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David es rey, genio y figura

BUENOS AIRES (ESPNdeportes.com) - Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir... Y sí, aunque suene futbolero, eso es lo mínimo que se merece el nuevo "Maestro". Por ganador y atrevido. Por guapo y versátil. Por "todoterreno" como pocos. Porque se agranda en las difíciles, David Nalbandian es el nuevo campeón del Masters. El único que pudo dejar mudo al rey.

Por eso, en Shangai, lo hecho por el argentino no fue ningún cuento chino, sino la ejecución de su sublime, histórica y memorable obra maestra. Porque ganar el selecto torneo que reúne a los ocho mejores del año nada menos que superando en la finalísima al suizo Roger Federer es cosa muy seria. Y pensar que el dueño de la Copa Masters se preparaba unos días antes para irse a pescar con amigos, en lo que hubiera sido el comienzo de sus vacaciones.

Esto, más allá de que pueda quedar como un dato anecdótico, sirve para hacer hincapié en un ítem clave: nadie debería reparar en que faltaron otras figuras de primera línea, ni que el europeo arrastraba una inactividad de más de un mes por una operación en un pie. Es hora, más que nunca, de ponerse de pie y aplaudir a un genio, capaz de hacer lo que quiera y potencial número uno, aunque depende de su mente volátil.

Que Federer, desde junio, arrastraba un invicto de 35 partidos. Que llevaba 24 finales ganadas al hilo, desde julio del 2003. Que había festejado en 98 de los últimos 101 encuentros desde agosto del año pasado. Que defendía la corona lograda en los Masters 2003 y 2004 en Houston. Que es el indiscutido líder y ya, a los 24, acumula seis títulos de Grand Slam. Que...

Sí, ante semejante monstruo se impuso Nalbandian. Es cierto que ingresó como segundo suplente, cuando el estadounidense Andy Roddick avisó que no jugaría debido a una lesión. Pensar que primero había conseguido una plaza Gastón Gaudio tras la baja del australiano Lleyton Hewitt, por su inminente paternidad. Hasta aquí, el "Gato" Gaudio era el único varón de su país héroe en una cita suprema en 25 años.

Ya lo había dicho hace cuatro meses el ex superstar John McEnroe: "A esta camada de argentinos sólo le falta más títulos importantes". Tenía mucha razón el irascible estadounidense. Había avisado el propio Nalbandian con su trepada increíble a la definición de Wimbledon 2002. Y luego se dio el récord de una final puramente argentina en Roland Garros 2004, cuando Gaudio aprovechó el bajón de Guillermo Coria.

UN GRANDE EN SERIO

Por eso, más que nunca, la victoria del Rey David en Shangai marca un hito en el deporte de la raqueta. El mismo que se hizo popular en su país gracias a las estupendas alegrías aportadas por Guillermo Vilas en los '70. Que dueño de Roland Garros y el US Open en 1977 y de Australia en el '78 y el '79. Además, se adjudicó en 1974 el Masters, en Melbourne.

A eso íbamos, entonces, ya que el "Gran Willy" era el único varón argentino consagrado "Maestro". Y ahora Nalbandian logró igualar aquella hazaña, después de 31 años. Sólo había podido copiarlo una mujer, la magistral Gabriela Sabatini, quien se impuso en ese imponente certamen en 1988 y 1994. Por eso, esto es para sacarse el sombrero.

Sin dudas, el 20 de noviembre del 2005 ya quedó grabado a fuego, como en los casos citados, incluyendo también la corona de "Gaby" en el US Open '90. Son los momentos dorados del tenis argentino, que sueña con quedarse algún día con la esquiva Copa Davis. El torneo en el que este año Nalbandian había dejado mudos a los australianos sobre su mítico césped, siendo el as de espadas contra Hewitt y compañía.

Por eso, una vez más, como se sostuvo desde este espacio y tal como lo señalan sus mejores colegas compatriotas y del mundo entero, Nalbandian es el mejor argentino post-Vilas. Es cierto que Coria llegó a ubicarse Nº 3 del mundo y David, al igual que José Luis Clerc, estuvo 4º, pero este triunfo épico, sus éxitos coperos y su potencial lo ponen como una figura que puede aspirar a mucho más.

En enero, Nalbandian cumplirá 24 años. Claro que su marca en finales sigue siendo negativa (4-7) y que es llamativa y pobre su cosecha de cuatro títulos como profesional, pero ya pone seguido en jaque y les gana a los mejores, trepó a definiciones en todas las superficies e indudablemente esta victoria puede marcar un antes y un después en su vida. El sabe que es inteligente y tiene el crédito abierto para ganar lo que quiera.

