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Una despedida anunciada

Fue sustituido por sexta vez esta temporada Getty Images

El impacto de la eliminación brasileña aún golpea profundamente en toda esa nación y probablemente en todo el planeta pues, a decir verdad, pocos esperábamos una partida en cuartos de final para el Scratch.

Los jugadores, la prensa y un apasionado pueblo aún están en "shock", sin embargo, quizás esta eliminación tempranera no debería sorprendernos tanto, pues si atendemos a la evaluación objetiva, las señales estaban allí desde el primer partido contra Croacia.

Es más, quizá desde mucho antes, si tomamos en cuenta que la formación titular de Parreira no jugó junta más que un partido -contra Rusia- en un lapso de ocho meses y que los demás partidos de preparación previo al Mundial fueron más bien para fortalecer las arcadas de la Federación Brasileña...

La historia futbolística de Brasil en este Mundial se puede describir con la palabra "apatía", complementada por una inmensa cautela muy propia de su timonel.

Es cierto que por ser el gran favorito y la gran potencia mundial, a Brasil había que enfrentarlo con otro tipo de cara. Desde el arranque, los croatas intentaron contrarrestar a sus figuras interponiendo una férrea última línea y varios obreros en la medular que ciertamente complicaron con disciplina a los brasileños.

Pero claro, era el primer partido y Brasil siempre juega así al inicio...

Después vendría Australia y el reto físico fue aún mayor pero con sapiencia y colmillo Brasil logró sacar el resultado aunque una vez más nos dejó esperando el jogo bonito.

Frente a Japón, el equipo ya estaba clasificado a la segunda fase y Parreira optó por dar descanso a algunos y cuidar a otros por lo de las amarillas.

Entonces, curiosamente se refrescó el equipo (no jugaron Cafú, Roberto Carlos, Emerson ni Adriano, mientras que Kaká y Ronaldinho no terminaron el partido) y sin mayor presión los alternos de Parreira se divirtieron y golearon al equipo nipón 4 a 1. Este partido nos hizo recordar al mejor Brasil, con 14 remates al arco, 14 tiros de esquina, un 60% de posesión, y los dos primeros goles del otrora fenómeno Ronaldo.

En ese momento, y por primera vez en el Mundial, despertaba la ilusión de que a partir de ahí por fin veríamos al Brasil esperado...

Pero pronto la ilusión volvió a ser una preocupación. Frente a Ghana volvió el equipo titular y con ello los viejos malos hábitos de un equipo sin mucha química y sobre confiado.

El debutante Ghana, sin su astro Essien, se plantó con carácter ante los campeones y comenzó a desvestir al campeón reinante con un fútbol fresco y algo arriesgado que no le trajo frutos debido a su falta de definición.

Este partido ante Ghana, puso a Brasil en cuartos pero con muchas dudas. Fue en este partido donde también fueron obvias algunas señales y síntomas de que algo quizá no andaba bien en el vestuario brasileño.

Fue en este partido donde comenzamos a dudar de la varita mágica de Parreira para lograr exitosamente la comunión de tantos egos. La falta de compañerismo en algunas jugadas iba más allá del normal egoísmo para definir, y se transformaba más bien en una muestra de que cada uno lucía la misma camiseta pero jugaba un partido diferente, muy lejos de los objetivos del grupo y quizá más cerca de querer asegurarse individualmente un buen Mundial.

El resultado fue un equipo frustrado, donde de repente nadie sabía hacia dónde había que ir o a quién seguir, sin embargo, el abultado marcador tuvo como cómplice la misma inexperiencia de los africanos.

Un verdadero caos que desfiguró al plantel y que Francia terminó de desnudar en Francfort.

En cuartos de final Brasil fue irreconocible y además de que le cedió al pelota a los franceses, solo registró un remate al arco, algo digno de lástima para el llamado mejor equipo del mundo y sin duda el más caro por nombres y sueldos.

¡Y tenía que ser Francia la que hundiera la daga!

La Francia del genio Zidane, a quien iban a jubilar. El mismo Zizou que en aquella fatídica final del '98 les había hecho comer polvo. Y si en aquella oportunidad fue Ronaldo quien tuvo convulsiones, ahora parecía que todo el equipo las había sufrido.

Brasil de repente se quedaba sin líderes y sin "jugadores del año".

