Damián Didonato 10y

Brasil 70, el equipo inolvidable

BUENOS AIRES -- "La victoria extraordinaria de Brasil fue la victoria del fútbol. Del fútbol que Brasil juega sin copiar a nadie, haciendo del arte de sus jugadores su fuerza mayor e imponiendo al mundo su estilo. Que no precisa seguir el esquema de otros, pues tiene su personalidad, su filosofía y jamás deberá salir de ella. Fue una victoria del fútbol. El fútbol que nos gusta ver y aplaudir ante el cual el mundo ayer tuvo que inclinarse". Las palabras son de Joao Saldanha, el padre del campeón mundial 1970, para muchos el mejor Seleccionado de todos los tiempos.

Muchos reconocen en Mario Lobo Zagallo al principal responsable de la creación de este equipo extraordinario que asombró al mundo en México. Sin embargo, el "Brasil del 70" comenzó a nacer cuando Saldanha juntó por primera vez a Tostao con Pelé, después del fracaso de Inglaterra 1966. Aquel fue el primer ladrillo del imponente castillo en el que se convertiría la Selección verdeamarela.

Saldanha -reconocido militante comunista- nunca tuvo una buena relación ni con el presidente de la Confederación brasileña de fútbol de la época, Joao Havelange, ni con el gobierno de facto liderado por Emilio Garrastazú Médici. Esas diferencias fueron la principal razón de su salida de la dirección técnica de la Selección. Alguna vez, el entrenador afirmó: "Que el presidente se ocupe de nombrar los ministros de sus ministerios, la Selección es responsabilidad mía", lo que enfureció a la cúpula militar. La última decisión de Saldanha como seleccionador fue la negativa a convocar a Darío Maravilha, figura del Mineiro. Después de no satisfacer este pedido de Médici, dejó su cargo.

Llegó Mario Lobo Zagallo, un hombre sin preferencias políticas conocidas, y mantuvo la base. Con Saldanha, el equipo no tenía posiciones fijas, contaba con laterales muy ofensivos, extremos bien abiertos y se expresaba a través de la posesión de pelota. El principal aporte del nuevo DT fue haber reunido a cinco números diez en la alineación titular, algo que fue el sello distintivo del campeón del mundo 1970.

Pelé (Santos), Jairzinho (Botafogo), Gerson (Sao Paulo) y Tostao (Cruzeiro) ya habían jugado mucho con Saldanha, pero Rivelino (Corinthians) nunca había sido tenido en cuenta por el antiguo seleccionador. Zagallo incluyó al jugador del Timao en lugar de Edu y le dio más creatividad al ataque, ya que Rivelino se sumó a la generación de juego, a diferencia de su reemplazado, quien era más vertical.

Tostao jugó como "centrodelantero falso", en una especie de homenaje al Hidegkuti de Hungria 1954. Rivelino de desempeñó por la izquierda, Jairzinho por derecha, Gerson un poco más atrás y Pelé donde la pelota mandara. Como no había referencia de área, los defensores rivales perdían la oportunidad de anticipar movimientos, entonces emergía la inteligencia de estos fenómenos y siempre se mostraba uno de ellos en soledad.

Uno de los futbolistas clave en el esquema fue Clodoaldo. El joven mediocampista de 21 años, que en Santos formaba parte del sistema ofensivo, se destacó como uno de los volantes más retrasados y le dio aire a Gerson para que se sumara a la creación de juego. Es decir que su misión era esforzarse en defensa para que los cinco diez brillaran en ataque. Clodoaldo lo hizo a la perfección y hasta se dio el gusto de dar dos asistencias extraordinarias. Piazza también retrasó su posición, ya que jugó como defensor central cuando era mediocentro.

Estas decisiones fueron las que permitieron la formación de una Selección inolvidable. Los cinco diez jugaron juntos por primera vez días antes del inicio de la Copa del Mundo, donde se entendieron a la perfección, como si siempre habrían compartido equipo. La razón de esto es simple: el fútbol reúne a quienes hablan el mismo idioma, los junta y genera cohesión de manera natural. Brasil ganó todos los partidos del Mundial y fue una maravilla porque varios cracks estuvieron en el momento justo en el lugar indicado.

