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Entrega y coraje como ninguno

Arturo Gatti vs. Mickey Ward

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Las tres peleas de Arturo Gatti con Mickey Ward, es una de las mejore trilogías en la historia

Hace ya dos años (el 14 de julio del 2007) yo estaba en el ringside del Boardwalk Hall en Atlantic City, N.J., para lo que yo siempre veía como una emocionante oportunidad de cubrir una pelea de Arturo Gatti.

Hoy, estoy lamentando la muerte de mi boxeador favorito.

Él falleció el sábado a la edad de 37 años (demasiado joven para morir) en un condominio que alquilaba para pasar sus vacaciones en Brasil, supuestamente a manos de su esposa. Yo no me sentía capaz de escribir esto hasta ahora porque Gatti significó mucho para mí, tanto personal como profesionalmente.

A pesar de que Gatti no ganó su última pelea ante Alfonso Gómez, cayendo por la vía rápida en el séptimo asalto y anunciando su retiro de manera inmediata, Gatti cayó peleando, cuando la pelea fue detenida recién cuando el por entonces comisionado de boxeo de Nueva Jersey Larry Hazzard sobrepasó la autoridad del árbitro Randy Neumann y subió al ring para parar la pelea.

No hubo ningún otro peleador que fuese más respetado universalmente por otros boxeadores como lo fue Arturo Gatti.

--Promotor Lou DiBella

No iba a haber recuperación milagrosa posible para el temerario Gatti esa noche, aunque debería ser notado que en el momento en que se detuvo la pelea, "Thunder" intentaba levantarse de las lonas.

Ningún peleador que yo haya visto tenía más corazón que Gatti. Ningún otro peleador que yo conociera estuvo involucrado en peleas más sensacionales y llenas de acción que Gatti, cuyos dos títulos mundiales en los pesos ligero junior y welter junior empalidecen ante su larga lista de batallas inolvidables.

Ahí estuvieron esas dos tremendas guerras ante Ivan Robinson. Increíbles victorias por nocaut a último minuto ante Wilson Rodríguez y Gabriel Ruelas. Dos peleas muy poco apreciadas ante Tracy Harris Patterson así como grandes combates con Calvin Grove y Angel Manfredy, y una valiente y excitante actuación ante Oscar De La Hoya. Y todas ellas llegaron antes de que participara en una de las mayores trilogías de la historia del boxeo ante Micky Ward.

A pesar de que Gatti (40-9, 31 KOs), nacido en Italia y criado en Canadá para luego ser adoptado por Nueva Jersey, refinó su estilo un poco hacia el final de su carrera al boxear más bajo el ojo de su entrenador Buddy McGirt, quien lo ayudó a rejuvenecer su carrera después de su choque con De La Hoya, su estilo era la pelea callejera. Verlo pelear de ese modo era lo que más ansiaban sus ardientes fanáticos. ¿Había algo mejor que estar en la costa de Nueva Jersey durante el fin de semana de una pelea de Gatti?¿Había algo más intenso que el ritmo del tema de AC/DC "Thunderstruck" reverberando en las paredes del Boardwalk Hall mientras Gatti caminaba hacia el ring?

"La gente paga para venir a verte pelear, y muchos de estos tipos no hacen lo que se supone que deban hacer", me dijo Gatti durante una entrevista que le hice en el 2002 para el periódico USA Today. "Pero así soy yo. Yo soy un peleador. Soy un gladiador. Definitivamente nací para esto".

No hay duda de eso. Su hermano mayor, Joe Gatti, fue un retador de peso mediano en la década del '90. Arturo Gatti fue el gran peleador a sangre y fuego con una leal base de fanáticos que lo amaban, gane o pierda. Era un tipo normal que podía dar y recibir castigo en dosis sorprendentemente grandes. Él era la "Máquina de Producir Éxitos Televisivos", como algunos lo llamaban.

"No hubo ningún otro peleador que fuese más respetado universalmente por otros boxeadores como lo fue Arturo Gatti", dijo el promotor Lou DiBella, quien como jefe de programación de larga data en HBO puso a Gatti por primera vez en la cadena en la que aparecería en 21 ocasiones. DiBella luego desarrollaría una amistad con Gatti y promocionaría sus tres peleas con Ward.

Cuando cualquier pelea de Gatti terminaba, y luego de su inevitable viaje al hospital para recibir puntos de sutura o hacerse radiografías en sus manos, a él le gustaba pasarla bien, aunque a veces un poco demasiado. Él tenía sus demonios, claro. A menudo bebía demasiado. Tuvo su cuota de peleas callejeras. Conducía rápido. Perseguía mujeres.

Arturo Gatti

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Gatti no ganó todas sus peleas, pero siempre brindó grandes espectáculos

"Él vivió una vida intensa y muy apasionada", dijo DiBella. "Fue un poco autodestructivo. Del mismo modo en que peleó, diría. Fue como un cometa. Pasó relampagueando por la vida. Nunca pensé necesariamente que él fuese a llegar a ser muy viejo, pero igual se fue muy joven".

Pregúntenle a los que lo conocían y les dirán que en lo profundo Gatti fue un buen tipo y una persona común. En un deporte en el cual a menudo la lealtad es una broma, Gatti fue la excepción. Él estuvo con la promotora Kathy Duva de Main Events durante toda su carrera. Tuvo como manejador a Pat Lynch, quien se transformó en una especie de hermano, durante toda su carrera.

