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Otro capítulo más y van...

NAPLES -- El hombre sigue convocando multitudes. Grandes multitudes. Incluso mientras celebra el 20º aniversario de su torneo, donde seguramente tiene otros millones de cosas en la cabeza más allá de jugar golf, Greg Norman es la estrella.

Varias docenas de fanáticos se alinean detrás de las sogas en el Tiburon Golf Club sólo para poder echarle un vistazo a uno de sus tiros de calentamiento. Pronto, cientos de aficionados rodearán el tee de salida del primer hoyo y lo alentarán mientras dispare su drive al espacio, con la misma acción violenta de sus días de gloria.

En otras épocas, esto era simplemente parte de la rutina para Norman, quien fundó el Merrill Lynch (antes Shark) Shootout en 1989. Esta década ha sido más un conglomerado que un golfista, entrando ya en sus años de senior.

Ahora, sin embargo, esta práctica tiene algo más de propósito y hay más razones para tratar esta amistosa exhibición como algo más que el ejercicio de pegar y reir.

El Masters se aproxima y Norman, a los 53, está tratando su sorpresiva clasificación al primer major del 2009 como si todavía fuera el mejor golfista del mundo.

"He participado 22 veces y la vigesimosegunda vez fue igual que la primera", dijo Norman durante una entrevista reciente. "La belleza y la mística que tiene es la misma. Sólo hay un torneo de golf como el Masters y sólo habrá un torneo de golf como el Masters en la historia del juego".

Increíbles palabras surgiendo de la boca de un hombre que sufrió tantos dolores de corazón en el Augusta National, donde acumula nueve finales entre los mejores 10, incluyendo una derrota en playoff contra Larry Mize, un segundo puesto detrás de Jack Nicklaus y una dolorosa derrota ante Nick Faldo luego de desperdiciar una ventaja de seis golpes en la ronda final.

No hay nadie que merezca más un blazer verde y una invitación de por vida al Masters que Norman. Pero nunca sucedió y el Tiburón, que no juega el torneo desde 2002, no esperaba volver.

Todo eso cambio con su empate en el tercer lugar en el British Open de julio en Royal Birkdale, donde realmente le dio la vuelta al reloj y amenazó con convertirse en el campeón más viejo de un major por cinco años, luego de mantener una ventaja de un golpe de cara a los nueve de vuelta antes que Padraig Harrington prevaleciera.

Perdido en la conmoción quedó el hecho de que Norman se ganó una invitación al Masters por terminar entre los mejores cuatro. La idea le parecía tan ridícula aquel día en la costa oeste de Inglaterra que Norman, en un principio, no la creyó.

"Eso no existía en mi época", dijo Norman sobre el criterio de invitación, antes de que le recordaran que cuando estaba entre los mejores del mundo ese tipo de cosas realmente no le resultaban una preocupación.

Y coronó una semana mágica para Norman, quien entró al torneo sólo por el insistente pedido de su nueva esposa, Chris Evert, le leyenda del tenis quien convenció a su marido de que la experiencia iba a ser buena para él y lo iba a ayudar a prepararse para el Senior British Open de la siguiente semana.

Vaya preparación. Norman estuvo puntero o bien cerca durante todo el torneo, hasta que Harrington ejecutó un increíble 32 en los nueve de vuelta el domingo. Cinco meses después, Norman todavía recibe cartas y e-mails sobre su experiencia.

"Se sintió bien. Se sintió realmente bien volver a estar ahí", dijo Norman. "Se sintió realmente bien hacerlo frente a Christie. Ella es un ícono tan grande en su propio deporte. Que venga entonces a mi mundo, en ese escenario, en el final de mi carrera. Ver lo que pasamos juntos durante cuatro días y lo que significa un major. Y el British Open es probablemente el mejor. Fue muy gratificante".

Fue Evert quien terminó convenciendo a su marido de jugar. Él apenas se había preparado para el evento y mientras estaban en su luna de miel, Norman no se sintió bien con el trabajo que había podido realizar en pobres condiciones climáticas en Europa.

"Siempre pensé en ir con bajas y manejables expectativas", dijo. "Mantuve el equilibrio durante toda la semana. Nada me sacó de mi lugar. Una de las cosas que sentí diferente fue el hecho que disfrute el tiempo con los amigos que me acompañaron. Fue realmente relajamente en muchos sentidos. Y nunca había sido así. Siempre estuve en una burbuja. Ibas del campo al hotel y eso era todo. Pero disfruté con amigos y eso realmente ayudó".

También ayudó el hecho de que a Norman todavía le queda mucho talento, más allá de la falta de preparación. Norman jugó cinco torneos antes del British Open, pero ninguno después de no superar el corte en el AT&T Classic de mayo. Sin embargo, terminó empatado en el séptimo lugar en el South African Airways Open en diciembre pasado y empatado en el 14º puesto en el BMW Asian Open de abril, ambos eventos del Europear Tour.

