ESPNdeportes.com 15y

La anti-Faitelson-manía

MÉXICO -- Oriana Fallaci acuñó la frase de que "el periodismo es un privilegio extraordinario y terrible". Todos los que vivimos por y para el periodismo lo sabemos...y lo aceptamos. Esta es una pasión inigualable. Para ejercer el periodismo con vocación, como lo hace David Faitelson, se necesita sentir todos los días el fluir de la adrenalina.

Pero no la hormona vasoactiva secretada por las glándulas suprarrenales bajo situaciones de alerta o emergencia. No. Quienes viven en profesiones de alto riesgo entienden que para un periodista la adrenalina es el combustible que mueve sus pasos. Es agua y alimento a la vez.

Ejemplos ha habido en la historia del periodismo que reflejan esta actitud ante la vida, como el caso de la italiana Oriana Fallaci, que nació y creció en la Italia fascista de Mussolini y con un padre antifascista vivió en permanente estado de alerta, con la adrenalina corriéndole por el cuerpo. Oriana fue partisana durante la Segunda Guerra Mundial y participó en la resistencia contra la ocupación nazi en Toscana. Estudió medicina pero el virus del periodismo penetró en su sangre y decidió formar parte de la historia contemporánea, en la que puso al servicio del periodismo todos sus sentidos. Fue corresponsal de guerra en prácticamente todos los conflictos del Siglo XX: Vietnam, Medio Oriente, India contra Pakistán y en las crisis sociales y políticas latinoamericanas.

Participó en el movimiento estudiantil de México 1968, donde, mezclada entre los jóvenes, para vivir de cerca la historia, con la adrenalina a tope y el riesgo latente, recibió un balazo en un glúteo y fue retenida posteriormente en el Campo Marte, acusada de subversión. Cuando la sorprendió la muerte en el año 2006, Oriana había dejado entre su legado entrevistas con personajes que hicieron la historia del Siglo XX, como Henry Kissinger, el Sha de Irán, el Ayatola Jomeini, Willy Brandt, Federico Fellini, Indira Gandhi, Yasser Arafat. Golda Meir, Mao Tse Tung y John F. Kennedy, entre muchos otros.

Otro personaje inmortal del periodismo, don Julio Scherer nos sigue enseñando en el aula de la vida que "la cirugía y el periodismo remueven todo lo que encuentran". Y precisa: "El periodismo ha de ser exacto, como el bisturí".

Otro destacado periodista, Ryszard Kapuscinski, maestro mundial del oficio, escribió que "para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias".

Otro, Joseph Pulitzer decía que "una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico".

Y Rodolfo Wash apuntilló aún más sobre el ejercicio de esta actividad: "El periodismo, o es libre...o es una farsa".

Pocas veces uno se permite el lujo de hablar en primera persona. Hoy solicito al lector una licencia para decirle a David Faitelson que entiendo perfectamente lo que está pasando. Él, igual que otros periodistas vocacionalmente comprometidos con su profesión, como José Ramón Fernández, Carlos Albert, Miguel Ángel Ramírez, Jaime García Elías o un servidor, hemos hecho nuestra la frase de Oriana Fallaci: "No exagero cuando digo que en cada experiencia profesional dejo jirones del alma".

Yo he visto a David Faitelson, primero como televidente, luego como colega, posteriormente como compañero y hoy como amigo, cruzar océanos, países, ríos, estadios y culturas para cumplir con su misión vocacional de informar. Lo he visto casi desfallecer por cansancio, por falta de alimento, por las extenuantes jornadas, porque sólo su sentido de responsabilidad de informar lo mantiene de pie. Y lo he visto reconstruirse con migajas de comida y un sorbo de agua, para seguir de pie, porque los tiempos se le acortan para enviar la información del día.

Lo he visto, como Fallaci, dejar jirones de su alma en muchas experiencias profesionales, para que la noticia llegue a los televidentes.

Y también lo he visto, en el ejercicio de su libertad de expresión, jugar peligrosas apuestas, emitiendo un punto de vista basado en sus conocimientos, en su valor, en su verticalidad, en su convicción y en su sentido de responsabilidad.

David Faitelson no es un timorato. Es un hombre que se la juega en una opinión. No conoce la cobardía, pero tampoco es un valentón irresponsable porque como padre y esposo tiene la obligación de calcular todos los riesgos porque es el sostén de una familia.

Decía Ortega y Gasset que pensar ya es exagerar. David es una voz comprometida, polémica, que despierta pasiones, que polariza opiniones. Él lo sabe mejor que nadie. Es un provocador inteligente. Pero su experiencia profesional en una mesa de debate le permite (metáfora válida en este caso) saber si es el momento preciso de disparar la flecha, o si es preferible regresar el brazo y deja quieto el arco.

En el caso del que se le acusa, David no disparó. Soltó el brazo y dejó descansar el arco. Nunca habló del país ni de su gente. Los salvadoreños fueron manipulados por su prensa.

David habló de la calidad del fútbol salvadoreño, la pasada y la actual, del lugar 100 que ocupan en la clasificación de FIFA, de que su selección no existe en el mundo de las potencias del fútbol. Y aclaró que si México se preocupa por ese juego ante El Salvador es porque el nivel del fútbol mexicano, en este momento, aunque sea lugar 26 en la tabla de FIFA, tampoco se le puede considerar potencia, aunque ha palpado otros sabores y respirado otros olores cuando ha competido en torneos de gran relevancia. Ninguna persona inteligente puede ofenderse con estas analogías.

Por eso, hoy que se ha desatado una enfermiza anti-failtelson-manía por las opiniones de David previas al partido de México contra El Salvador es prudente recordar que Plauto, hace 2200 años decía que "lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro" (lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit). Y que también el filósofo inglés Thomas Hobbes, afirmaba que "en el estado de la naturaleza" el hombre vive una guerra "de todos contra todos". Incluso dejó una frase muy oportuna para estos tiempos: "El hombre es un lobo para el hombre".

Pero al mismo tiempo observaba Hobbes en ese Siglo XVII que ese mismo hombre, incluso en el estado de naturaleza primaria, "sigue siendo un ser racional y tiende a superar el desorden y la inseguridad" en momentos críticos.

David Faitelson es un periodista de vocación pura, curtido en las más duras batallas, habituado a lidiar con adversidades y "grillas". Es un tipo cabal, entrañable amigo de sus amigos, con altísimo sentido de gratitud con quienes han sido sus maestros y leal en toda la extensión de la palabra. Y es un hombre comprometido con el periodismo. No necesita defensores porque él solito ha sabido enfrentar vientos, tormentas, ventarrones y huracanes.

Que sirva esto simplemente como un mensaje de solidaridad al colega y de lealtad al amigo.

^ Al Inicio ^