Félix, Carlos Alberto, Brito, Piazza, Everaldo, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Rivelino fue la base del conjunto que ganó los seis partidos del torneo y se coronó campeón en México tras desplegar un fútbol de altísimo vuelo, más parecido al arte que al deporte.

LA ACTUACIÓN DE PELÉ
"Pelé es miope y tiene un problema en la cadera, por eso no será convocado para la Copa del Mundo de 1970". Palabras más, palabras menos, eso fue lo que dijo Joao Saldanha pocos meses antes del Mundial de México. Como no podía ser de otra manera, aquello fue tomado casi como un sacrilegio en todo el país y terminó siendo una de las razones más fuertes del despido del DT. Aunque Edson Arantes do Nascimento casi no había jugado en las dos Copas anteriores, todavía era el gran ídolo de la torcida y todos esperaban que se despidiera del equipo nacional con otro título.

La llegada Mario Zagallo, quien ya había dirigido al equipo entre 1967 y 1968, no provocó grandes cambios al comienzo. De hecho, en un amistoso disputado el 26 de abril en Río de Janeiro, Pelé fue al banco de suplentes y utilizó la camiseta trece. La Verdeamarela empató 0-0 contra Bulgaria, lo que casi obligó al técnico a devolverle la titularidad a O Rei.

En el esquema de cinco "diez" ya explicado, el craque de Santos no tuvo una posición fija y se movió por todo el frente de ataque, lo que desconcertó a los rivales y les dio siempre una posibilidad de descarga a sus compañeros. Brasil fue una verdadera maravilla en los seis partidos disputados en el torneo y Pelé fue el principal responsable de esto. Aquel niño que había deslumbrado en Suecia doce años antes ya era un futbolista maduro, inteligente, seguro de sí mismo y rodeado de atacantes que hablaban su mismo idioma.

En el debut, la Canarinha goleó 4-1 a Checoslovaquia con un gol de Pelé. Tras el partido, Zagallo afirmó: "El disparo de Pelé desde el centro del campo en el saque inicial ante Checoslovaquia fue la forma de Pelé de decirle a Saldanha y al mundo que su vista estaba perfecta".

Luego llegó el partido más duro del certamen, frente a los campeones reinantes. El equipo no brilló pero fue efectivo y venció 1-0 a Inglaterra con tanto de Jairzinho. En el cierre de la primera fase, Pelé convirtió dos goles en la victoria 3-2 contra Rumania.

El partido de los cuartos de final fue quizás el mejor que un equipo jugó jamás en una Copa del Mundo. Con un Pelé maravilloso, que jugó e hizo jugar y volvió loca a toda la defensa peruana, Brasil superó por 4-2 al conjunto sudamericano y se metió en semifinales, donde lo esperaba otro adversario conocido: Uruguay.

Contra la Celeste se vio una nueva función de Pelé y sus amigos, que vencieron por 3-1. Así llegaron a la gran final, frente a Italia. "Me impresionó mucho Pelé, quien se constituyó en el constructor de los cuatro goles, de acuerdo con lo observado desde mi posición", dijo tras el partido el arquero italiano Albertosi y a eso hay poco que agregar. El ídolo de Santos volvió a brillar y el Scratch goleó 4-1.

"Yo había pensado para darme ánimo: Pelé es de carne y hueso, como yo. Estaba equivocado", afirmó el defensor Tarciso Burgnich después de la consagración de Brasil como campeón del mundo. Y tenía razón, porque lo hecho por Pelé en esta Copa del Mundo escapa a todas las leyes de la naturaleza, es como si por tres semanas aquello que parecía imposible se hubiese vuelto real.

"Esta fue mi última Copa, soy el hombre más feliz del mundo", exclamó Pelé en medio de los festejos. Fue la mejor despedida para un jugador único.

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