Elizabeth Merrill 15y

Dieciocho años de futilidad

GEORGETOWN -- La revolución sigue su marcha en un verde campo, a unas tres millas del Georgetown Scott County Airport. Si los espectaculares y la campaña de las pastillas de mingitorio no funcionaron, no sacaron a los Cincinnati Bengals de un letargo de 18 años, seguramente lo de Andrew Simon sí lo hará.

Simon tenía 8 años de edad la última vez que Cincinnati ganó un partido de playoffs. Ahora es un instigador de 27 años de edad, pagando 1,000 dólares para que un tipo llamado Bud vuele su avioneta de hélice sobre el campamento de los Bengals por una hora con un mensaje dirigido al presidente del equipo, Mike Brown. Suena el teléfono celular de Simon el viernes por la noche. Existe un problema: a Bud se le está negando el acceso a la pista del aeropuerto. Pero la revolución de los fanáticos debe continuar, así que el aparato aterriza cerca de una iglesia, y el pendón que dice "101-187-1 ... HIRE A GM!" (101-187-1 ... ¡CONTRATEN A UN GERENTE GENERAL!) es sujetado.

El minúsculo aeroplano consigue despegar, con todo y pendón, y pasa por encima de la práctica de los Bengals, por encima de Brown, quien está sentado en un patio. Según todos los reportes, el líder de los Bengals ni se inmuta. Fija los ojos sobre el campo de fútbol americano. Otro verano de esperanzas continúa.

"¿Cuál avión?", pregunta en tono de broma el entrenador en jefe de los Bengals, Marvin Lewis, después del incidente. "Pienso que [Brown] siente que es un desperdicio de recursos naturales. Digo, es todo lo que dice sobre eso. Dice: 'Bueno, si tienen esa clase de dinero, mejor deberían comprar entradas'."

Es difícil explicar la futilidad, cuando se apodera de una franquicia por la mayor parte de los pasados 18 años y rehúsa irse. Cuando llega en una liga construida alrededor de la paridad y colisiona con un legado de familia.

Miembros de los medios locales dicen que Mike Brown habla con ellos sólo una vez al año, y que el hijo de la leyenda del fútbol americano Paul Brown es una especie de recluso. Mike Brown tiene 72 años de edad, es sólo uno de entre un puñado de propietarios de la NFL que también sirve como gerente general, y, en los 18 años desde el fallecimiento de su padre, ha visto a su equipo sufrir a través de 17 campañas no ganadoras.

Sus críticos apuntan a que maneja la franquicia como un pequeño negocio familiar, mientras las grandes corporaciones lo aplastan. Dicen que no tiene la mentalidad de fútbol americano como para tomar decisiones de personal, y que le importan más los billetes que los triunfos. Realmente no lo conocen y al parecer a Brown le gusta así.

Está parado a un costado del campo, cerca de algunos de sus empleados que portan playeras que dicen "Defiéndanse". Como la mayoría de los veranos, Brown calladamente guarda esperanzas. Cree que su equipo está preparado para superar sus etiquetas que los caracterizan como disfuncionales, abismales y, en ocasiones, hasta criminales. Aunque cree eso todos los años.

"¿Tendría que haber hecho algunas cosas de modo diferente? Seguro que sí", dice Brown. "Pero eso no es lo que me motiva o preocupa, tanto como qué podemos hacer para dar el siguiente paso.

"¿Creo que estaremos perpetuamente abajo? No, no lo creo. He visto a todos los equipos de esta liga cuando han estado abajo. Y la lección de ello es que se puede regresar y volar alto".

EL LEGADO DE FAMILIA
Ustedes intenten llenar estos zapatos: Paul Brown ganó un campeonato nacional en su segundo año en Ohio State. Fundó dos equipos profesionales, guió a los Cleveland Browns a siete títulos e inventó la careta de una barra. Al parecer, lo único que no consiguió fue convertirse en abogado. Dejó la facultad de leyes a los 23 años, para convertirse en el entrenador de fútbol americano de la preparatoria Washington en su natal Massillon, Ohio.

Pero Mike sí consiguió su título de abogado, después de jugar como mariscal de campo en Dartmouth, después de seguir a su padre por todas partes de un campo de fútbol americano desde la edad de 5 años. Era natural que Mike quedara inmerso en la gran pasión de su padre. Los aficionados de los Bengals no saben esto, dice Jack Brennan, un ex reportero en Cincinnati, quien ahora sirve como director de relaciones públicas de los Bengals, pero el menor de los Brown fue una figura instrumental --aunque callada-- en ayudar a la ciudad a conseguir una franquicia profesional en 1967.

La gente cercana a Mike revela que es un tipo de la vieja escuela, que probablemente habría estado más a gusto en otra era, por lo menos 40 años atrás. Ha sido conocido por salir en canoa vistiendo una camisa elegante, pantalones khaki y zapatos elegantes. "Así es Mike", comenta un amigo, sin entrar en detalles.