La verdeamarela está fuera del Mundial antes de lo previsto y esa es la realidad.

Como todo evento de impacto en nuestro mundo, la eliminación prematura de Brasil debe pasar por un proceso normal. Desde la búsqueda de causas, el tiempo de shock y asimilación, hasta la aceptación para poder después pensar en el futuro.

Al intentar buscar las causas de la debacle nos encontramos con muchas posibles razones y muchos a quienes apuntar con el dedo.

Sin embargo es difícil realmente dar en el blanco de qué fue lo que pasó, porque quizás es un conjunto de circunstancias. Quizá podríamos comenzar apuntando a una mediocre preparación, pues el equipo titular de Parreira realmente no jugó junto mucho tiempo, aunque todos conocen el potencial de cada uno.

A esto hay que añadirle la baja forma en la que terminaron la temporada algunos jugadores como Ronaldo, Adriano, y hasta el mismo Ronaldinho quien ya en la final de la Champions no lució en su mejor forma.

Esta situación la podemos entrelazar al hecho de que el técnico Parreira había anunciado desde hace mucho tiempo el equipo titular que utilizaría, asumiendo la total recuperación física y anímica de algunos.

Ahora yo me pregunto, al conocer el equipo titular con tanta antelación, ¿cómo afectó eso la motivación de los demás al saber que por más que demostraran no serían titulares? Y por otro lado, ¿cómo influyó eso en su preparación a los que sabían que tenían asegurada la titularidad?

No sé, quizás el partido contra Japón dice algo...

La sobre confianza con que llegó este plantel a Alemania apuntaba también al otro filo del arma. Cada entrenamiento, más que eso, era una sesión de espectáculo y exhibición para con el público.

Difícilmente Parreira pudo realmente ensayar muchas cosas estando bajo la lupa de propios y, especialmente, de extraños. Ah, pero Brasil no tiene mucho que entrenarse, todos son talentosos y una vez en la cancha saben lo que tienen que hacer y cómo entenderse.

Es cierto que eso se ha visto en el pasado, pero las exigencias del rival aumentan a diario, y el Mundial lo ha confirmado. Quizás por eso, los de mejor aplicación táctica están en semifinales.

El seguir buscando explicaciones quizá no nos lleve lejos porque de lo expuesto anteriormente, pasando por los egos de algunas figuritas, y concluyendo con la propuesta conservadora de Parreira y los errores tácticos ante Francia, llegamos a la misma realidad: Brasil decepcionó y a muchos les tomará tiempo asimilar la idea de que el gran favorito se fue del Mundial por la puerta de atrás.

Esta es la tercera vez que Brasil termina 5º en una Copa del Mundo, y había superado los cuartos en los últimos tres Mundiales.

Ahora, dentro de toda esta temática negativa que rodea a la selección canarinha, también hay muchas cosas para destacar de su participación.

Una de ellas es sin dudas el hecho de que Ronaldo se haya convertido en el máximo goleador en la historia de los Mundiales con 15 tantos, o que Brasil haya dado muestras de mejoría en su última línea. El central Lucio, incluso impuso una nueva marca de 386 minutos sin cometer una sola falta en un Mundial -se la cometió a Thierry Henry al minuto 26-.

Pero más allá de que el Scratch haya anotado diez goles y permitiera dos, su participación dejó mucho que desear y solo pudimos ver ráfagas de jogo bonito y de entrega por parte de sus jugadores.

Los llamados a brillar se apagaron, y un obrero silencioso como Zé Roberto posiblemente se llevó la nota más alta.

Ahora hay que pensar en el futuro.

Juninho y Roberto Carlos ya enviaron el mensaje claro de recambio al anunciar su retiro de la Selección, ejemplo que seguramente van a seguir otros varios veteranos.

La vida debe seguir para Brasil, ya lo pasado es pasado, y este Mundial servirá de lección.

Entonces, no hay que buscar explicaciones o justificaciones.

Brasil pecó por llegar al Mundial sintiéndose muy superior y quizá su preparación no lo respaldaba así. Llegó pensando que con intimidación podría superar a los viejos zorros. Llegó al Mundial sin alma, y hasta con poca hambre de triunfo.

Si analizamos a fondo, Brasil tenía anunciada su despedida casi desde el principio...