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De Indiana a un café de Buenos Aires, el cuarto juego entre Pacers y Knicks

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¡Paliza de los Pacers para igualar la serie frente a los Knicks! (5:14)

Indiana fue muy superior en el juego cuatro frente a Nueva York, lo superó por 121 a 89 (llegó a una ventaja de 43) y empató 2 a 2 las semis del Este. Haliburton sumó 20 puntos y McConnell aportó 15 unidades y 10 asistencias. (5:14)

Mientras en el Gainbridge Fieldhouse de Indiana el público delira con el fabuloso primer cuarto del equipo local, en el Argot Café de Buenos Aires nadie más que yo parece saber de la existencia del trascendental cuarto partido entre los Pacers y New York Knicks.

El ruido ensordecedor de los fanáticos en la capital del básquetbol estadounidense se contrapone con el fluir suave de las conversaciones y la agradable playlist que eligieron los trabajadores del bar, Autumn in New York de Bobby Timmons como canción estrella de la tarde.

Tyrese Haliburton se desliza en la cancha con la misma soltura con la que Guillermina me trae el segundo café con leche que le pido. La mano del crack de los Pacers está a la temperatura ideal, así como la taza que reposa sobre mi mesa.

Termina el primer cuarto y Tom Thibodeau no le encuentra la vuelta al asunto. Los Knicks pierden por 20 puntos, la peor desventaja tras el primer período en su historia en los playoffs. Para los Pacers es la mayor diferencia a favor en la misma situación. Otro que no consigue solución es Octavio, quien pidió una mesa para dos adentro, pero el salón está lleno y le ofrecen una afuera. El clima no ayuda: frío y lluvia. La relación con la joven que lo acompaña no parece ir mucho mejor. Él no sabe que hasta los más brillantes tienen tardes opacas: Jalen Brunson falla los cinco tiros de campo que intenta, dos de ellos abiertos y tres con un defensor encima, y le aciertan cuatro de los cinco lanzamientos en los que él es el defensor del jugador de los Pacers.

Thibodeau busca soluciones. Hace más cambios que los que nos tiene habituados en estos playoffs. Yo también cambio, pero de mesa. Ellas son tres, yo estoy solo y la mesa es para cuatro. Mariela con su hija Tisiana y su sobrina Zoe pasan a ocupar el que era mi lugar, cerca de la ventana, y yo vengo contra la barra. Win-win: ellas consiguen sentarse a merendar y a mí ya no me llega tanto el frío desde la puerta que se abre constantemente por la cantidad de gente que elige este sitio.

El café tiene un sabor ideal como el partido que los Pacers están haciendo en defensa: apenas permiten 41 puntos en la primera mitad, la cantidad más baja en toda la temporada. Los 28 puntos de ventaja al entretiempo representan la máxima ventaja en la historia de Indiana en los playoffs. Y provocan en los Knicks una diferencia en contra que no sufrían desde 1991 en una postemporada.

El robo, seguido de contraataque y volcada de Pascal Siakam para sacar 32 puntos de ventaja provoca el fastidio de Thibodeau. Pide tiempo muerto. Octavio también se cansa de lo que ve. El bar sigue lleno adentro y él y su ¿novia? dicen basta. Se levantan, entran a pagar y se van. Los demás clientes no se enteran ni de la molestia de Octavio ni del baile que los Pacers les dan a los Knicks.

Donte DiVincenzo no logra resolver en ataque. Josh Hart descansa. Sí, como leyeron: Hart está sentado en el banco de suplentes y mira sorprendido. A Brunson le convierten fácil al otro lado de la cancha. Y en ofensiva no le va mucho mejor a Jalen, sobre todo cuando lo defiende Aaron Nesmith. Evidentemente, no es la tarde de los Knicks.

Haliburton salta en soledad rumbo al aro y la vuelca. T.J. McConnell tiende el puente aéreo para que Obi Toppin entierre la pelota de espaldas como en un concurso de volcadas de los que ya participó. El público se estremece. La diferencia no deja de crecer. Al final del tercer cuarto, ya es de 38. Acá, nadie más se entera. Las conversaciones siguen su curso mientras Amy Winehouse nos deleita con su voz.

JJ Reddick analiza el encuentro para la transmisión de ESPN en inglés. A pesar de que recién comienza el último cuarto, esta historia ya está escrita. La diferencia es mayor a 40 puntos y ya descansan las figuras de los dos equipos. Da lo mismo si los Knicks logran limar la diferencia o no. El 2-2 en la serie es un hecho.

Justo cuando termina el partido con el triunfo de Indiana 121-89, el bar está en su momento cumbre. Algunos ya eligen un trago o una copa de vino en vez del café. El otoño marca su presencia en la ciudad. La campana que hace sonar el encargado de la cocina ante cada pedido que tiene listo suena como una alarma para estos Knicks que pasaron de ser claros favoritos en la eliminatoria a encontrarse con más dudas que certezas.

Se aproxima el horario en el que el sitio elegido está a punto de cerrar sus puertas. Se van los pocos que me acompañan a esta hora mientras también se retiran del estadio los hinchas de los Pacers. Escribo estas últimas líneas, pago y yo también me alisto para irme. Se va una tarde de domingo de básquetbol, café, jugadas exquisitas y tentaciones dulces maravillosas.

Los clásicos como Pacers-Knicks y los cafés de Buenos Aires nunca mueren. Es más, están más que vigentes.

El martes en el Madison Square Garden, el quinto partido de la serie ofrecerá otra historia para contar.