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Cuentos para destacar

Antes de que Manny fuera Manny, Rickey era Rickey. Rickey Henderson, quien se espera sea electo al Salón de la Fama en su primer año de elegibilidad, dejó una imagen indeleble con su talento en el terreno y su carácter fuera del terreno. Nuestros reporteros comparten algunas de sus historias favoritas sobre Henderson.

'Hacer lo que él tenga que hacer'

Una vez Lou Brock me habló acerca del miedo de la almohadilla. Los corredores se lastiman sus tobillos, rodillas, dedos y hombros al deslizarse en las bases y terminan perdiendo su pasión por correr con el tiempo debido a su miedo de lastimarse.

Tyson

"La excepción era Rickey Henderson," me dijo Brock. "Aceleraba más que nadie que haya jugado al llegar a la base."

Me senté en el camerino de los Atléticos durante prácticas de bateo varias veces con Henderson durante sus mejores años en Oakland desde 1989 a 1991. Sus rodillas siempre estaban vendadas. Al igual que sus dedos. Tenía sus coderas puestas y hielo en su hombro. "Oyeme," me decía, "Rickey tiene dolor."

Lo que me asombraba era que seguía siendo uno de los mejores jugadores ofensivos de su tiempo, un bateador tremendamente peligroso a pesar de las lesiones, las que habrían dejado a muchos fuera de combate. "Rickey tiene que hacer lo que él tiene que hacer," me diría Henderson. "Pero cambiame a Boston, ponme tercero en la alineación, olvídate de los robos de bases y batearía .330 con 35 jonrones."
--Peter Gammons

Tan sólo hay un Rickey

Fue el día antes del comienzo de la Serie Mundial del 1993. Pensé que un gran ángulo para una historia sería una comparación entre los dos primeros bates. Lenny Dykstra había tenido una temporada fabulosa y había anotado 143 carreras, la mayor cantidad para un primer bate desde, quien más Henderson.

Tyson


Así que me acerqué a Henderson en el terreno y comencé a explicarle la historia. Él me dijo, "¿Quién es Lenny Dykstra?"

Me reí. Y le dije, "Es el primer bate del otro equipo."

Henderson dijo, "No hay otro primer bate que yo."

Traté de continuar con mi ángulo. No lo vió.

"¿Qué ha hecho Lenny Dykstra?" me preguntaba.

Comencé a darle los números. Y Henderson me interrumpió.

"Oye, ¿porqué comparas a otro tipo con Rickey? Tan sólo hay un Rickey."

Y eso fue todo. De hecho, hubo tan solo un Rickey. Y eso nunca a va a cambiar. Nunca.
--Jayson Stark

Acerca de ese tipo con el casco …

Tuve el placer de cubrir a Henderson por pocos meses cuando los Marineros de Seattle lo firmaron en el 2000 -- "La gente que me conoce sabe que soy un gran tipo con quien estar," dijo luego de llegar -- un cambio que llevó a la famosa historia que involucra a John Olerud.

Tyson


Por supuesto, Olerud, siempre llevaba un casco en el terreno debido a que había sufrido un aneurisma cerebral en el pasado, y de acuerco con la historia, alegadmente Henderson fue donde él y le dijo, "Sabes, había un tipo en mi anterior equipo que llevaba también un casco todo el tiempo." Y alegadamente Olerud le respondió, "Sí, ese era yo." Es una gran historia, excepto que eso nunca sucedió. Todo comenzó con una broma hecha por un empleado del camerino de los Mets y de ahí se esparció. Repito: nunca sucedió. Pero la belleza de la historia, como dijo Olerud cuando le pregunté sobre ella, es que de seguro suena como algo que Henderson habría dicho.

Los Marineros también tuvieron una noche dedicada a Barry White en ese verano, en la que el legendario músico presentaba a los jugadores antes de cada turno. White hizo el lanzamiento de honor antes del partido, y Henderson fue quien lo recibió. Le pregunté a Henderson donde él colocaría ese partido entre lo más destacado de su carrera, y él me dijo que lo pondría al tope.

