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Rendirse nunca, remplazarlo jamás

CINCINNATI (AP) -- Justo el otro día, Ken Griffey Jr. recibió un consejo para batear de su hijo más pequeño.

"Mi hijo de tres años me dijo; 'Papá, tienes que aplicarle más fuerza. La lanzarás más lejos", dijo Griffey.

Al precoz Tevin Griffey le gustaría que su swing tenga el poder que solía tener, aquel que ha logrado 503 jonrones desde 1989 pero tan solo dos en este año. Hay algo que está fuera de lugar, y papá Griffey sabe que sólo una cosa puede reparar eso.

Tiempo. El preciado tiempo.

Tras cuatro años cargados de muchas lesiones y rehabilitaciones interminables, Griffey está tratando de recuperarse de la más complicada de todas. Griffey, 35, se tironeó el tendón de la corva derecho desde el hueso tras una deslizada en el fuera de campo en agosto de 2004. Los doctores lo sometieron a una operación que pocos atletas tienen la mala suerte de experimentar.

Ocho meses más tarde, aún no está completamente de regreso con los Rojos de Cincinnati, algo que es aparente a simple vista de sus estadísticas. Los doctores creen que continuará mejorando mientras los intentos de bateo se acumulen y la pierna tenga tiempo de sanar.

"Eso espero, pero uno nunca sabe porque esta es la primera vez que alguien pasa por algo así", dijo Griffey. "Es diferente, pero me estoy sintiendo cada vez mejor".

Esta lesión fue la que más tiempo lo retrasó en sus 17 años de carrera. No se le dio permiso para empezar a correr hasta un par de semanas previas al entrenamiento de primavera. Griffey no entró al terreno en los primeros juegos, hasta que pudo correr sin preocupaciones. Cuando finalmente logró jugar, se sintió totalmente fuera de lugar.

"El primer día en el campo me sentí como un venado perdido", dijo el jardinero 10 veces ganador al Guante de Oro. "Estoy empezando a sentirme cada vez más cómodo allí fuera".

Tuvo una actitud tentativa en el terreno y luchó en el plato, sin lograr un jonrón en 48 intentos esta temporada. La mala suerte duró hasta el 30 de abril, cuando pegó un cuadrangular que pasó a unos centímetros de la pared del campo en Milwaukee. Fue el abridor de temporada más potente de su carrera -79 turnos al bate.

Dos días más tarde, pegó otro -bueno, casi. El batazo de Griffey en el top de la pared en el jardin central del Great American Ball park fue declarado un cuadrangular, una decision de la que luego los umpires se arrepintieron. Una racha de imparables en nueve juegos consecutivos ha aumentado su promedio a .250, una señal de que ha comenzado a agarrar su ritmo.

Generalmente un atleta tarda un año en recuperarse de una lesión de tal calibre. Por más que Griffey no utilice eso como excusa por su flojo comienzo, sus compañeros de equipo sí lo justifican.

"Nunca lo dirá, pero yo diría que aún no es 100 por ciento seguro", dijo el jardinero Adam Duna. "Pero todos los días está ahí. Lo bueno es que está bateando bien. Es sólo una cuestión de tiempo".

Griffey se ha ausentado a un significativo número de juegos en las últimas cuatro temporadas a causa de diversas lesiones -un tirón en el tendón de la corva izquierdo, una lesión de cadera y muslo, un hombro dislocado, un tirón en el tobillo. Su última lesión fue la más complicada de todas.

Es poco probable que un atleta se lesione el tendón de la corva desde el hueso de la forma que Griffey se lo lesionó. El entrenador Mark Mann dijo que es el tipo de lesión que se ve generalmente en los esquiadores de agua y no en jugadores de béisbol.

"¿Podrá correr de la forma que solía hacerlo? Nadie puede responder eso", dijo Mann. "Cada día que pasa está corriendo mejor y se está sintiendo más a gusto. El año que viene, se sentirá mucho mejor que este año".

Por momentos, es evidente que aún se siente mal. Griffey es precavido y aún no corre a máxima velocidad. Ha sido linchado por los fans en un par de ocasiones por trotar, lo que demuestra que no recuerdan que aún está rehabilitando.

"Estoy seguro que hay gente que sí entiende", dijo Dunn. "Pero la gente que está mirando y diciendo cosas como esa, no tiene idea de lo que está sucediendo realmente".

Griffey no reaccionó mal ante las linchadas y los gritos, pero le molesta cuando los fans dicen que debería mantenerse en mejor forma y adquirir peso para evitar lesiones.

"Lo peor es que la gente dice, 'No entrena lo suficiente", dijo Griffey. "Uno no se queda en las ligas mayores por no hacer nada. Que me comparen con un jugador de campo izquierdo o derecho no es justo para mí y para los centros. Los jardineros derechos e izquierdos son más grandotes generalmente".

Griffey nunca pensó en renunciar durante sus cuatro años lastimosos de idas y vueltas. Y esa actitud deslumbra a sus compañeros que lo ven día a día.

"Le diré una cosa; si yo hubiese pasado por lo mismo no estaría aquí", dijo Duna. "Se necesita una persona especial para aguantar todo eso y seguir intentando".

Hay dos cosas que lo motivaron a lo largo de estos años:

"Amo el béisbol", dijo. "Y si hay algo que yo nunca voy a ser es una persona que se da por vencida".

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