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Sólo hubo un Grande

Y ese fue Chivas, que sin ser brillante en la cancha, aprovechó las debilidades futbolísticas y el caos que impera en el América para ganar contundentemente. El Guadalajara se apoderó además del domingo en el Azteca, extendiendo su bandera y presumiendo sus colores que terminaron volviendo al liderato general del torneo y llenó de esperanza a sus aficionados. Al final del domingo, sólo un poderoso, solo un mandón, solo una leyenda quedó "viva" después del Clásico.

MÉXICO -- Ni la grandeza de un pueblo que canta. Ni el color crema de una camiseta que transpira historia. Ni el amor profundo, intacto, inquebrantable que existe por este equipo. Ni los rezos a la milagrosa Santa Úrsula. Ni el baile del Chucho que presagiaba otro tipo de tarde. Ni los despertares engañosos que provienen de la cancha .Ni la Monumental entera, llena de excentricidades y también de pasión profunda. Ni la salida prohibida de Navarrete. Ni un Estadio Azteca que se negaba a dejar de ondear la bandera de la vergüenza...

No, no queda nada, América…No queda absolutamente nada de lo que eres, de lo que fuiste, de lo que reclama tu leyenda, tus parajes gloria, tu americanismo insaciable, tu grandeza perpetua. No queda nada, América... Nada

Pero el Clásico se vio y se vivió a colores del otro lado del estadio.

Y el milagro, el milagro volvió a ocurrió. El Azteca se pinto de rojiblanco. El grito de Chivas, los bailes de Chivas, las expresiones de Chivas se fueron apoderando de la tarde.

Marco Fabián festejó como tenía que festejarse. El Cubo robotizó la jornada de aromas tapatíos. Y un Rebaño más sagrado que nunca termina por apoderarse de la pasión de un Clásico.

Al final del día, a la llamada jornada más sagrada y pasional de futbol mexicano, sólo sobrevivió uno, el más fuerte, el más poderoso, el más grande, dirían otros. Sí, señor, vencedor del clásico, el líder general del campeonato.

Santa Úrsula y las once mil vírgenes... Es el domingo 23 de octubre en las calles del Barrio de Coapa y la magnífica tarde de otoño guarda cierta fe y cierta esperanza en el ligero viento que sopla desde el sur…El América y sus fanáticos tiraran sus últimas fichas del Apertura 2011... ¿Águila o sol?

Puede que no haya la expectación de otras ocasiones. Puede que la mediocridad del dueño de casa haya enfriado la jornada. Puede que nadie crea en los milagros, pero el Azteca tendrá casi lleno y ello gracias al distinguido visitante. Chivas sabe que tiene la capital cuando quiera, cuando se su capricho, cuando esparza esas esencias nacionalistas, juveniles y también gloriosas. El América cobra la entrada. Chivas pone a los aficionados. Así lo marca la tarde...

Diecinueve, 20 minutos bastaron para escribir la historia del Clásico. En esos escasos minutos quedos simplificado expresamente cual ha sido la historia contemporánea de los dos grandes rivales y de sus aficionados. Los gestos y las expresiones que se va descomponiendo en la tribuna amarilla... La confianza y la alegría que se va contagiando en la tribuna rojiblanca.

Y la adrenalina fluye por el cuerpo. Antes de llegar al sistema nervioso, se concentra en los músculos, en las venas, en las arterias, en los órganos más sensibles y provoca toda clase de sentimientos, cíclicos.

Inmutables, consecuentes... La cancha solo es un pretexto. Está ahí, presente, omnipresente, pero el cuerpo responde casi por sistema, en defensa propia...

Esperanza...

Confianza...

Delirio...

Felicidad...

Certeza...

Sueños...

Ilusiones...

Preocupación...

Nerviosismo...

Angustia...

Desesperación...

Pesar...

Dolor...

Aceptación...

No hay ni había dudas. Chivas llegaba como uno de los tres primeros en la tabla general. América como uno de los tres últimos... Paso lo que tenía que pasar, pero el aficionado al futbol es terco, sonador, empecinado y cree en los milagros...

Y el domingo, el domingo finalmente termino...

Hubo espacio, quizá, para un milagro...

Chivas se fue feliz, fortalecido, vencedor y líder general de la competencia...

Y en el América, en el América solo quedan cenizas, penas, angustia. Un equipo grande, muy grande, convertido hoy en uno mediocre, eliminado, en el fondo de la tabla, incapaz de secar las lagrimas y de detener el sufrimiento profundo de su inmenso y siempre fiel pueblo...

No, tú no te mereces esto, América...No lo mereces...