Nadie puede negar que Federer es una máquina, a la que si bien se demostró que se la puede frenar, costará horrores bajarlo de la cima. De hecho, sigue en camino de convertirse en uno de los elegidos de todos los tiempos. Igual -y esto no lo descubrimos ahora-, sobran los dedos de una mano para contar realmente los que pueden vencerlo con semejante categoría, actitud y aún en las canchas más veloces.

Por eso, que hoy el mundo no se canse de elogiar a Nalbandian es algo lógico y que, además, provoca un orgullo para todos los latinoamericanos. Sin ir más lejos, en 36 ediciones consecutivas, únicamente Vilas en 1974 y el brasileño Gustavo Kuerten en el 2000 habían podido conquistar el Masters. Y ahora son tres apariciones en la final de este campeonato, todas ganadas.

Así, cuando la mayoría pensaba que el huracán Federer iba a escribir otra de sus ya previsibles historias felices, fue Nalbandian el que se encargó de dejar su sello más firme, emotivo y excitante vivido por los latinos en los últimos tiempos. Que su endiablado revés de dos manos, rápido y en todas las direcciones, que su lectura para devolver los saques más difíciles, que su capacidad y velocidad para planificar y ejecutar...

Más allá de todo, las clases excepcionales que lo llevaron a quedarse con la "Maestría" estuvieron sustentadas en una mentalidad más fría y un corazón más gigante que nunca. Pocas veces se lo había visto tan constante y decidido en ese altísimo nivel. Por eso, si deja en el pasado sus peligrosas intermitencias, esa irregularidad que lo hacía vulnerable e impredecible, puede escalar y seguir abriéndose paso.

Ahora 6º en el ránking de la ATP, ya delante de Coria y Gaudio, es Nalbandian uno de los más duros rivales para Federer y su joven escolta, el español Rafael Nadal, otro de los ausentes con aviso en China por problemas físicos. No por casualidad ni suerte con los cuadros, David ya alcanzó una final de Wimbledon, una semi en Roland Garros y otra en el US Open (con match-point incluido) y tres cuartos de final en Australia.

Esta temporada, inclusive, llegó a octavos en París y a cuartos en las otras tres citas más importantes. Otra muestra cabal de que este diestro, que ahora aumentó su marca personal contra Federer a 6-4 -algo inadmisible y utópico para casi todos los adversarios-, tiene un horizonte enorme. La llave está en su cabeza, en su convicción para mantener su calidad exquisita en partidos y semanas completos.

POR ENCIMA DE TODO Y TODOS

Por eso, cuando primero era ya toda una proeza tener a tres argentinos en acción en la Copa Masters, cuando luego Mariano Puerta se les sumó al trío de punta Nalbandian-Coria-Gaudio y cuando hasta se quebró otro récord (en este caso sudamericano y latinoamericano) con la inclusión del chileno Fernando González, casi nadie pensó en un desenlace así, con David siendo felicitado por el mismísimo Federer.

La inolvidable jornada de semifinales ya había entrado en los libros. Gaudio, tras sacarle el jugo a las dudas de González, había podido clasificarse, pero sufrió un doble 6-0 de parte del rey. Al rato, Nalbandian concretó otra obra maestra frente al ruso Nikolay Davydenko y lo suyo ya era sensacional, por ser finalista y toparse con el suizo. Pero, fiel a su estirpe, ratificó que crece en la adversidad y ante las máximas exigencias.

Por eso, no sorprendió que perdiera por poco en su debut en Shangai justamente contra Federer, ni que le ganara bien a un Coria cada vez más irresoluto y defensivo, aunque sí llamó la atención la manera en que se deshizo del ascendente croata Ivan Ljubicic en el tercer y decisivo choque de su grupo. Ni aún se achicó en la final ante Federer tras ceder los dos sets iniciales en tie-breaks.

Fue evidente que el suizo no terminó entero físicamente, aunque el argentino, que embolsó cómodo los dos parciales siguientes, supo cerrar un trámite cambiante y electrizante. Si hasta se había puesto 4-0 en el quinto capítulo y parecía definido. Si hasta después no resolvió Federer estando 6-5 y 30-0 con el saque a favor. Y la balanza la terminó inclinando Nalbandian en el tie-break, tras cuatro horas y media, con pulso, garra y chapa de ilustre.

Por eso esas lágrimas, ese abrazo interminable con Alda, su mamá, con el recuerdo tan fresco de papá Norberto -falleció hace casi un año-, quien debe sentirse más emocionado que nunca desde el Cielo. Por eso esa sonrisa incrédula. Por eso esa emoción a flor de piel. Por eso la felicidad y el reconocimiento de millones y millones de argentinos. Por eso, más que nunca, aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir...