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Los viejos vaqueros siguen cabalgando

¿Quién lo hubiese dicho, soñado o pronosticado? Dos símbolos vivientes del América y de las Chivas están hoy sentados en las bancas de los equipos que aman para tratar de revertir una situación adversa. Y puede que no tengan la poción mágica ni que hayan sido los mejores remedios para cada situación, pero estemos seguros y confiados de que los dos impondrán su sello de espíritu, de pasión y amor por el juego.

LOS ANGELES, California -- Aquel que lo hubiese pronosticado, advertido o soñado seguramente habría sido tirado de "loco": Alfredo Tena, en el América, Fernando Quirarte, en las Chivas. Es como si los "viejos vaqueros" se pusieron sus botas otra vez y volvieron a subirse al caballo, a cabalgar, a rienda suelta, por la pradera a la búsqueda de una nueva y quizá última aventura.

No hay que ser demasiado viejo (con que tenga mi edad, más o menos) y sea un poco aficionado al futbol para entender lo que ambos significaron en la historia contemporánea de las dos entidades futbolísticas más populares del país. Tena y Quirarte jugaron a plenitud en la década de los ochenta. Tena era un fuerte zaguero central, de gran condición, de pundonor y entrega a toda prueba, apodado por esas condiciones como El Capitán Furia. Y Quirarte jugaba en la misma posición, tal vez con un poco más de clase, de estilo, también con entregada sobrada y una buena visión de juego para buscar el ataque. Los dos parecían destinados a cubrir la defensa central de la selección mexicana en el Mundial de 1986, la dupla de Bora Milutinovic, a la que sólo llego Quirarte luego de que Tena afrontara --dicen-- ciertos problemas extradeportivos.

Se les recuerda a ambos, particularmente, por una bronca memorable --aquellas sí que eran broncas memorables-- durante un Clásico, donde volaron patadas, puñetazos, amenazas y donde la mayor parte de los jugadores terminaron en la delegación, tras las rejas. Eran Clásicos de verdad, llenos de espiritu y de identidad y tanto Tena como Quirarte representaban a la perfección lo que había en el alma de ambos de equipos, de ambos pueblos, de ambos sueños.

Hoy, la misión parece más complicada. El América está en el puesto 16 de la tabla general y Tena ha encontrado problemas en sus dos primeros juegos para poner orden en el equipo. Hay quien asegura que llegó como un entrenador temporal, para encabezar una "limpia" que hace tiempo necesita el club de Coapa. Mientras tanto, Tena sabe que debe enderezar la nave cuanto antes para, al menos, devolverle al americanismo lo último que puede perder: el honor.

Y Quirarte se sacó la lotería sin tener un boleto para la rifa. En el 2001, en su primer torneo completo con Santos fue campeón y con Atlas llegó a la liguilla. De seis liguillas disputas, en tres ha ganado seis partidos, un campeonato, un subcampeonato y unas semifinales. No dirigía desde el Apertura 2005 cuando estaba con Jaguares de Chiapas.

Como entrenador en México tiene 65 victorias, 49 empates y 55 derrotas con una efectividad del 48%. Aunque es y será siempre un símbolo viviente de las Chivas y de su historia, Quirarte no está interiorizado con el trabajo que el Guadalajara asumió a partir del algunos cambios en la administración Vergara, donde se dejó de comprar jugadores, se fomentó el debut de jóvenes y se trabajó única y exclusivamente con lo que producía la cantera. A diferencia de Tena, Quirarte, que toma a unas Chivas en el quinto puesto de la general, bien ubicados, tendrá la obligación de ganar el título del torneo.

Es como si hubiésemos caído en el aquel túnel del tiempo. Tena y Quirarte, dos símbolos vivientes de dos equipos a los que les sobra pasión y amor, están de vuelta para tratar de revertir situaciones adversas. Y puede que América y Chivas tengan muchas deficiencias, incapacidades e inseguridades, pero seguro que desde la banca tendrán un aporte definitivo de pasión y espíritu de juego, sólo como El Capitán Furia y el Sheriff saben hacerlo.