Henderson es un gran fanático de Barry White.
--Jim Caple

Respetando a Rickey

Rickey tenía 37 años y en declive cuando lo entrevisté en el campo de entrenamiento primaveral de los Padres de San Diego en marzo del 1996. Ya se estaba relacionando bien con la dinámica del camerino de los Padres, y haciendo buena amistad con Tony Gwynn y comenzando a asesorar a un joven jardinero llamado Earl Johnson, quien se había robado 80 bases en las menores dos años atrás. Basta con decir que Earl Johnson no se convirtió en la reencarnación de Rickey Henderson.

Tyson

Henderson cayó bien con los Padres a pesar que cargaba sus cosas en un bulto color verde y dorado de los Atléticos. "Ese bulto esta a punto de ser quemado,'' me dijo.

Si algo en particular sobresale de mi relación con Henderson de mis años como escritor de béisbol cubriéndolo en grandes distancias, es el respeto que raya en reverencia que provoca en otros jugadores. Seguro, Jimmy Rollins estudió cada movimiento de Henderson como un niño en Alameda, Calif. Pero Eric Young me dijo una vez que él también había emulado a Rickey durante sus años de infancia en New Jersey. "Cuando Rickey conectaba un jonrón, te dejaba saber, '¡Te vencí!' " dijo Young. "Era lo mismo cuando se robaba una base. Siempre tenía un poco de actitud en él. Me gustaba eso.''

Rickey todavía lucía con actitud seis años después, cuando lo entrevisté cuando militaba con los Newark Bears en la Liga Independiente del Atlantico. Tenía en ese entonces 43 años, claramente quemando sus últimos cartuchos, pero aún así insistía que podía ayudar a un equipo de Grandes Ligas. Estoy seguro que cuando los escritores de béisbol lo entrevisten el lunes luego de su elección al Salón de la Fama, él seguirá diciendo que puede ayudar a un equipo. Rickey podría ser el primer seleccionado en la historia de Cooperstown quien agradece a sus mánagers, coaches y compañeros mientras cabildea por un nuevo contrato.

--Jerry Crasnick

El genio de Wall Street

Estaba cubriendo los Atléticos de Oakland en 1998. Estaba en mi primer año cubriendo béisbol, y Henderson había llegado de vuelta a los Atléticos. Los Atléticos son de los pocos equipos que todavía permiten a los reporteros montarse en el autobús del equipo para ir del hotel al estadio.

Tyson


Algunos de los reporteros en el autobús ese día estaban hablando acerca de donde estaban durante algunos de los grandes momentos en el béisbol. Estaban discutiendo el jonrón de Kirk Gibson en la Serie Mundial de 1988, el gesto de Carlton Fisk para que la pelota fuera buena en la Serie Mundial de 1975, etc., cuando alguien trajo a colación la Serie Mundial de 1993. Estaba en San Francisco con mi compañero de cuarto Kev, gran fanático de los Filis de Filadelfia, quien estaba llorando amargamente cuando Joe Carter de los Azulejos conectó el jonrón que le dió el campeonato a Toronto ante Mitch Williams de Filadelfia. Dave Feldman, miembro del equipo de producción de TV, dijo donde estaba. De repente, desde la parte de atrás del autobús, escondido detrás de un periodico, una voz -- la voz de Henderson -- dijo, "Yo estaba en segunda base."

Más tarde ese año, estabamos en Boston en el camerino más pequeño en este lado del Tiger Stadium, y algunos de los jóvenes estaban hablando acerca de las cosas que querían comprar. Jason Giambi había firmado su primer contrato -- tres años, $9 millones. Algunos de los otros jóvenes, como Ryan Christenson y Jason McDonald, hablaban acerca de comprar ropa o aros para los neumáticos de sus autos. Henderson estaba en la esquina más alejada de ellos en el camerino leyendo el diario Wall Street Journal. Caminó hacia ellos y comenzó a explicarles el mercado de valores. Giambi hizo un comentario, y Henderson se alejó y dijo, "Ustedes se ríen, pero Rickey nunca se irá a la quiebra."
--Howard Bryant

Sólo siendo honesto

Debido a que cubrí a Henderson por seis años y una de sus hijas fue a la misma escuela que uno de mis hijos, siendo que tengo un mejor entendimiento de él como jugador y como persona que muchos otros. Pero siempre recordaré un incidente que tuvimos en el Yankee Stadium a mediados de los años 90.

