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Cowboys sin corazón a la defensiva

DALLAS-- ¿Por dónde comenzar a diseccionar a los Dallas Cowboys después de la exhibición que dieron esta noche en Chicago frente a los Bears?

¿Qué más se puede decir de una defensiva sin talento, sin plan de juego y, sobre todo, sin corazón, sin ganas de jugar que no se haya dicho antes esta temporada?

¿Hasta dónde llegará la falta de compromiso de algunos jugadores sin que los entrenadores o el dueño, léase gerente general, metan un castigo ejemplar?

La realidad es que los Cowboys hicieron de nuevo el papelón, quizá uno de los más grandes en la historia reciente, en horario estelar.

Bueno, quizá similar al que hicieron hace unas cuantas semanas frente a los Saints en New Orleans, o al que hicieron en San Diego a principio de la campaña contra los Chargers.

Al menos en la derrota contra los Denver Broncos, quienes anotaron 51 puntos, el equipo peleó hasta el final.

Esta noche ni siquiera pelearon. Los jugadores defensivos que cobran muchos millones de dólares salieron derrotados desde la primera jugada. Sí, los que se supone deben ser los líderes frente jugadores sin talento que ni siquiera deberían estar empleados en la NFL, nunca exhibieron el carácter.

En cualquier categoría de la NFL, los entrenadores primero enseñan la pasión por el juego, el valor (en toda la extensión de la palabra) de cada jugada; el orgullo por defender los colores.

Pero esta noche, millonarios como Brandon Carr, Jason Hatcher, Miles Austin o Doug Free, entre otros, se limitaron a ver jugar a los Bears.

Por ejemplo, Carr falló tacleadas que nunca quiso hacer; aceptó cualquier cantidad de pases completos sin meter las manos o sin conocer la colocación, cobertura o defensiva asignada.

El mismo esquinero que hace un año firmó por alrededor de 50 millones de dólares y que suponía sería el mentor de Morris Claiborne, quien por cierto hoy faltó a su cuarto partido por su enésima lesión.

Los Bears, con su segundo mariscal de campo, Josh McCown, generaron 598 yardas; 348 por pase y 150 por carrera. Produjeron 32 primeros intentos , y convirtieron ocho de 10 terceras oportunidades.

Matt Forté fue el tercer corredor en cuatro partidos que supera las 100 yardas (102).

Y el mencionar que McCown sea el segundo mariscal para nada es peyorativo, pero es el suplente de Jay Cutler, quien faltó a su cuarto juego por lesión.

McCown lanzó cuatro pases de touchdown y corrió para otro; los dos receptores principales de Chicago, Brandon Marshall y Alshon Jeffery, abusaron de la secundaria de Dallas.

La defensiva de Dallas está destruida por completo y ni siquiera se ve por dónde puedan arreglarla.

De hecho, el marcador pudo ser peor, pero los Bears se portaron decentes cuando ya era una paliza escandalosa, cuyo marcador ni siquiera refleja el dominio de unos Bears que anotaron en todas sus series ofensivas, salvo una.

La única serie en la que no pusieron puntos fue la última, cuando se hincaron para que el juego terminara.

McCown casi nunca tuvo presión; la línea defensiva de los Cowboys fue inexistente, como ha sido en los partidos más recientes.

La paliza comenzó a tomar forma cuando los Cowboys fueron incapaces de hacer un primero y 10 en su última serie de la primera mitad, tras tomar el balón con 1:27 minutos por jugarse.

Despejaron y unas cuantas jugadas después, los Bears se fueron al descanso con siete puntos más para el marcador momentáneo 24-14.

Al regreso del medio tiempo, Chicago tardó menos de tres minutos en anotar un gol de campo para el 27-14.

Dwyane Harris, quien de nuevo se lastimó, más tardó en regresar 44 yardas la patada, que su ofensiva en desperdiciar la situación de campo. Los Cowboys despejaron tres jugadas después.

Entró la defensiva y permitió una serie de 14 jugadas y 85 yardas en minutos, que los Bears coronaron con touchdown y conversión de dos puntos para que de manera oficial ya fuera una humillación en proceso (35-14).

DeMarcus Ware, Sean Lee y Orlando Scandrick repitieron toda la semana previa que estaban más sanos que nunca. Y que la clave para ganar en Chicago sería detener a Marshall y Jeffery.

Pero nada pudieron hacer. Lee salió lastimado, igual que Hatcher, como ha sido una costumbre para la defensiva de los Cowboys.

Scandrick sufrió para cubrir en el primer cuarto a Jeffery, con quien lo mandaron personal todo el partido. Luego ajustó, muy diferente a su colega Carr.

Las lesiones e incapacidad sólo significan dos cosas: falta de preparación y talento.

Los Cowboys tuvieron su mejor juego de la temporada por carrera, con 198 yardas; por pase estuvieron por la lona, aunque Tony Romo lanzó para tres touchdowns.

Sus 104 yardas por pase son la menor cantidad desde que se convirtió en titular y juega todo el partido.

Ningún receptor atrapó más de dos envíos. Dez Bryant atrapó dos para 12 yardas; Jason Witten, uno para 10 yardas, y ambos anotaron.

Pero desperdiciaron la mejor noche en buen tiempo para Murray, quien logró 146 yardas frente a la peor defensiva contra la carrera en toda la liga.

Los Cowboys amanecerán en Dallas en segundo lugar divisional y con un panorama más dramático que la onda gélida que golpea la región.

El domingo reciben a los Green Bay Packers, quienes quizá ya contarán con Aaron Rodgers, un mucho mejor quarterback que McCown.

Después viajarán a Washington para enfrentar a los Redskins y cerrarán en Arlington frente a los Eagles, nuevos líderes del Este de la Conferencia Nacional y quienes juegan mejor que cuando los Cowboys los derrotaron el 20 de octubre.

Antes, este mismo martes, los Cowboys tendrán que contar de nuevo a sus jugadores para ver si completan la plantilla contra los Packers.