"Pienso que lo que hizo es algo bastante especial para el golf", dijo Nicklaus, de 68 años, quien además de ganar el Masters a los 46, luchó por el título en 1998 con 58 años, antes de terminar empatado en el sexto lugar. "Asumo que no había jugado demasiado antes de eso. Greg es un campeón. Cuando te encuentras con tu juego, de repente tienes una buena primera ronda, te sientes bien, sientes que fue divertido. Piensas, 'Quizá pueda repetirlo mañana'. Recuerdas como se juega. De alguna manera vuelve a encender tu fuego y te emocionas. Te diviertes y te dices a tí mismo, 'Esto es lo que solía hacer. Esto es divertido'".

Norman, quien ganó el Open en Turnberry (la sede del tercer major del año en 2009) en 1986 y en Royal St. George's en 1993, no había jugado un mayor desde que terminó empatado en el 60º lugar en el British Open de 2005 en St. Andrews.

Por eso abrir el torneo con un par de 70 en condiciones ventosas y frías para tomar la ventaja luego de 36 hoyos fue algo más que una sorpresa. Y luego verlo retenerla con una tercera ronda de 72 y tomar una ventaja de dos golpes sobre Harrington con 18 hoyos por jugar estuvo más allá de la comprensión de cualquier ser humano. Norman estaba a un día de convertirse en el campeón más viejo de un major en la historia --por cinco años.

"Fue como un sueño", dijo Evert, quien caminó todo el torneo con él. "El primer día fue como, está bien, estás liderando el torneo. El segundo día fue, bueno, sigues liderando. Y el tercer día, fue como estar flotando en un sueño al verlo. Fue probablemente una de las mejores semanas de mi vida".

Lamentablemente, no hubo final feliz. Norman hizo bogey en los primeros tres hoyos de la ronda final y registró una tarjeta de 38 en los primeros nueve, cuatro sobre par. De todas maneras, seguía teniendo una ventaja de un golpe sobre Harrington, quien hizo bogey en los últimos tres hoyos de los nueve de ida. Pero Norman no pudo seguirle el ritmo en la vuelta a Harrington, quien no volvió a hacer bogey y registró dos birdies y un águila para terminar con 32 y una tarjeta total de 69. Norman se conformó con un 77 y quedó empatado en el tercer lugar.

Pero esta vez no tuvo la fea sensación que le dejaron otros majors a esta altura. A pesar de cierta decepción inicial --"Estaba para cualquiera en los nueve de vuelta", dijo-- Norman debe estar orgulloso de su rendimiento y de haber clasificado para el Masters.

Y ahora está preparándose. Luego de prácticamente alejarse de las canchas después del U.S. Senior Open en agosto, Norman comenzó una rutina específicamente de golf el 1 de diciembre. Antes de eso, dejó sus negocios resueltos para tener tiempo para prepararse. Quedó empatado en el tercer lugar junto a su compañero Camilo Villegas en el Merrill Lynch Shootout y planea competir el mes próximo en el Senior Skins Game.

"Mi meta es estar listo para el 1 de febrero, para realmente empezar a practicar y jugar torneos", dijo.

Norman tiene planes tentativos de competir en el Dubai Desert Classic en los Emiratos Arabes Unidos y está comprometido a jugar en el Johnnie Walker Classic en Perth, Australia, ambos eventos del Tour Europeo. Luego regresará a Florida, donde está considerando jugar un par de eventos del PGA Tour en marzo y quizás viajar a Houston la semana previa al Masters. Además planea hacer una visita en primavera al Augusta National antes de la semana del torneo.

Y él espera aprovechar al máximo su improbable oportunidad de regresar al Masters. Norman está preparado para sortear las preguntas que indudablemente surgirán sobre sus penurias pasadas en Augusta.

"Iré con buena predisposición, pero se que la gente va a sacar a relucir todos los malos recuerdos también", dijo. "Debes ir con mente abierta. Porque se que lo van a decir de todos modos. Voy a ir con una buena sensación".

Será el primer viaje de Evert al Augusta National. Y el hijo de Norman, Gregory, será el caddie.

"Será una experiencia increíble", dijo Gregory Norman. "No hace falta decirles que nunca estuve tan emocionado por ponerme un overall blanco en mi vida".
El último Masters de Norman en 2002 resultó en un empate en el 36º lugar luego que oficiales del torneo le dieran una invitación especial. Fue tres años después de su última batalla por el título, cuando desafío a José María Olazabal en los nueve de vuelta antes de terminar tercero en 1999. Norman pensó que nunca volvería, definitivamente no para jugar.

Ahora, en sólo unos meses, un hombre que entonces tendrá 54 años será una de las grandes historias del torneo.

"Su talento definitivamente sigue vivo", dijo Nicklaus. "Siempre se ha mantenido en gran forma. Creo que disfrutará mucho este regreso y se divertirá. Siempre jugó bien en Augusta y no hay razones por las que a los 53 --quiero decir, yo casi lo gano en una pierna con 58. Por eso un hombre que está en mucho mejor forma y es cinco años más joven de lo que yo era puede tener un buen resultado".