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De plebeyo a rey

BUENOS AIRES (ESPNdeportes.com) -- El motor en marcha, sí, pero sólo regulaba. El niño de tres años no llegaba siquiera a los pedales de aquel karting rudimentario que José Luis Alonso, mecánico que prestó oficio en una fábrica de explosivos cerca de Oviedo, había construido para Lorena, su hija mayor. A poco de andar, la niña chocó y no mostró gran interés. Ahora es médica. Fernando, en cambio, se lanzó a manejar el aparato armado por papá en la playa de estacionamiento de un centro comercial asturiano. Cumplió el primer requisito de piloto: no golpeó el auto.

Entusiasta del automovilismo pero jamás piloto profesional, José Luis trabajó en Explosivos Río Tinto mientras Ana, su esposa, atendía en Galerías Preciados. Cuando Fernando empezó a correr en karting, su padre salía de la fábrica, cargaba todo en el auto de la familia y partían para las carreras. Primeros tiempos de horizontes cercanos, con competencias en Asturias y la zona, en las que Fernando demostraba que podía ser tan rápido y hasta más consistente que niños un par de años mayores que él.

Los Marcó, catalanes, dueños de un equipo de karting y un par de kartódromos en la Costa Brava, aún recuerdan bien al niño que les recomendó José Luis Echevarría, quien les compraba materiales para su pista de Asturias. Aquel chaval tímido, de poco hablar, pero tan talentoso como inteligente, era el mejor de la zona, según Echevarría. Josep y María Marcó recibieron en su casa de Gerona a Fernando, de 12 años. Fue su hijo, Genís Marcó, quien lo impulsó en el karting y le acercó contactos con las fábricas más importantes. Hoy, 12 años después, la relación sigue tan fresca como antes. "Es como un hijo. Yo le pido que no cambie y mi mujer lo llama para que se corte el cabello", asegura Josep Marcó.

Con el material de los Marcó, el niño asturiano hilvanó triunfos en España y otros países europeos. Se anotó como Fernando Alonso Díaz en el Mundial de karting de 1996, en la pista belga de Genk. Y consiguió lo que a grandes como Ayrton Senna les quedó pendiente: el campeonato mundial de karting. Los títulos regionales y las coronas en España contribuyeron a llamar la atención de los dueños de equipos de carrera. El valenciano Adrián Campos, quien compitió en 17 Grandes Premios en Fórmula Uno en 1987 y 1988 con Minardi, lo reclutó para su equipo de Fórmula Nissan. Y Alonso fue campeón en 1999.

CAMINO A LA FORMULA 1

Cuando el ovetense empezó a mostrarse entre los grandes, a los 18 años y sobre un Lola-Zytek de Fórmula 3000, telonera de la Fórmula Uno, llamó la atención. En su única temporada, 2000, Alonso se lució con una victoria en la pista más respetada: Spa-Francorchamps, Bélgica. El italiano Giancarlo Minardi, con su habitual astucia para estos casos, ya lo tenía amarrado. Sin embargo, no tardó en cederlo a su compatriota Flavio Briatore, quien había dirigido Benetton en tiempos de Michael Schumacher campeón y se disponía a retomar el mando con la llegada de Renault, comprador del equipo que perteneció a la empresa textil.

Los que saben ver notaron cuánto podía rendir Alonso en el Mundial, aunque en su primer año, 2001, manejó un Minardi endeble y lento. Casi siempre estuvo delante de sus compañeros de equipo, el más experiente brasileño Tarso Marques y el ignoto malayo Alex Yoong. En la temporada siguiente, Briatore lo llevó a Renault para que acumulara kilómetros de pruebas y aprendiera los rigores de un equipo grande. En 2003, estaba listo para ser titular en el Rombo, al lado del italiano Jarno Trulli, quien iniciaba su sexta temporada mundialista.

CAMINO A LA GLORIA

Si todo lo había conseguido rápido, por qué sería distinto en Fórmula Uno. En su segunda carrera con Renault, el Gran Premio de Malasia, logró la pole position y se convirtió en el piloto más joven en ganar una clasificación. En Canadá, batió otro record de juventud al alzarse con la vuelta más rápida en competencia. En su 30ª carrera mundialista, el 24 de agosto de 2003, manejó con el aplomo de un veterano y, desde la pole position, dominó en el intrincado Hungaroring, le sacó una vuelta al campeón Michael Schumacher y ganó el Gran Premio de Hungría. Se convirtió en el vencedor más joven de la historia, con 22 años y 27 días, y le dio la primera victoria a Renault en 20 años.

Poco pudo hacer con el indócil Renault R24 para correr a las imbatibles Ferrari al año siguiente. Sin embargo, sumó puntos en 12 de las 18 carreras y terminó cuarto en el Mundial. Al lado de un nuevo compañero, otro italiano experiente, Giancarlo Fisichella, le tocó demostrar este año cuánto valía, cuando Renault entregó el modelo R25, que sobresale por el torque y la buena tracción. El triunfo de Fisichella en Australia, inicio de la temporada, no amedrentó a Alonso. "Es que cuando le va mal se crece. Así es este chaval", describe Josep Marcó. Alonso largó 13° en las calles de Melbourne y llegó tercero.

Cuando el andar del Renault fue emparejado y luego superado por el rendimiento de los McLaren, Fernando tampoco se achicó. Fue calmo, inteligente, preciso y consistente para sumar cada punto que tuvo a mano. Así afrontó la segunda mitad de su cuarta temporada completa en el Mundial. Nano, como aún lo llaman su familia y los viejos amigos, mostró su carácter forjado en las carreras de karting, con la fragua de la escasez que impone hacer mucho con poco, repasó las noches de viajes en las que durmió en el asiento trasero del auto de papá y, aunque dice no recordarlo, aquella ocasión en la que manejó el karting, por primera vez, en un estacionamiento de Asturias. Y llegó a ser rey.

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