<
>

Un 'Diez' de cepa pura

Nuestro invitado del mes de enero es, sin duda, uno de los más talentosos creativos de nuestro tiempo y uno de los últimos en una posición casi extinta.

La historia futbolística de Carlos El Pibe Valderrama es hasta fácil de entender pues proviene de una familia futbolera. Aquí se aplica a la perfección el término "...trae el fútbol en la sangre"...

Dicen que el mar da vida, y tal parece que el aroma de sal y el sonido de las olas, bajo la sombra de la Sierra Nevada en la histórica Santa Marta, le dieron al Pibe una pasión particular para con el balón.

Como todo un trotamundo, el Pibe salió de su querida Colombia en busca de mejores horizontes y recorrió el mundo derrochando talento y liderazgo a cada paso. Así, fue figura en Francia, España, y todo un ícono en la MLS de los Estados Unidos, donde brilló con más de cuarenta años de edad jugando al lado de jóvenes de veinte.

Si alguna vez se cuestionó si se adaptaría al estilo y a las exigencias físicas de las diversas ligas a donde llegó, una vez que tocaba su primer balón, cualquier duda se convertía en elogio.

El "diez" colombiano siempre fue fácilmente distinguido por su llamativa cabellera rubia pero fue su visión del campo y sus pases milimétricos que lo convirtieron en una especie de radar humano, y en uno de los grandes mariscales de las últimas décadas.

Para mi, ver jugar al Pibe siempre fue un incentivo y un gusto adicional en cada partido.

La elegancia con la que trataba el balón era de otra dimensión.

El Pibe era astuto y pícaro con la pelota; lo difícil, lo hacía ver fácil. Poseía una visión y una lectura de juego como muy pocos en la historia.

Parte del secreto del éxito del Pibe es que supo maximizar sus energías y sus facultades.

Su rapidez mental era muy superior a la del jugador ordinario, y a base de buen posicionamiento y anticipación siempre estaba un paso adelante de los demás para convertir una pelota aparentemente muerta, en una jugada de gol.

Valderrama fue el orquestador ideal, el líder que siempre dijo presente para echarse el equipo al hombro. Conocía a sus compañeros como la palma de su mano y los ponía a jugar con una mirada o un quiebre de cintura.

En pocas palabras, realmente sentía y vivía el fútbol...

Con el adiós del Pibe de las canchas después de veintidós años de actividad profesional, Colombia vio el final de un ciclo exitoso para su selección que participó de su mano en tres Mundiales consecutivos, en los cuales el Pibe siempre fue centro de atracción. Fueron tiempos de bonanza en el fútbol cafetero y la influencia de Valderrama había generado una "Pibe-dependencia" que aún no se supera.

Se retiró el Pibe jugador, el maestro, el mago, el varias veces "Mejor de América".

Pero queda el ídolo de millones que ahora puede ayudar a su país desde otro nivel, en lo anímico y en lo futbolístico.
Queda también el Pibe emprendedor y empresarial que posiblemente seguirá cosechando éxitos en otras facetas de su vida.

Queda el hombre sencillo, el que tantas veces ha dado tranquilidad dentro y fuera de la cancha con un "todo bien, todo bien"...