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Sin "miedos"

La memoria reciente y lejana del futbol mexicano nos lleva a parajes sombríos cuando se trataba siempre de competir en otro nivel futbolístico. Las selecciones mexicanas que se atrevían a ir a Europa lo hacían carentes de personalidad y carácter para conseguir los resultados. Hoy estamos ante un nuevo panorama. Una selección formada mayormente por elementos que juegan, intentan jugar o se entrenan en las poderosas ligas europeas y un entrenador que logra transmitir un mensaje de entrega, lucha y sed por el triunfo. La cara del México futbolístico se ha transformado abriendo un paraje de esperanza para el mañana.

LOS ANGELES, CA.-- ...Y la toma de la televisión se concentró entonces sobre la banca visitante de la Arena Borisov: Acurrucados bajo la cobija, en medio de la gélida noche bielorrusa, frotándose las manos y arrojando el vaho en cada respiración. El futbol mexicano se moría de frío, más no de miedo.

Aún en la derrota, una derrota dolorosa por la manera y el tiempo en el que ocurre, la impresión generalizada que deja la Selección Mexicana de futbol en su mini-gira por tierras europeas es la de un equipo de personalidad, carácter y valentía en el campo de juego.

La memoria del futbol mexicano no puede ni debe engañarnos. La selección de Bora hace casi cuatro décadas que permitía cinco goles en tierras italianas. La de Lapuente que no metía ni los pies ni las manos en Wembley, la de Mejía Barón, la de Aguirre o la de La Volpe. Cuando a México le tocaba mostrar sus progresos en el nivel mas elevado y competitivo del futbol, le temblaba todo, le atormentaban sus miedos y complejos más ocultos y se desvanecía, se desvanecía en la cancha como un tobogán sin freno.

Gran parte del cambio obedece sin duda a un equipo amparado por una generación que juega o intenta jugar -o al menos se entrena- en uno de los niveles más desarrollados del futbol: las poderosas ligas europeas. Y a ello, sin duda, hay que sumar la personalidad de un entrenador que es capaz de transportar su mentalidad hacia la cancha y traducirlo en un equipo aguerrido, que no para de luchar y que generalmente está más preocupado por atacar la portería contraria que por defender la suya.

Hoy, México no se muere de miedo en ninguna cancha europea. Puede ganar, puede perder, puede tener momentos brillantes como ocurrió en Amsterdam hace una semana o parajes irregulares y confusos como los que se suscitaron en Borisov el martes por la noche, pero es una selección que en las buenas o en la malas conserva el temple y la personalidad.

Pero tampoco ello es una garantía absoluta de éxito. Es apenas el primero de muchos pasos que debe dar la Selección Mexicana rumbo a una faceta que le permita competir entre los mejores equipos del mundo en el futbol. El secreto sigue siendo la generación de futbolistas, que más temprano que tarde, deben emigrar hacia los escenarios del futbol europeo. Crecer ahí, desarrollar otros sentidos de cancha, de competencia, jugar y foguearse con los mejores. Salir, abandonar, renunciar al calor y a la comodidad de casa para dejar que el frío de las mejores canchas del mundo termine abrigando la esperanza de un crecimiento.

Hoy, Carlos Vela, "Chicharito", Giovnni, Jiménez, Guardado, Ochoa, Corona, Aquino, Herrera y Jonathan le aportan a México una solidez mental y competitiva que nos hace soñar con el mañana. Y un hombre como Miguel Herrera, que si bien fue concebido y forjado al interior de los muros de nuestro nivel futbolístico doméstico, entiende las necesidades casi ancestrales que tiene este futbol por salir a jugar sin miedo ni reservas.

@Faitelson_ESPN