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El mejor Super Gallo de la historia

BRISTOL (ESPNdeportes.com) -- El boxeo ha tenido grandes pegadores a través de su historia pero algunos serán recordados más que otros por el poder destructor de sus puños.
Uno de ellos es el puertorriqueño Wilfredo Gómez, quien parecía haber nacido con plomo en las manos. Ese atributo natural, sumado a su extraordinaria técnica, asombrosa velocidad y puntual precisión, lo hizo campeón del mundo a sus veinte años de edad.

Conocido como "Bazuca" debido al pulverizante efecto de cañón que tenía en las manos, Wilfredo nació y creció en el barrio Las Monjas de San Juan, y fue allí donde desarrolló su destreza y mentalidad de peleador callejero.

Durante su carrera como aficionado solamente perdió una vez, y después de participar como peso Mosca en las Olimpiadas del 72 con quince años de edad, se coronó monarca mundial a nivel amateur en 1974 ya como peso Gallo.

Ese mismo año tuvo su noche de debut profesional, lejos de su querida isla, y debió conformarse con un empate en el Gimnasio Nuevo Panamá.

Por tres años peleó en la división Gallo, sin embargo, a pesar de ganar todas sus peleas por la vía rápida, no le llegaba la oportunidad por el título mundial por lo que subió a Super Gallo.
Ya había ratificado su reputación de promesa y fue a partir de aquí que el mundo vería lo que tanto esperaba: aquel prometedor joven se había transformado en un verdadero triturador, que demolía lo que se le pusiera de frente con frialdad y hasta un matiz animalístico en sus nócauts.

Así, finalmente llegó su primer título mundial en 1977 frente al sudcoreano Dong-Kyun Yum.

En esa categoría de las 122 libras, Wilfredo encontraría su hogar dulce hogar, porque era un Super Gallo natural. Nunca superó el 1.65 mts. de estatura, y la marcada definición de su musculatura, especialmente reforzada en los hombros y brazos, le daba algo adicional que lo vería dominar esa división por los siguientes seis años, en los que impondría el aún vigente récord de haber ganado diecisiete defensas consecutivas por nocaut, hasta que entregó la corona para subir a Pluma definitivamente.

Dentro de esas exitosas defensas ha quedado en el libro de recuerdos su combate frente a Carlos Zárate, otro gran pegador que llegaba a la cita como el flamante campeón Gallo con 52 victorias -51 por ko- y aún invicto. Llegaba el momento de ver quién era quién entre estos dos demoledores, era el duelo de invictos noqueadores, uno mexicano, otro puertorriqueño, como si faltase algún ingrediente en la mezcla.

Gómez demoró cinco asaltos para deshacerse de Zárate y mancharle su hoja.
Con esto ratificaba su poderío y supremacía.

En pos de alcanzar ese próximo nivel, Wilfredo tuvo durante su reinado en las 122, un fallido intento en la categoría Pluma. Quizá fue en el peor momento o ante el peor rival posible pero al no encontrar mayor competencia en su división puso su mirada un peldaño más arriba para retar al entonces rey Pluma Salvador Sánchez (q.e.p.d.).

Esta pelea, denominada "La batalla de pequeños gigantes", se llevó a cabo en La Vegas en agosto de 1981 y significaría la primera derrota (kot-8) para el noqueador puertorriqueño.

Fue una dura experiencia para un hombre acostumbrado a ver a sus rivales en la lona. Esta vez fue él quien recibió la paliza de su vida ante uno de los más grandes de la época.

Quizá la diferencia e inexperiencia de otra categoría pesó en el combate y afectó a Gómez.

Algo similar le había sucedido a Zárate y también le sucedería a otro popular mexicano, Lupe Pintor, quien se enfrentaría a Gómez en 1982 después de decidir subir de Gallo (dominaba la división en forma contundente) y desafiar al monarca Super Gallo.

Pintor, quien le había arrebatado el cetro a Zárate tres años atrás, escenificó junto a Gómez una de pelea que ha quedado en la historia como una clásica de pundonor y corazón, donde al final se impuso la lógica de división a favor del campeón puertorriqueño y de la forma que mejor lo sabía hacer, por nocaut.

Fue está la histórica décimo-séptima defensa exitosa por la vía rápida -récord vigente- y este combate, irónicamente, también marcó el final del "Bazuca" en las 122 pues en abril del año siguiente cedería su corona pasa subir y no regresar más.

Después de la trágica muerte de Sal Sánchez, Gómez ganaría los cetros Pluma y Super Pluma, sin embargo, los perdería en su primera defensa, dejando claro una vez más que él siempre fue un peso Gallo natural y que con los cambios de peso también se fue parte del secreto de su dominio.

En sus mejores tiempos, Wilfredo Gómez fue una estrella dentro y fuera del cuadrilátero.

Vivió vertiginosamente cada instante en ambos planos y, si bien, por eso llegó a lo más alto del deporte de los golpes remunerados, también vio como su castillo de arena se venía al suelo, con lo que llegó a vivir momentos oscuros, empañados por el fantasma de los vicios y sus repercusiones morales y neurológicas.

Otra víctima del propio deporte del boxeo, que eleva a un púgil a lo más alto para después dejarlo caer, a veces sin alas, hasta tocar fondo…

Pero una de las virtudes más grandes del ser humano es saber aprender de los errores y corregirlos a tiempo. Está claro que con una coraza especial de convicción, voluntad y mucho amor propio cualquiera puede levantarse y retomar su camino.

Afortunadamente, el conteo de la vida va más allá de ocho segundos...

Perfiles dedica el mes de diciembre al mejor Super Gallo de todos los tiempos, el hombre con dos de los puños más temidos en la historia, Wilfredo Gómez, el hijo de Las Monjas de Puerto Rico.

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