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Ramón, los refuerzos y la presión mediática

El juego que Ramón entiende como pocos: la presión mediática DYN

BUENOS AIRES -- Fiel al estilo histórico que impuso como una marca registrada a lo largo del tiempo, Ramón Díaz continúa poniendo en práctica esa técnica de ablande que tan buenos resultados le ha reportado siempre: la que ejerce desde la presión mediática cuando intenta reforzar sus planteles.

Claro, a la hora de medir resultados hay que poner en la balanza que el pasado de River (cuando el técnico estaba rodeado de estrellas) era diferente a esta actualidad y, más allá de la buena voluntad, hoy los clubes denominados chicos tienen una línea directa con el exterior y prefieren negociar ellos a sus figuras en vez de utilizar a los grande como vidriera.

Esto último acota las posibilidades cuando las cifras que se solicitan son desmesuradas si se las coteja con los presupuestos que manejan las instituciones. Sin embargo esto no amedrenta al gran Ramón, quien, cada vez que aparece en cámara, hablando para una radio o cuando le ponen un grabador frente a sus narices, con una sonrisa dibujada en su rostro el riojano no se cansa de repetir que está convencido de que Daniel Passarella cumplirá con eso de contratar refuerzos de jerarquía.

Obviamente que esto de calificar a los jugadores que podrían ser incorporaciones se transforma en un arma de doble filo. Porque la valoración, según convenga para el discurso, puede volverse en indulgente o pretenciosa. Y, por lo general, esto de la categorización según los gustos comienza a utilizarse una vez que los apellidos irrefutables pasan a engrosar la columna de los imposibles. ¿Quién va a negar que Andrés D'Alessandro es un primera clase? Nadie. Pero si el hombre del Inter de Porto Alegre no llega y aparece otro apellido con muchos menos pergaminos (no vamos a ponerle nombre para no ofender a nadie), la ecuanimidad se transforma en discordia. No sólo con la oposición, sino también dentro del oficialismo.

Y claro, conforme pasa el tiempo y se frustran negociaciones, los apellidos incuestionables se van acabando y la lista que gana la escena pasa a ser la que, en el comiendo de las tratativas, había sido confeccionada como tercera o cuarta alternativa. Atención que eso no pasa sólo en River, es patrimonio de un fútbol donde todos se pelean por los mismos nombres y donde la jerarquía es un valor escaso. En el caso del Millo, la carencia de incorporaciones explosivas se vuelve más notoria porque se presupone que la llegada del Pelado Díaz iba a despertar el interés de ex jugadores del club para volver al club deslumbrados por su sola presencia. Pues bien, esta situación aún no se dio.

A tal punto preocupa que no lleguen los refuerzos de jerarquía que, para muchos, esta demora (entendible por los exorbitantes valores que se manejan en el mercado) podría desembocar en el primer contrapunto de Ramón con Passarella. Porque pese a que la relación de ambos atraviesa por un momento de armonía, conociendo el perfil de los protagonistas no es descabellado conjeturar que el cortocircuito es una chance que asoma en el horizonte de no modificarse la realidad. Mientras tanto River, vía Diego Turnes, el encargado de casi todas las tratativas, trabaja a destajo para colmar los deseos del riojano.

El Pelado aún espera, aunque no sin preparar un nuevo discurso picante que será disparado desde su conocida filosa lengua cuando vea que los futbolistas pedidos no llegan....