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Pelea entre nenes

ROMA -- Pongamos el ejemplo de dos hermanitos, uno de seis y uno de cuatro años, que pelean por un paquete de caramelos de propiedad del chico mayor.

Claramente, el legítimo propietario de un "tesoro" tan especial no quiere compartirlo con nadie, mientras que su hermano chiquito pretende a toda costa una parte del botín.

Yo, en calidad de adulto, debiendo intervenir en la inocente pelea, debería retarlos a ambos, porque los dos tienen sus razones pero los dos están equivocados: en efecto, debería decirle al más grande que, si bien los caramelos son suyos y él decide que hacer con ellos, tiene que ser más gentil y compartirlos con su hermanito, porque es justo que así sea.

Por el otro lado, admitiendo la legitimidad de que un nene tenga ganas de caramelos, lo retaría al chiquito por exigir algo que no es suyo: una cosa es pedir, otra muy diferente pretender.

De la misma manera, cualquiera que analice desde afuera la actual situación de Inter no pude evitar de condenar tanto a la sociedad cuanto al entrenador.

La culpa de Moratti está en haber elegido a un entrenador no apto para su equipo, por encima sin considerar la opción de ponerlo en condiciones de jugar el fútbol que prefiere, comprando jugadores útiles a su filosofía y "plasmando" el plantel a su nuevo técnico.

El Presidente nerazzurro tuvo sus justas razones para comportarse así, puesto que lo que se le pedía no era fácil de realizar, sobre todo en este mercado en el que había poco dinero a disposición (natural que así fuera, tras el peor trimestre de la historia de Saras, la holding de la que hace parte Inter).

Pero hay que admitir que un par de adquisiciones diferentes a las que se hicieron no hubiesen comportado gastos exagerados y, de no poder tomar ese camino, entonces hubiese sido oportuno elegir un entrenador más en línea con el plantel a disposición.

Pasemos ahora a las culpas de Gasperini: él, como el chiquito del ejemplo anterior, pasó de pedir a pretender, optando por jugar a toda costa con un esquema inapropiado, a pesar de que pudieran llegar o menos los refuerzos esperados.

El Gasp sufrió una "violencia" al verse obligado a adaptarse a lo que tenía a disposición, teniendo que cambiar su manera de ver el juego. Una violencia inesperada en un club en el que cualquier técnico se espera que le cumplan por lo menos un par de deseos de mercado, agravada por la venta (a pocos días del comienzo del campeonato) del mejor jugador del plantel, Eto'o.

Sin embargo, Gasperini tuvo la culpa de no haber encajado en el equipo, persiguiendo sus ideas a pesar de los muchos señales de peligro que encontró por su camino y, para colmo, sin tener el coraje de tomar una decisión clara y determinada, justa o equivocada que fuese, y ser coherente con ella misma.

Cambió sistema de juego a cada partido, usó sus piezas en tres o cuatro roles diferentes y pretendió muchas cosas diferentes por parte de un mismo jugador: todos factores que desestabilizaron al equipo y demostraron gran inseguridad y confusión, lo que no podía que hundir a Inter en esta profunda crisis.

Por otra parte, hay que decir que mi metáfora de la pelea entre nenes no es del todo perfecta para este caso, porque falta un elemento muy importante: los jugadores. En efecto, los caramelos son objetos inanimados que no pueden tomar una parte activa en la discusión entre los dos hermanitos, mientras que los jugadores tuvieron mucho que ver con el mal momento del equipo.

Cada uno tiene sus propias características y, si aceptamos que no es justo obligar a un entrenador a adaptarse totalmente a lo que tiene, tampoco es correcto que un técnico los obligue a sus muchachos a cambiar manera de jugar.

Pero en un caso de emergencia como éste, los nerazzurri hubiesen debido mostrarse más disciplinados y más disponibles a familiarizar con las ideas de su entrenador. No hay que olvidarse que el "Gran Inter" del triplete nació cuando Eto'o aceptó el compromiso de jugar por izquierda: sin el sacrificio del grande campeón camerunés, ese conjunto se hubiese quedado probablemente sin nada.