Los Bengals son la única empresa de Brown, un negocio familiar, y son familiares más de la mitad de los nombres que componen la sección administrativa de los Bengals. Su hija, Katie Blackburn, es la vicepresidente ejecutiva del equipo. Justo por debajo del nombre de Mike en el organigrama aparece su hermano Pete, quien es vicepresidente senior de Personal.

Cuando Paul dirigía al equipo, dice el ex entrenador en jefe de los Bengals, Forrest Gregg, Mike estaba tomando decisiones al lado suyo. Veían film los lunes junto con los entrenadores, una rareza para los propietarios. Como Mike también sirve como gerente general, se asume que no sólo estampa su visto bueno en las decisiones de personal, sino que tiene un rol activo en la evaluación de jugadores.

"Es mucho trabajo", dice Gregg, quien dirigió a los Bengals a una aparición de Super Bowl en 1981. "Sólo creo que quiere estar involucrado en la toma de decisiones del equipo. Igual que [el dueño de los Cowboys] Jerry Jones... es su filosofía sobre cómo manejar el club.

"Mike conoce el fútbol americano. Ha pasado toda su vida en él".

En una era diferente, Paul Brown tenía la mano metida en prácticamente todo. Fue el gerente general de los Bengals, propietario mayoritario y entrenador en jefe por las primeras ocho campañas. Llegó a los playoffs para 1970. Tenía un ojo para el talento, reclutando a Boobie Clark de Bethune-Cookman y sabiendo que se acomodaría perfectamente en su ofensiva. Fue en los días anteriores a los masivos equipos de cazatalentos, expertos de draft y sesiones nocturnas de estudio de video.

¿Habría sido capaz Paul Brown de manejar exitosamente a su equipo hoy en día, sin un gerente general? ¿Habría escogido a alguien de fuera para tenerlo como auxiliar, como hizo la familia Roodey de los Pittsburgh Steelers con Kevin Colbert? Sólo una cosa es cierta: después de la muerte de Brown en 1991, las derrotas empezaron a apilarse. Los Bengals se fueron 52-108 en los '90, y han sido destrozados por fiascos de draft.

Primero vino la selección de David Klingler en 1992, un movimiento que se supone aseguraría el mariscal de campo del futuro, y luego la debacle de Akili Smith en 1999. A los Bengals les ofrecieron nueve selecciones de draft ese año a cambio de su selección alta, pero estaban convencidos de Smith, un muy talentoso pero poco probado mariscal de campo de Oregon. Smith inició sólo 17 partidos y fue cortado en el 2002.

Se ha reportado en varios medios que los Bengals cuentan solamente con uno o dos scouts en la organización, y dependen mucho de los entrenadores para evaluar personal. Brown disputa eso diciendo que cuenta con seis cazatalentos en nómina.

"Hay un millón de cosas que pueden decirse acerca de los problemas", señala Dave Lapham, un ex liniero ofensivo de los Bengals bajo Paul Brown, quien ahora es analista del equipo. "No creo que se trate de sólo una cosa. Creo que la ropa de todos está sucia cuando se tarta de algo así, desde Mike Brown hasta todos en la organización, llegando hasta los niveles más bajos.

"Saben, parte de lo que pasó, en mi opinión, fue que murió Paul Brown. Paul Brown era un genio del fútbol americano. Y creo que Mike atravesó un periodo de ajuste sin ser capaz de hacer algunas de las cosas que hacía Paul, y sin obtener la opinión de Paul sobre algunas cosas".

¿DEMASIADA LEALTAD?
Es infaliblemente leal. Ese, dice Lapham, podría ser el peor defecto de Mike Brown. En un mundo calculador, donde los New England Patriots saben exactamente cuàndo realizar el corte, aún si significa mostrar la puerta a veteranos que han contribuido en equipos de Super Bowl (por ejemplo Corey Dillon, Willie McGinest), los Bengals han sido conocidos por aferrarse (Chris Henry).

Brown mantuvo a su primer entrenador en jefe, David Shula, por 4 años y medio, mientras Shula compilaba marca de 19-53. Los Bengals han tenido sólo cuatro entrenadores diferentes en el periodo del 101-187-1 de los pasados 18 años.

Han mantenido a jugadores en plantilla a lo largo de suspensiones y pese a sus historiales. La temporada del 2006 tuvo más jugadores arrestados (nueve) que victorias (ocho). El caso más notable fue el de Henry, quien, después de arrestos por manejar en estado de ebriedad, posesión de marihuana y asalto en sus primeras tres campañas, fue cortado en abril del 2008. Brown dijo que Henry había renunciado a su derecho a ser un Bengal y que su conducta no podía ser tolerada. Cuatro meses más tarde, en medio de una lluvia de lesiones, Cincinnati lo recontrató por dos temporadas.

"Estos tipos no son John Dillinger", dice Brown. "Pero no hay duda de que se han equivocado, y han pagado un precio severo. Nosotros pagamos un precio también, porque fuimos pintados con ese pincel. Nuestra reputación quedó minada.

"Pero vivimos a través de so. Creo que lo dejamos atrás ahora. No los veo como malas personas. Creo que cometieron errores. Algunos se fueron a otros lados y jugaron y no se dijo nada sobre ellos cuando salieron de aquí. Pero aquí, se juntó. Tuvimos demasiado de eso y sufrimos a causa de ello".

