de Rusia. Ese fue el comienzo del romance entre Nalbandian y una competencia que históricamente lo seduce.

En 2003, el cordobés ganó los cuatro encuentros que jugó: dos en la victoria ante Alemania, dos en el triunfo frente a Rusia. No jugó en las semis frente a España, que terminó en derrota. Y en 2004 ganó el único partido que jugó, frente a Marruecos: Argentina también se llevó la serie. Se ausentó en la derrota frente a Belarús.

En 2005, David volvió a brillar: después de ganar dos puntos en el 5-0 sobre República Checa, tuvo una actuación memorable en el césped de Australia: ganó los tres puntos que jugó y llevó a Argentina a semis, con un baile incluido al ídolo 'aussie' Lleyton Hewitt. El duelo concluyó 4-1 y, a partir de allí, Nalbandian se posicionó como líder indiscutido del equipo. En las semifinales, Eslovaquia gana 4-1. El punto argentino lo logra David, en la primera jornada, al vencer a Dominik Hrbaty.

En 2006, con los sueños renovados, Nalbandian y compañía llegaron a la final de la Davis por segunda vez en la historia del país. En esa final, frente a Rusia, en Moscú, David venció claramente a Marat Safin y a Nikolay Davydenko en los singles. Pero cae en dobles, con Agustín Calleri jugando mal, ante Safin y Tursunov. El final fue 3-2, y la serie y el título se quedaron en Europa.

En total, Nalbandian ganó 26 partidos y perdió 8 en la Copa. En singles, ganó 16 y perdió sólo 4. En este 2008 volvió a ser fundamental para que Argentina llegara a su tercera final. Dos lo tuvieron como protagonista. No es poco. Recién en semis, ante Davydenko y tras estar muy cansado, perdió su invicto de local en singles. Un día antes lo cedió también en casa en dobles, acompañado por Guillermo Cañas.

Muchas veces cuestionado por su afición al automovilismo -en particular al rally-, acusado de jugar en serio sólo cuando tiene ganas y de no cuidar su forma física, David sigue siendo el comienzo y el fin del equipo argentino de Copa Davis.

La suerte de la serie dependerá en gran parte de su nivel. También la posibilidad de festejar el primer título en la historia de su país. Se sabe que, para él, es una vieja ambición: nadie podrá acusarlo de no tener ganas.