Yo creo que todos tengan sus propias culpas en esta dramática situación, que en efecto es demasiado negativa como para que pueda depender sólo de una persona o de un único sector de un club.

De todas maneras, tengo que hacer otras dos consideraciones importantes: primero, que Inter es reincidente, puesto que ya pasó por algo parecido el año pasado: cuando fue asumido Benítez, en efecto, no se lo puso en condiciones de trabajar como prefería, vendiendo a los jugadores que no le servían y adquiriendo alguno de los hombres que él había pedido.

Durante el año pasado, a menudo subrayé cuanto había sido injusto el hecho de no haberle dado al madrileño la posibilidad de traer a un hombre "proprio", que él deseaba sobre todo para darle a su equipo una determinada identidad.

Ahora, repitiendo el mismo error cometido apenas un año y pico atrás, parece bastante claro que, tras la salida de Mourinho, Inter se perdió completamente y, cerrado definitivamente el exitoso ciclo de cuatro años, regresó a ser el lo que era antes de Calciopolis: un club poderoso con un plantel de gran nivel que sin embargo no logra formar un verdadero equipo.

La segunda consideración se refiere a Gasperini: un técnico es el responsable de lo bueno y de lo malo de su equipo, porque él es el encargado de estimular a sus jugadores, de crear un proyecto convencedor y de planificar la preparación física, entre muchas otras cosas. En suma, depende de él que un buen conjunto de jugadores se transforme en un gran equipo de fútbol.

Regresando al caso Benítez, si bien tampoco a él se le había dado la chance de trabajar como prefería, el entrenador español ganó la Supercoppa Italiana, el Mundial de Clubes y dejó a Inter con algunos problemas, es cierto, pero bastante bien parado en la tabla (a pesar de las muchas lesiones que diezmaron por mucho tiempo su plantel).

Gasperini, con un Eto'o menos pero con Pazzini, Nagatomo, Forlán y Zárate en más respecto a lo que tenía Benítez, perdió la Supercoppa Italiana, sumó apenas un punto en tres fechas de campeonato (si bien jugó 3 partidos objetivamente fáciles) y cayó de local ante el humilde Trabzonspor en Champions League. Una situación tremenda que identifica cuanto haya sido malo su trabajo en nerazzurro, a pesar de las dificultades que le creó la sociedad.

Personalmente, no creo que Gasperini sea un mal entrenador y creo que podrá aprender mucho de esta experiencia, que en fin de cuentas le sirvió sólo a él: en efecto, ahora también él sabe que quiere decir trabajar con un cierto tipo de presiones y tratar con campeones y estrellas de altísimo nivel.

Todavía recuerdo sus declaraciones del 2009, cuando criticó la elección de Juventus de entregarle el mando a Ferrara, diciendo que le parecía injusto que un entrenador sin experiencia pudiese comenzar su aventura en un club del calibre del bianconero, mientras había muchos técnicos como él, con años de experiencia, que nunca tuvieron esa chance.

Parece evidente que, en aquel entonces, el ahora extécnico de Inter no consideró el hecho de que Ferrara, en su excelente carrera profesional, jugó con Maradona en Nápoli y con Del Piero y Zidane, entre otros, en Juventus, de manera que sabe (y siempre supo) convivir con muchos otros campeones.

Tal vez ahora Gasperini no subestimará más el importantísimo aspecto de saberse mover en vestuarios tan "pesados" y, aprendida esta lección, quizás se transforme en un gran entrenador, capaz de agarrar un plantel del nivel del nerazzurro y llevarlo hacia victorias y alegrías en lugar de las derrotas y desilusiones hacia las cuales condujo a Inter en esta breve pero intensa aventura. Pero, honestamente, es muy difícil que tenga otra ocasión de este nivel.