Olímpicos
Patricio Connolly 12y

El día en que París no fue una fiesta

BUENOS AIRES -- Nadie ese 18 de mayo de 1924, en el Stade de Colombes de París, imaginaba que esa final Olímpica entre Francia y Estados Unidos, que quedaría en manos de los americanos por 17-3, iba a ser el último partido de rugby en los Juegos Olímpicos, ni que ese deporte iba a tener que esperar 92 años para su vuelta a la máxima cita en Río de Janeiro 2016.

Nadie esperaba que ese duelo terminara en una batalla campal, en la que el estadounidense Gideon Nelson quedó inconsciente por el golpe con un bastón de uno de los aficionados franceses que había colmado el estadio junto a otras 50 mil almas. Tampoco en la previa se especulaba con un resultado positivo para los visitantes, y las apuestas marcaban un favoritismo de 20 a 1 para los dueños de casa.

El rugby había llegado a los Juegos en 1900, de la mano del educador francés Pierre de Coubertin, creador y presidente del Comité Olímpico Internacional. "El rugby es realmente el reflejo de la vida, una lección de la experimentación en el mundo real, una herramienta educativa de primer orden", es una frase que se la atribuye a él, un apasionado de ese deporte que vio por primera vez en vivo y en directo en 1888, cuando visitó una escuela de rugby, en el marco de una investigación. "El deporte organizado puede crear una fuerza moral y social", aseguró.

La ovalada estuvo presente en París 1900, con Francia como campeón, y luego quedó de lado en la edición de Saint Louis 1904. En el siguiente Juego, en Londres 1908, la disciplina volvió a incorporarse en el programa y le tocó festejar a Australia. En Estocolmo 1912 el deporte se quedó otra vez afuera. Por primera vez pudo concretarse en dos Juegos consecutivos en Amberes 1920 y París 1924. En ambas ocasiones, Estados Unidos se quedó con la medalla dorada.

Aquel 18 de mayo mítico de 1924 quedaría en la historia, y no por el resultado en sí. Antes del encuentro, los medios de prensa franceses acusaron de "profesionales" a los estadounidenses -en una era olímpica completamente amateur-, y la gente que reconocía por las calles a los jugadores del seleccionado liderado por Charlie Austin los insultaban y hasta los escupían. El partido se llevó a cabo en un clima áspero fuera y también dentro de la cancha. A poco del comienzo, el francés Adolphe Juarraguy tuvo que salir del campo ensangrentado tras un golpe de Alan Valentine.

Estados Unidos se fue en ventaja por 3-0 al entretiempo, y en el complemento lo terminó de liquidar con tries de Linn Farrish (2), John Patrick, William Rogers y Caesar Manelli. La única conquista de los locales fue de Henri Galau. El poderío físico de los americanos fue la gran diferencia, y como había ocurrido cuatro años antes, la gloria fue para las Águilas.

Sin embargo, no todo terminó ahí y el escándalo se apoderó del estadio. Los espectadores se metieron en el campo, y los jugadores de Estados Unidos se fueron escoltados por la policía a los vestuarios.

Ese final bochornoso e inesperado y el alejamiento del Comité Olímpico de Pierre de Coubertin al año siguiente, fueron algunos de los motivos para que el rugby no estuviera en Amsterdam 1928. También fueron factor los largos tiempos de descanso que los jugadores precisaban para recuperarse de un partido a otro, y la difícil organización de un calendario coherente.

El rugby esperó su momento y, en 2009, la IRB fue con todo en busca de su retorno a los Juegos Olímpicos. Lo consiguió el 10 de octubre, en Copenhague, con 81 votos a favor y apenas 8 en contra. Será en la especialidad de Seven y los representantes de cada país participante buscarán en Río de Janeiro borrar esa pálida imagen que quedó de París 1924. El deporte cuenta con todas las herramientas para hacerlo de una vez y para siempre.

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