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Casi sin despeinarse

No fue la pelea del año, ni siquiera entrará en ranking alguno. Digo más, no hubo pelea. Pero era lo esperado. Ganó Manny Pacquiao casi sin despeinarse. La pelea llegó hasta donde quiso el filipino, tal como se los había vaticinado. La pudo terminar en el primero. Debían haberla detenido. Fue un KO terrorífico. Pero era lo esperado, lo imaginado.

En mi comentario previo no elaboré ningún análisis. Me encargaron un pronóstico round por round y allí les mandé mi fantasía. Es verdad que en la respuesta de nuestros lectores no fui nada beneficiado por mi osadía. La noticia que les doy es que tenían razón en sus críticas. Acepto que hubo algunas alucinaciones de mi parte al vaticinar el resultado del combate con tanto detalle.

Pero en forma independiente a que acerté en el resultado, es bueno destacar algunas cosas obvias que sí eran previsibles. Me refiero al papel de las esquinas, al de los entrenadores. Hatton, que no es tonto, sabía de antemano que si no modificaba su estilo ante un rival tan letal como Pacquiao no tenía nada que hacer. Por ello llamó a Floyd Mayweather Sr. y tal vez allí comenzó a perder la batalla. Pretender mudar el estilo, la forma de boxear de Hatton de toda su vida, con la que ha vencido a 45 adversarios, no era lo aconsejable.

En el poco rato que lo vimos sobre el ring, Hatton lució confundido, dubitativo sobre el cuadrilátero. No duden que fue por esa pretendida transformación que a todos sus nuevos pupilos trata de imponer Mayweather. El inglés a esta altura de su vida no tiene recursos mentales para aprender a boxear de nuevo. Y le costó muy caro.

Con Manny Pacquiao las cosas son diferentes. Freddie Roach llegó a su esquina hace ocho años. Los invito a que observen en su palmarés la curva ascendente de su carrera desde entonces. Aprovechando sus dotes naturales, paso a paso, Roach se ha tomado el tiempo de construir al mejor libra por libra. Lo ha hecho trabajando aspectos claves como la mentalidad, la defensa, la agresividad inteligente y fundamentalmente la estrategia de pelea. Roach y Pacquiao encaran cada combate con un plan de pelea y lo aplican con disciplina militar.

El filipino no gana solamente por ser mejor. Puede ser mejor o peor que Hatton, Márquez, De la Hoya, Barrera y otros más. La diferencia está en que cada vez que sube a enfrentarlos, el PacMan se aprendió de memoria sus defectos, conoce al detalle sus puntos flacos y practicó hasta el cansancio la forma de cuidarse de sus virtudes. Léase: golpes peligrosos de cada adversario.

Pero había también un detalle fundamental para imaginar cualquier pronóstico. En el pasado reciente Pacquiao ha ganado con autoridad, algo que no ha ocurrido con Hatton. El mensaje que el historial de la controversial victoria sobre Luis Collazo en mayo del 2006. Después tuvo un criticado desempeño en su victoria sobre Juan Urango, noqueó a la sombra de lo que alguna vez fue José Luis Castillo, fue noqueado por Floyd Mayweather Jr., pasó problemas ante Juan Lazcano y le dio una paliza a Paul Malignaggi, que abandonó en el undécimo asalto. Si no consiguió noquear a Malignaggi, ¿alguien podía esperar que sí noqueara a Pacquiao?

Este sábado en Las Vegas, el mejor libra por libra destruyó a un nuevo rival. Si quedaban dudas sobre la legitimidad de su reinado, su victoria tiene que haberlas disipado. Muchos insistirán con las discutidas victorias sobre Márquez o la derrota ante Erick Morales. En el boxeo, la estadística suele mandar por encima de la historia. Sólo nos queda el futuro para esperar por alguien que destrone a quien, legítimamente, reina en lo más alto del boxeo mundial.

PD: Créase o no, el 90 por ciento de este comentario lo escribí en mi cabeza antes de la pelea entre Manny Pacquiao y Ricky Hatton.