EFE 15y

Su más largo round

MADRID -- A Muhammad Ali jamás le temblaron los puños cuando era el "rey" de los cuadriláteros, donde "volaba como una mariposa y picaba como una avispa", una definición de su estilo que él mismo patentó para deleite de sus numerosos seguidores.

El 20 de julio de 1996, el mundo contempló atónito y emocionado como Alíi subía las gradas del estadio de Atlanta con la antorcha olímpica en sus manos para encender el pebetero de los Juegos.

Alrededor de 3.500 millones de personas que seguían la ceremonia por televisión vieron cómo le temblaban las manos y se identificaron con su padecimiento. También admiraron su coraje.

El temblor se debía al síndrome de Parkinson, la enfermedad que el 9 de septiembre de 1984, hace 25 años, le diagnosticó definitivamente el doctor alemán Martin Ecker, uno de los médicos de confianza de Muhammad Ali.

Hacía tres años que Alí (antes Cassius Marcelus Clay) se había retirado de los cuadriláteros después de cerrar con 56 victorias (37 por KO) y cinco derrotas la más brillante carrera profesional de la historia del boxeo.

Muhammad Ali convivió en los últimos años de su carrera con los primeros síntomas de la enfermedad, que, en opinión de Ecker, pudo haberla adquirido durante su carrera como boxeador.

"Nosotros creemos que la enfermedad no la ha heredado, sino que podría haberla adquirido durante su carrera como boxeador, ya que el Parkinson puede tener también su origen en los golpes recibidos en su cabeza", dijo Ecker al diario "Express", en declaraciones recogidas el 18 de septiembre de 1984 por la agencia EFE.

Los síntomas de Parkinson eran claros en Alí, quien tenía problemas con su sistema motriz y se movía con lentitud, debido a que era incapaz de coordinar, a veces, sus movimientos.

En una entrevista televisiva difundida por aquellas fechas, Alí había manifestado que no sabía exactamente lo que le pasaba y que se veía obligado a tener paciencia, aunque reconocía que ésta no era precisamente una de sus mejores cualidades.

Según las crónicas de la fecha, Alí había mostrado problemas de reflejos después de perder en Las Vegas el título mundial con Larry Holmes el 2 de octubre de 1980.

El púgil de Louisville se había convertido el 15 de septiembre de 1978 en el único boxeador de la historia que sumaba tres títulos mundiales, al derrotar por puntos a Leon Spinks, que en febrero le había arrebatado la corona.

Poco después Muhammad Ali anunció su retirada, pero regresó en 1980 para pelear con Holmes en el Caesars Palace. Abandonó en el décimo asalto después de sufrir un severo castigo.

Cuando se le confirmó la enfermedad de Parkinson, muchos opinaron que tal vez Alí nunca debió de haber regresado al boxeo para pelear con Holmes.

Sin embargo, Alí estaba convencido de que podía derrotar a Holmes, una mole que había ganado todos sus 35 combates profesionales y que había defendido su título en 16 ocasiones.

"Persigo la inmortalidad y estoy en el umbral. Holmes no puede derrotarme", proclamaba Alí en su habitación antes de la pelea, según reflejó Hugh McIlvanney en su libro "The hardest game".

La "inmortalidad" se le escapó provisionalmente en esa pelea y definitivamente en la derrota ante Berbick en Nassau. Siguió la retirada y el 9 de septiembre de 1984 la confirmación de la enfermedad neurológica.

A lo largo de su carrera, se había enfrentado con sus puños a los más grandes del cuadrilátero, a Patterson, Chuvalo, Cooper, London, Williams, Terrell, Folley, Foreman, Spinks y Holmes.

A partir de septiembre de 1984, el campeón olímpico de los semipesados (Roma, 1960) y el tres veces campeón del mundo empezó otra pelea. En esta ocasión, por la vida.

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