Olímpicos
Carlos Irusta 3y

Tres medallas doradas para Laszlo Papp

BUENOS AIRES -- Nacido en un barrio humilde de Budapest, Laszlo Papp tenía destino de boxeador desde su primer berrido, ya que su padre también había calzado guantes. Cuando tenía once años murió su progenitor y él se encargó de poner el apellido en el podio de los grandes.

Laszlo Papp es una leyenda, un orgullo y un ejemplo para los boxeadores húngaros. “Para mí fue siempre un gran estímulo el poder emularlo y, cuando conquisté mi medalla dorada (Atlanta 96) de alguna manera sentí que había logrado por lo menos acercarme a él en algo”, nos contó István Kovács hoy uno de los principales dirigentes de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).

Se inició en el deporte por el futbol, en el club Sport Ferroviario, donde llegó a jugar con otro histórico del deporte húngaro, Ferenc Puskas. En el club funcionaba un gimnasio del boxeo y de esa forma, cambió la pelota por los guantes, debutando en 1944. Dos años más tarde, ya formaba parte del equipo nacional y comenzó a representar a Hungría en el extranjero, aunque manteniendo su empleo de obrero en la Estación Este de Budapest.

Papp fue el primer boxeador que obtuvo tres medallas doradas en otros tantos Juegos Olímpicos: la primera fue en Londres, 1948, como peso mediano. Luego vino la de Helsinki (1952) en mediano junior y por fin, la de Melbourne, 1956, mediano. En esa tercera competencia, le tocó vencer a quien luego fue toda una leyenda del boxeo puertorriqueño, José “Chegüí” Torres.

“Apenas lo vi, sentí que era más bajito, más pesado y mayor que yo en edad -escribió Torres para ESPN-. Me sentí alentado, que podía ganar la medalla de oro. Pero él me desorientó con su estilo zurdo, porque Papp era un sabio del cuadrilátero”. Pasaron muchos años para que los cubanos Teófilo Stevenson primero y Félix Savón después, pudieran igualar a Papp.

Poseedor de un tremendo gancho de izquierda, “El Pequeño Laci”, como lo apodaban, pudo haber intentado una cuarta medalla en los Juegos de Roma, en 1960, pero prefirió pasarse al profesionalismo. “Peleo por el dinero, pero no soy codicioso, porque ¿Cuántos steaks puede comer un hombre?”, dijo alguna vez. Nacido el 25 de marzo de 1926, realizó unos 300 combates como aficionado, y solamente perdió 12.

Ya de profesional, fue campeón europeo de los medianos, título que defendió 6 veces. Pero además, fue trepando en los rankings mundiales. Incluyendo una victoria con el durísimo Ralph “Tiger” Jones. Alineado el gobierno de su país tras la Cortina de Hierro, el boxeo era únicamente amateur y cuando Papp se acercaba a una pelea de campeonato mundial con Joey Giardello, le revocaron el pasaporte. “Fue un gran vacío en mi carrera, porque jamás pude saber si hubiera podido ser campeón mundial o no: yo había derrotado a otros que le ganaron a Giardello”, dijo.

Ya muy cerca de su retiro, en 1963, le ganó por nocaut técnico a uno de los grandes boxeadores españoles, Luis Folledo. La pelea se realizó en Madrid ante 15 mil espectadores y con invitados de lujo, como Dominguín, Kubala, Di Stéfano o Puskas... Cuando colgó los guantes, tenía una marca profesional de 26 triunfos, 15 nocauts, 3 empates, sin derrotas: invicto.

Cayó el comunismo y Papp pasó a ser director de una escuela de boxeo, y trabajó con los equipos olímpicos de su país entre 1971 y 1992. El Consejo Mundial lo declaró Campeón Mundial Honorifico en 1989.

Murió el 16 de octubre de 2003. Fue incorporado al hall de la Fama en el 2001 y dejó el recuerdo de un hombre fiero en el ring, pacífico afuera y ante todo, un gran deportista. Sus tres medallas doradas ya forman parte de la leyenda...

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