"Si eras su amigo, eras su amigo, y punto", dijo DiBella. "Él tenía a su gente y ellos eran siempre su gente. Si tenías algo que ver en la vida de Arturo, tú sabías que eras apreciado. Él abrazaba a mucha gente y era expresivo en sus afectos. Él hizo todo en su vida con pasión. Y así fue como peleaba".

Incluso Ward, con quien Gatti combatió durante 30 salvajes asaltos, se transformó en un amigo muy cercano en medio de tanta rivalidad. Para cuando la trilogía había terminado, ellos ya eran como hermanos. Ward estuvo ahí acompañándolo a Ward en su camino al ring en su siguiente pelea. Para su pelea final ante Gómez, Ward fue el entrenador de Gatti. "Nosotros nos conocemos como nadie por las peleas que hicimos entre nosotros", me dijo Ward en el 2004. "Es un lazo que uno no comprende hasta que le sucede a uno. Después de peleas como las nuestras, uno puede transformarse en enemigos o acercarse mucho más. Nosotros nos acercamos más".

Gatti también tenía un gran sentido del humor para acompañar su habilidad para recibir enormes cantidades de dolor.

Eric Gelfand, quien solía manejar las relaciones públicas del Madison Square Garden, vio el lado divertido de Gatti tras su increíble remontada ante Rodríguez.

"Tengo algunos grandes recuerdos de sus peleas en el Garden, una en particular que me sigue viniendo a la memoria", me dijo Gelfand el sábado después de enterarse de la pelea de Gatti. "Después de la pelea de Rodríguez yo estaba yendo a la conferencia de prensa posterior. Pat Lynch y Carl Moretti (quien solía trabajar para Main Events) estaban detrás nuestro. Su ojo derecho estaba casi cerrado. Estábamos a punto de abandonar el Teatro. Él gira y me dice 'mira esto', y se mete de cabeza contra la única puerta cerrada. Pat y Carl se abalanzan para ver si está lastimado. Arturo los mira y se ríe".

Gatti siempre podía reírse de su dolor y su sangre, que nunca parecieron molestarle.
"A él le encantaba ver lo bien que le caía su estilo al gusto de la gente", dijo DiBella. "Era inhumano. Tenía más coraje que nadie que yo conociese. Era una pelicula de Rocky viviente. Cuando probaba su propia sangre, sonreía".

El ejecutivo de Golden Boy Promotions David Itskowitch, quien conoció a Gatti a mediados de la década del '90 cuando trabajaba en HBO, me contó una vez la historia de su primer encuentro en una fiesta posterior a una pelea en Atlantic City. Cuando los presentaron, Gatti tenía una toalla apretada sobre su ojo cortado y todavía estaba sangrando cuando se dieron la mano. Pero igual estaba vestido para la fiesta, sin importar la sangre.
"Yo pensé, 'guau, este tipo no es humano'", dijo Itskowitch.

Luego llegaría la hora en que un De La Hoya mucho más grande y poderoso noqueara a Gatti en el quinto asalto en el MGM Grand de Las Vegas en el 2001. Gatti estaba más preocupado por ver si podría usar la limosina que el MGM le había dado para ir al hospital durante el resto de la noche, que por tener que ir al hospital.

Gatti era único.

La noche en la que se recuperó de una derrota certera para noquear a Rodríguez en el sexto asalto de una pelea gloriosa para preservar su título de peso ligero junior en marzo de 1996 hizo que Gatti se transformara en estrella. Fue también una pelea que me ayudó a transformarme en fanático del boxeo y que en muchos modos cambió mi vida. Yo siempre había sido fanático del boxeo, pero mi amor por él había cambiado hasta que vi a Marco Antonio Barrera noquear a Kennedy McKinney en el 12do round de una fabulosa pelea que dio comienzo a la serie de "Boxing After Dark" de HBO.

Seis semanas más tarde, el fuego se reavivó cuando vi a Gatti recuperarse de manera dramática ante Rodríguez en el segundo episodio de esa serie.

Cinco meses más tarde, yo cubría mi primera pelea profesional (una pelea de McGirt, casualmente) para el pequeño diario en el que estaba trabajando en Nueva York. Menos de cuatro años más tarde, yo era periodista de boxeo para el USA Today, lo cual luego me llevaría a ESPN. En muchas maneras, le debo mi carrera a Gatti debido a la pasión por el boxeo que ayudó a inspirar dentro mío.

Una de la mayores felicidades de mi carrera fue la oportunidad de conocer a Gatti y de cubrir las últimas 14 peleas de su carrera, 12 de ellas desde el ringside. Siempre fue extraordinario estar alrededor suyo. Me gustaba mucho. Lo respetaba inmensamente.

Uno de mis gatos se llama "Thunder" en honor a él, y a Gatti le encantó saberlo. El único objeto de boxeo que cuelga de una pared en mi casa es un gran retrato de Gatti hecho al carbón, en mi oficina. Puedo verlo mientras escribo esto.

Hay mucha gente a la cual le duele la muerte de Gatti, tan temprana y trágica.

"Yo siento esto como una muerte en mi propia familia", dijo DiBella.

Jolene Mizzone de Main Events también siente haber perdido un miembro de su familia.

"Todos conocieron a Arturo como un boxeador estelar", dijo. "Para mí fue como mi familia.

Conocí a Arturo como persona, el tipo que te daría hasta la camisa que tiene puesta. Arturo haría lo que fuera por las personas que amaba. Fue como un hermano para mí. Lo voy a extrañar".

Todos nosotros lo vamos a extrañar.

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