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Un apoyo incondicional

PORTUGAL (EFE) -- El plantel del Valencia, encabezado por su presidente, Juan Bautista Soler, miembros de la directiva y su técnico, el italiano Claudio Ranieri, acompañaron a Marco Caneira en el entierro de su hija María, de ocho meses.

La hija del futbolista falleció en la tarde del domingo, por el síndrome de muerte súbita de lactante, después de entrar en un hospital valenciano con "con una parada cardiorrespiratoria con ausencia de movimientos respiratorios, pulso y latido cardíaco".

El plantel valenciano bajó del autobús, que lo trasladó desde el aeropuerto de Lisboa, con los jugadores vestidos con el traje oficial del Valencia, que hoy más que nunca tenía un tono enlutado.

Con el paso breve, apenas sin hablar y con tan sólo unas miradas de apoyo entre ellos, los componentes del Valencia se encaminaron a la iglesia de Negrais, localidad natal de Caneira.

Con el gesto serio, y algunos con la cara escondida tras unas grandes gafas de sol, los jugadores tuvieron que permanecer a las puertas de la Iglesia de Negrais, rodeados por los rostros tristes de los vecinos de Caneira, pues la pequeña capilla estaba repleta de familiares y amigos.

Antes de la llegada del féretro con los restos mortales de la niña, más de un centenar de personas se acercaron a la casa de la madre de la esposa del jugador valencianista para darle el pésame.

A la ceremonia también asistió el seleccionador portugués de fútbol, el brasileño Luiz Felipe Scolari, que ha tenido bajo sus órdenes a Caneira en varias ocasiones en el combinado nacional luso.

Asimismo, se acercó hasta Negrais el jugador del Benfica ex centrocampista del Barcelona, Simao Sabrosa, compañero de Caneira en la selección.

Los convecinos de Caneira y su esposa comentaban el bello gesto de los compañeros del jugador portugués al viajar hasta Portugal para acudir a las ceremonias fúnebres.

"Es un gesto muy bonito. Deben ser buena gente", dijo a EFE Zelia, una vecina de Almargem do Bispo, localidad en los alrededores de Lisboa y en la que nació la esposa de Caneira, mientras seguía con atención la llegada del autobús del Valencia al cementerio local.

Ya en el campo santo, a la espera de la llegada del féretro, los jugadores del Valencia permanecieron juntos, en silencio, agarrados a sus parejas o esposas algunos y mirada al suelo y un tanto perdida los otros.

Mientras tanto, Marchena se mantenía alejado del resto de sus compañeros, sentado y cubriéndose con la cara con las manos, que tapaban un rostro lleno de emoción y con muestras claras de haber llorado.

Caneira, que no logró esconder su desconsuelo, permaneció abrazado a su esposa durante gran parte de la homilía, para, más tarde, ser apoyado por sus familiares.

Durante el entierro, Simao Sabrosa se acercó hasta Caneira para darle ánimos y dedicarle unas frase de cariño y ánimo.

Tras el entierro, el sepulcro de la pequeña María, la menor de los tres hijos del jugador valencianista, quedó oculto bajo decenas de ramos de flores, uno de ellos con forma de juguete infantil, con forma de osito de peluche.

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