<
>

Innegable: victoria de Chivas estaba pactada

LOS ÁNGELES -- Le llamaré milagro y no proeza. Le llamaré prodigio y no hazaña. Chivas no humilló (no hablo del marcador) a Cruz Azul (1-2) con los que pisaron la cancha, sino por los que nunca podrán pisarla.

Todo fue un complot. Aunque los sabios y los antropólogos y los antropófagos podrán pontificar con explicaciones, justificaciones y razonamientos, tales como...

1.... que de Cruz Azul se posesionó su alter ego de Pecho Frío. Y el temor a la epopeya, lo envalentonó para la comodidad histórica del fracaso.

2....que José de Jesús Corona, intrépido sólo para los ataques a mansalva, nuevamente (como en la Confederaciones) arruga ante el poste, y salva el físico aunque condene a su equipo.

3....que Luis Fernando Tena se santiguó con la bendición del conformismo y la trémula casta de la pusilanimidad, y decidió morir con un gol antes que buscar matar con dos goles.

4. ...que Chaco se cansó de ser Chaco, y Torrado de ser Torrado, y Flores de ser Flores, y el Maza de ser el Maza, y...

Podría engrosarse pues la lista de pretextos, pero lo cierto, es que esta victoria de Chivas sobre Cruz Azul había sido pactada ya desde un día antes. Es obra de un complot desde la noche del viernes.

Y no se mal interprete. No hubo nada turbio. Por el contrario, quedó en claro que los milagros los consuman los hombres y los consumen los dioses.

Chivas empezó a ganar este encuentro la noche del viernes, cuando centenas de aficionados se citaron afuera del hotel de concentración en la Ciudad de México y enviaron su plegaria, su mensaje, su prédica, su reclamo por casi tres horas.

Nunca ningún equipo en México en estado de crisis, bajo sentencia de muerte, amenazado por el descenso, había vivido esa catarsis, ese reencuentro, esa purificación masiva sólo comparable, guardando las distancias, con la veneración que vive la Selección Mexicana en Copas del Mundo, cuando la nación gitana tricolor le lleva serenata.

Fue la teatralización, la puesta en escena, la personificación genuina, de la campaña emergente de Chivas: #JuntosVsTodo donde el mensaje quedó puesto en evidencia con la entrega incondicional, emotiva, conmovedora de una afición que hace del dolor o la euforia una ceremonia, un carnaval o una flagelación de 90 minutos cada semana.

Esos, los cientos de apóstoles, embajadores de millones, enviaron su evangelio a los jugadores, cuerpo técnico y directivos. Que ellos sí están dispuestos a todo, sin pisar la cancha. Y era la arenga un cuestionamiento agregado: ¿están también jugadores, cuerpo técnico y directivos dispuestos a todo, con todo, por todo y contra todo?

Por eso, pese a la pesadilla estrujante de un primer tiempo en que La Máquina arrolló y tomó ventaja, ahí en la intimidad del purgatorio que debió ser el vestidor del Estadio Azul al medio tiempo, debieron resucitarse y revelarse y rebelarse, las estampas, las postales, los cantos, las banderas, los gritos y los carteles de la noche anterior.

Y quedó claro que por primera vez, ¿y por única vez?, el futbolista del Guadalajara entendió nítidamente que su pusilanimidad, su apocamiento de las anteriores seis semanas eran una cobardía, una traición, una ingratitud y una deslealtad a los millones que se habían manifestado, a través de unos cientos, una noche antes.

Y por eso exijo el término milagro. Porque después del sermón que dio la misma montaña humana, ocurrió el milagro entre la camarilla timorata vestida de rojiblanco. Sí, porque los sordos oyeron, y los mudos hablaron, los paralíticos corrieron y los muertos resucitaron, y De Nigris reencontró el gol en la liga y Marco Fabián dejó de ser Marquito, más allá de la renuncia del fugitivo Corona en el 1-2.

Sí: Chivas empezó a vencer a Cruz Azul la noche anterior, sin saberlo, sin percibirlo seguramente. Lo más relevante, es que los jugadores recuperaron hombría, compromiso y testosterona para jugar al futbol.

La algidez de discurso que nunca pudo encontrar el Chepo de la Torre, llegó, al final, con la retórica, con la homilía popular, populachera de la afición, que terminó siendo la más poderosa.

Desde siempre, los aficionados a Chivas en el DF, han asegurado que son más leales, más abnegados, más fieles que los que radican en Guadalajara. Será por ese sentimiento de ausencia, de desposeídos, pero al menos el viernes en la noche y este sábado en el Estadio Azul fueron solidarios.

Una magnífica oportunidad de prolongar el milagro les llega el próximo domingo en el OmniLife, cuando los visite el Monterrey del Turco Mohamed.

¿Habrá otro complot entre Chivas y su congregación en la concentración del equipo y en la tribuna?

¿Y habrán entendido Néstor de la Torre y Jorge Vergara que no es el momento de agrandar brechas, sino de tender puentes y abrir las puertas entre semana para que los devotos acudan?

Es un momento clave, determinante. Cruz Azul puede ser el parteaguas entre la salvación o la condenación.