Olímpicos
Carlos Irusta 3y

El camino a Río, a los golpes

BUENOS AIRES -- El boxeo argentino vive más de recuerdos que de realidades a nivel olímpico.

Siete medallas doradas, siete de plata y diez de bronce lo ubican como el deporte más ganador, con un total de 24. Pero también es cierto que la última fue lograda en Atlanta 96, con el bronce de Pablo Chacón, quien compartió el podio con Floyd Mayweather. Se cumplirán 20 años. Y, para rastrear en el tiempo, antes de Chacón había logrado una medalla de bronce Mario Omar Guilloti, en México 68.

¿Ha bajado el nivel del boxeo argentino o ha subido la exigencia?

Las dos cosas, sobre todo la exigencia. En 1948, cuando Pascual Pérez (mosca) y Rafael Iglesias (pesado) fueron campeones olímpicos en Londres, el equipo argentino se dio el lujo de llevar a un suplente por cada representante. Diez categorías. Compitiendo con países que venían de haber padecido una Guerra Mundial.

Con los años, llegó la gran supremacía cubana y luego, con la caída de la Cortina de Hierro, aparecieron países competitivos y poco tradicionales para la geografía deportiva. De hecho, el boxeo estuvo en el banquillo de los acusados y hasta se intentó sacarlo de las competencias olímpicas, ante muchos fallos sospechados de corrupción.

El momento más oscuro fue en los Juegos de Seúl, 1988, cuando al norteamericano Roy Jones Jr. le robaron la pelea final ante el local Park-Si-Hun. De hecho, hasta se modificó el sistema de puntuación por uno electrónico, que ya es recuerdo. Se ha vuelto a la tradicional lapicera y papel para los jurados...

Hoy el panorama es otro -y confuso. Hasta el momento, hay cinco boxeadores argentinos con pasaporte a Rio 2016: Fernando Martínez (52 kilos), Alberto Melián (56), Ignacio Perrín (60), Alberto Palmetta (69) y Yamil Peralta (91). Todavía restan dos competencias clasificatorias, y por lo menos uno -Leandro Blanc (49) considerado entre los mejores de nuestro país- aún tiene chance de clasificar.

“Como técnico tuve miedo de pasar a la historia como el que clasificó menos boxeadores -nos dijo Julio García, jefe del cuerpo técnico de la Selección-, y que ya tengamos a cinco es todo un logro para mí y el boxeo argentino”.

En Londres 2012 compitieron dos argentinos, Alberto Melián y Yamil Peralta, que estuvo muy cerca de ganar el bronce. “Cuando viajé -nos decía Yamil- no tenía ni idea de lo que era un Juego Olímpico. Me robaron una pelea y quedé afuera. Esta vez voy por la revancha”. Para clasificar, Yamil Peralta le ganó al norteamericano Cam Awesome. Estamos hablando de la reina de las categorías, la de los 91 kilos, que no es poco. Eso fue en La Rural, Buenos Aires, en marzo, donde se terminaron de definir los pasajes para los argentinos.

El panorama de este 2016 comparado con aquellos éxitos de los años 40, ha cambiado dramáticamente. La Asociación Internacional de Boxeo Amateur (AIBA) sigue rigiendo a esta actividad, pero ya no es más 'amateur' y sí profesional. Su presidente es el doctor Ching-Kuo Wu, quien desde que comenzó su mandato tuvo como idea hacer profesional al organismo, lanzando primero la World Series Boxing en 2010 y luego boxeo profesional de AIBA en 2011. 

La AIBA tiene dos grupos bien determinados, uno es el correspondiente a la Asociación de Boxeo Profesional (APB), que está compuesto por lo que se llamarían boxeadores de élite. Entre ellos están Melián y Yamil. La APB tiene ránking propio y campeones mundiales. Los que son de primer nivel, como los argentinos mencionados, fueron incluidos en las clasificatorias para Río 2016.

¿Se entiende? Más o menos, pero ni los mismos técnicos ni los boxeadores entienden del todo las reglas, porque estas siguen cambiando. Tal vez esto ofrezca una visión diferente sobre el mérito de haber podido clasificar a cinco boxeadores.

Esta bola de nieve de idas y venidas hizo tortuoso el camino hacia la justa olímpica de los representantes argentinos.

Han pasado muchos años desde aquellos románticos tiempos en los que los boxeadores argentinos viajaban representando al país con equipos completos. Hoy, con la mayor cantidad de participantes de todo el mundo y con las reglas nuevas de AIBA, clasificar es un procedimiento muy complejo.

Y entre política, deporte e intereses creados, cinco argentinos acunan en sus guantes el sueño de continuar con la tradición de los grandes del pasado.

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