DESDE LA PERSPECTIVA DE LOS AFICIONADOS
Simon sabe de sufrimiento. Está parado afuera de una fiesta de despedida de soltero el viernes por la noche en el centro de Cincinnati, y puede ver el Paul Brown Stadium a la distancia. Dice que no soporta otra temporada. Uno de sus primeros recuerdos es la atrapada de John Taylor en el Super Bowl XXIII, la que culminó la marcha de 92 yardas de los 49ers y selló la derrota de los Bengals, la que marcó el fin.

"Iba cada domingo", dice Simon. "Soy un aficionado muy optimista. Confié en el equipo. Luego empecé a mirar lo que hacían otros equipos exitosos; lo que hacen los Patriots, lo que hacen los Colts y lo que hacen los Steelers. Empecé a ver lo diferente que era al modo en que hacían las cosas los Bengals. Eso me enojó y frustró más".

Hace unos 18 meses, Simon empezó "Who Dey Revolution", un blog que dice está dedicado a demandar una reforma comprehensiva de las decisiones y mentalidad de la gerencia de los Bengals. La temporada pasada, su grupo colocó un montón de pastillas de mingitorio en los baños de Paul Brown Stadium como parte de la campaña "Put your yellow on Brown" (Pon tu amarillo sobre Brown). Las pequeñas pastillas anaranjadas llevaban impresa la marca de Brown junto con las palabras "Get Pissed" (Enójate).

"Who Dey", por cierto, es el cántico que vitoreaban los fanáticos en los días de gloria de los '80. Decía "Who dey! Who dey! Who dey think gonna beat dem Bengals? NOBODY!".

Simon odia el hecho de que la respuesta del cántico ahora no es "NOBODY" (nadie), sino "EVERYBODY" (todos).

Simon es un estudiante de negocios y sabe todo sobre publicidad estratégica. Por eso es que recibió donaciones de 19 dólares --un dólar por cada año que Brown ha sido presidente del equipo-- y contrató varios vuelos con mensajes para Brown durante el campamento. Quería que los mensajes aparecieran en el programa de HBO "Hard Knocks", que escogió a Cincinnati como su destino de este año.

Quizás entonces, pensó, su mensaje llegaría a la gente. En las dos primeras semanas de la serie, los "Who Deys" fueron ignorados.

VUELVE LA ESPERANZA CADA TEMPORADA
Existe una historia detrás de los números, insisten los Bengals. Sí, han tenido solamente una campaña ganadora en las últimas 18, y no se han acercado a un triunfo de postemporada desde 1990. Pero cuatro de esos 18 años acabaron 8-8, en otros dos se fueron 7-9, y el 2005 pudo haberlo borrado todo.

Cincinnati era uno de los equipos más candentes de la NFL en el '05, terminando con marca de 11-5 bajo el mariscal de campo Carson Palmer, y contaba con la ventaja de local para un partido de playoffs ante Pittsburgh. Justo después de que Palmer lanzó su primer pase del día, de 66 yardas, cayó al suelo luego de que el liniero defensivo Kimo von Oelhoffen le golpeara la rodilla. Los Steelers terminaron ganando el Super Bowl; los Bengals volvieron a caer en la mediocridad.

El equipo va a donde Palmer va, dice Brown, y por eso es que la lesión de codo de Palmer del año pasado fue tan devastadora. Los Bengals finalizaron 4-11-1. A Lewis le gusta tomar un lema de pretemporada para cada campaña. En el 2008, el lema era "Ahora".

Pero el sol sigue cálido, y aún hay esperanzas para la nueva temporada. Palmer está de vuelta y trabaja con todos, desde los novatos hasta el adicto al Twitter, Chad Ochocinco. Cuando las cámaras están encendidas, el equipo se ha esforzado por mostrar su nueva faceta limpia.

"He estado aquí por siete años", dice Palmer. "Es lo mejor que ha estado el equipo mentalmente entrando al campamento. Los muchachos están emocionados, hambrientos, y listos para trabajar, sabiendo que queda mucho por delante de nosotros.

"Es un mucho mejor grupo de individuos. Muchos hombres de familia, muchos tipos que son profesionales y entienden lo afortunados que son de tener estos empleos, y lo afortunados que son de poder venir y hacer este trabajo todos los días".

¿Será finalmente suficiente para dar rumbo a los Bengals? Brown lo cree así todos los años. La corneta marca el fin de la práctica, y Brown está listo para cortar la entrevista. De hecho, estaba listo para cortarla desde el primer minuto.

Una pregunta lo enciende por un segundo. La pregunta es cuál es la lección más importante que aprendió de su padre.

"Creo que hay más de mil respuestas para ello", dice. "Y aún así, si yo te dijera que recordaras una cosa... es que si te levantas y haces lo que haces y lo haces del mejor modo posible, entonces no importa que pierdas el rumbo o vayas para abajo.

"Puedes estar en lo más alto o lo más bajo. Lo importante es perseverar".

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