Tyson


Me había dicho algo controversial la noche anterior, y yo lo publiqué. El día siguiente, el entonces mánager de los Atléticos Tony La Russa estaba furioso y le leyó a Henderson la declaración. Henderson me llamó en el terreno. Yo simplemente le dijo, "¿No fue eso lo que tu me dijiste?" Él dijo que si. Ahí mismo acabó la discusión, y desde ese punto en adelante él y yo nos llevamos muy bien.

--Pedro Gómez

¿Cuál es su nombre?

Rickey Henderson no es sólo uno de los más grandes talentos de todos los tiempos; es también uno de los caracteres más grandes que jamás haya jugado el juego. Una de las cosas que más distingue a Henderson es que no puede recordar el nombre de las personas. Cuando mi equipo, los Mets, firmaron a Henderson para la temporada 1999, aprendí eso de primera mano, ya que nunca se pudo aprender mi nombre. Él diría, "Hey, GM" cuando me quería ver. Yo lo habría tomado de modo personal, pero me dí cuenta que no era sólo mi nombre el que no podía recordar.

Tyson


Durante esa temporada 1999, desafortunadamente despedimos varios coaches en junio. El día después de los despidos, un escritor se le acercó a Henderson y le preguntó que pensaba sobre Tom Robson (el despedido coach de bateo). La respuesta de Henderson fue, "¿Quién es ese?" El escritor le explicó que era el coach de bateo, y Henderson le dijo, "Oh, ¿ese era su nombre?"

Me reí cuando Henderson fue nombrado coach de bateo con los Mets para la temporada 2007. Lo encontré tan irónico que se convirtiera en coach de bateo de Grandes Ligas aun cuando él nunca podía recordar los nombres de sus coaches de bateo.

--Steve Phillips

Tyson

Siempre cortés

Cubrí a Henderson al final de su carrera, cuando hizo una parada de 72 partidos en Boston en el 2002. Yo llevaba pocos años cubriendo béisbol, y en ese entonces, el camerino de Boston podía ser difícil de navegar. A pesar que no tengo una historía sobresaliente de Henderson como muchos de mis colegas, siempre lo recordaré a él y al fallecido Rod Beck como dos atletas que eran corteses con su tiempo y respetuosos conmigo como una joven mujer escritora de deportes en los inicios de su carrera. Henderson siempre me saludaba, me miraba directamente a los ojos, y por supuesto, siempre estaba disponible.
--Amy K. Nelson

No hacen falta aparatos

Cuando Henderson fue contratado como coach de primera base de los Mets hace un par de años, José Reyes llegó a primera base en su primer o segundo juego. A medida que Reyes se alejaba de la base, Henderson no estaba mirando al lanzador o hablando con Reyes. En cambio, estaba mirando hacia abajo a algo en su mano. Reyes pudo haberse alejado, pero los ojos de Henderson continuaban fijos en el aparato en su mano, lanzamiento por lanzamiento.

Tyson


Sentado en el palco de prensa y observando el juego, de momento me di cuenta de lo que lo estaba distrayendo: un cronómetro. Henderson, como coach de primera base, era responsable de medir los envíos del lanzador hacia el plato, y él estaba tratando de averiguar como hacer funcionar el cronómetro -- como activarlo, como como detenerlo y recomenzarlo. Su atención estaba completamente dedicada a ese proceso.

Probablemente Henderson nunca se preocupó por utilizar un cronómetro como jugador. Con esos instintos increíbles que tenía para robar bases, probablemente nunca se tuvo que preocupar de medir los envíos de un lanzador. Él solo los miraba y reaccionaba.

--Buster Olney

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