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Béisbol políticamente incorrecto

Yasiel Puig lanza el bate tras conectar un jonrón y las críticas no se hacen esperar. Lisa Blumenfeld/Getty Images

El béisbol se está volviendo tan políticamente correcto que amenaza con matarnos de aburrimiento.

Pero como casi siempre pasa, los defensores de las llamadas reglas de ética no escritas, aplican la ley del embudo: lo ancho para mí y lo estrecho para ti.

Porque según estos moralistas que parecen haber aprendido béisbol en videojuegos, está mal que Yasiel Puig lance el bate tras conectar un jonrón o que David Ortiz recorra las bases con desafiante lentitud tras sacar la pelota del parque.

Sin embargo, de la misma manera miran hacia otro lado cuando un pitcher forma aspavientos ridículos cuando consigue un ponche clave.

En primer lugar, tanto Puig y Ortiz, como las simbólicas flechas al cielo de Fernando Rodney cuando salva un partido simplemente aportan condimento necesario a un juego que se ha tornado insulso, olvidando que en sus orígenes se afianzó gracias a leyendas como el famoso jonrón cantado de Babe Ruth en la Serie Mundial de 1932 o los agresivos corridos de Ty Cobb en las almohadas.

Mostrar pasión sobre el terreno de juego no es, para nada, irrespetar al rival. Todo lo contrario, desde mi punto de vista, ponerle corazón a cada acción demuestra reconocimiento a la calidad del contrario, pues es necesario darlo todo para vencerlo.
Por supuesto que con un juego totalmente desproporcionado, con más de diez carreras de diferencia, a nadie se le ocurre tocar la pelota o tratar de robarse una base.

Pero hemos llegado a un punto que con apenas cinco anotaciones de margen ya hay quienes se ponen demasiado susceptibles con una acción como esas, cuando esa cantidad de carreras no es ni mucho menos decisiva y puede borrarse en un abrir y cerrar de ojos.

Ahora, para ponerle la tapa al pomo, sale un senador estatal de Ohio a pedir que los Indios de Cleveland cambien el nombre con que fueron bautizados hace más de un siglo atrás y desaparezcan la mascota del Jefe Wahoo, por considerarla ofensiva para los nativos americanos.

Yo lo veo como todo lo contrario, más bien como un homenaje a los primeros pobladores de estas tierras, maltratados por los conquistadores en los tiempos del Oeste salvaje y estereotipados por Hollywood en las primeras décadas del siglo XX.

Hace mucho que esos estereotipos quedaron atrás y venir ahora con un reclamo que lo único que lograría es matar una tradición centenaria me parece ridículo, tanto como cambiarle el nombre a los Washington Redskins de la NFL.

A este paso no deberíamos sorprendernos si alguien viene de la Sociedad Protectora de Animales a pedir que le quiten el nombre a los Tigres de Detroit por aquello de tratarse de una especie en peligro de extinción.

O quienes exijan rebautizar a los Cerveceros de Milwaukee, pues su nombre actual tiende a promover el consumo del alcohol en la juventud.

Yo no sé ustedes, pero prefiero el béisbol políticamente menos correcto, que ya con las revisiones de decisiones arbitrales a distancia desde Nueva York y la eliminación de los bloqueos en el plato tenemos demasiado.