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Fernández en la lista de brazos lesionados

Aquí vamos de nuevo...

José Fernández, el as de espadas de la rotación de abridores de los Marlins de Miami, sufrió una rotura del ligamento colateral cubital de su codo derecho y tendrá que pasar por el quirófano para ser operado, según los reportes de prensa. Fernández buscará obtener una segunda opinión de parte del doctor de los Marlins después de que otro médico descubrió la rotura de su ligamento y recomendó que él se someta a una cirugía.

Supuestamente, Fernández se quejó por sufrir dolor en su codo tras su último juego el viernes pasado contra los Padres de San Diego. Después de todo, en realidad había señales sobre la posibilidad de que exista un problema antes de que él percatará a todos sobre su malestar. Según el Departamento de Estadísticas e Información de ESPN, la velocidad promedio de la recta de Fernández bajó de 94,6 millas por hora en sus primeras cuatro entradas a apenas 90,7 en las últimas dos. Es más, el promedio de velocidad de su bola rápida había disminuido gradualmente durante todos y cada uno de sus últimos cuatro juegos.

Existe una teoría que sugiere que la pérdida de velocidad indica un potencial problema con el brazo del lanzador. Sin embargo, vale la pena resaltar que en el caso de Fernández, no todos los indicadores de su rendimiento decayeron al mismo tiempo. Por ejemplo, Fernández se las arregló para ponchar a ocho bateadores en ocho entradas sin permitir ninguna carrera durante el encuentro del 29 de abril contra los Bravos de Atlanta que terminaría en una victoria. Para cuando llegó el día de su último juego, todas las mediciones estadísticas estaban yéndose para el lado equivocado. Fernández permitió cinco carreras, tuvo apenas cinco ponches y simplemente perdió el partido aquel 9 de mayo.

En realidad, el declive más reciente en el rendimiento de Fernández podría haber simplemente reflejado lo inevitable. Ahora que él va a necesitar ser operado para que su ligamento colateral cubital sea reconstruido, ese ligamento probablemente estaba camino a fallarle desde hace bastante tiempo. La cirugía en cuestión significa al menos un año de inactividad al nivel de las Grandes Ligas, y eso le otorga la oportunidad de no solamente recuperarse, sino de también fortalecer y mejorar la resistencia de dicho codo. El codo y el nuevo injerto van a ser sometidos al estrés generado por lanzar una pelota de béisbol, pero el preparar al resto de su físico -- sus piernas, su base, su hombro -- de manera apropiada podría llegar a mitigar cierta parte de ese estrés.

El alto porcentaje de la cirugía Tommy John (de aproximadamente un 80 por ciento), definida como un regreso a la actividad por al menos un juego al mismo nivel o todavía mejor, ha sido ampliamente documentado. Sin embargo, ciertos datos presentados en la reunión de la Academia Estadounidense de Cirujanos Ortopédicos 2014 en Nueva Orleans sugieren que ese número podría llegar a ser engañoso. Cuando uno estudia más cuidadosamente a las estadísticas en el regreso a la actividad de los lanzadores para evaluar sí ellos pueden regresar a la alta competencia con regularidad (más de 10 juegos por temporada), el porcentaje de regresos exitosos baja al 67 por cuento. Consideremos que tanto Cory Luebke (Padres) como Brandon Beachy (Bravos) no pudieron disputar 10 juegos después de su primera cirugía Tommy John y que ambos se han sometido a un segundo procedimiento (de revisión).

Aun si los lanzadores son capaces de volver a la acción exitosamente tras la cirugía, ¿ellos en verdad lanzan más rápido? Un estudio presentado por el Instituto Estadounidense de la Medicina Deportiva en el Béisbol demostró que la velocidad de estos en realidad bajaba tras someterse a la cirugía a pesar de la percepción opuesta de los lanzadores en cuestión. A pesar de todo, la confianza que conlleva la idea de lanzar más rápido junto a un año de rehabilitación y la ausencia del dolor son aspectos que contribuyen a un regreso exitoso a la lomita.

Sin embargo, el hecho de que existe una gran cantidad de peloteros que están siendo victimas de esa lesión nos enseña que enmendar las alas rotas no corrige al problema de fondo. 17 lanzadores de las Grandes Ligas ya se han sometido a una cirugía Tommy John en lo que va del 2014, y si Fernández pasa por el quirófano en algún momento de la semana que viene, la cantidad total de peloteros que lo han hecho en el 2014 para la segunda semana de mayo sería de uno menos que la cantidad de lanzadores que lo hicieron el año pasado…en toda la temporada. Si seguimos a este ritmo, el número de lanzadores que se habrían operado para cuando llegue el Juego de las Estrellas sería el mismo que el de todo el 2012, el año récord durante el cual 36 cirugías de ese tipo fueron practicadas.

Mientras que existen razones para pensar que la cantidad de lesiones podría llegar a disminuir a medida que progrese el año (más cirugías tienden a ocurrir durante el principio de la temporada), no hay forma de negar que la cantidad de lesiones en el codo que le ponen punto final a la temporada del pelotero desde que arrancó el entrenamiento primaveral es alarmante. Lo que es igualmente preocupante es la edad cada vez más tempranera durante la cual estas lesiones parecen estar ocurriendo. Fernández tiene 21 años; Matt Moore, el lanzador zurdo de los los Rays de Tampa Bay, tenía 24 cuando se operó en abril; además, Stephen Strasburg, el lanzador diestro de los Nacionales de Washington , tenía apenas 22 años cuando su ligamento fue reconstruido. ¿A qué se debe eso? Existen varias teorías al respecto, y yo me he referido a algunas de ellas cuando escribí sobre la epidemia de cirugías Tommy John en abril, y ninguna de ellas explican a todo este fenómeno de una manera comprensiva y detallada que explique al problema entero.

Esta podría llegar a ser la tormenta perfecta, donde la cual varios elementos se combinan para generar una consecuencia trágica. Rn este caso, la consecuencia es una cirugía importante en el codo que deja al lanzador marginado de la lomita por al menos un año, o probablemente más tiempo todavía. A medida que el mundo de la medicina reúne más datos, con suerte nuestras herramientas para predecir cuando llega la tormenta mejoraran de tal manera que nos permitirán reconocer a las alarmas más tempraneras y, lo más importante de todo, las circunstancias y factores que contribuyen a estas. Quizás eso nos permita generar una mejor hoja de ruta para el atleta antes de que la cirugía se convierta en la única opción tarde...o temprano.