<
>

Sermón teledirigido de Peláez y Matosas

LOS ÁNGELES -- El clima se enrareció desde el principio. Se habló de Ferraris, de América Campeonísimo, de la Quinta Esencia del futbol. No había rodado el balón y en el vecindario de El Nido se tiraba la casa por la ventana preparando festejos.

La dimensión de la crisis es proporcional a la expectación. Y a las expectativas. Y siendo campeón vigente, al América se le agregaron jugadores sobresalientes y un técnico bicampeón. ¿Cómo podría fracasar semejante fórmula? Con pistola láser, Goliath no se podría equivocar dos veces ante los otros 17 aspirantes a David en el torneo mexicano.

San Agustín envió un mensaje en sus tiempos de obispo: "Así como la verdad se produce por la medida, así la medida se produce por la verdad". Y a este América la verdad le desnudó la desmedida de sus expectativas. Hoy, aquí, el traje de Hombre Araña que Ricardo Peláez compró para el América, le queda grande al Condorito de Gustavo Matosas.

Y tras las obscenidades esas de los Ferrari, del América de época, del Campeonísimo de la Modernidad, del Darth Vader ("Ódiame Más") futbolístico, y etcéteras necesarios, dos tandas de nalgadas ante Herediano y Veracruz, obligaron a que Matosas hiciera como que renunciara el viernes, y que este lunes saliera Peláez a garantizarle continuidad absoluta, pero, ¿Aún cuando no golee a Herediano para poder avanzar a la Final de la Concachampions? ¿O aún cuando no gane los Clásicos ante Cruz Azul (4 de abril) y Chivas (26 de abril)?

Necesario puntualizar un detalle. En la Jornada 11 de su torneo de debut como técnico del América, Antonio Mohamed sumaba 15 puntos, tres menos que los 18 que suma hoy Gustavo Matosas. El 'Turco' se quejaba de que el plantel que heredó de Miguel Herrera no se ajustaba a sus necesidades. Y hoy, Matosas, deja entrever lo mismo, al permitir que Peláez aclare que Samudio, Pellerano, Quintero y Benedetto, no fueron exigidos por el actual entrenador.

Por eso insisto: la crisis la generan las expectativas y la expectación. Al arranque del proceso de Mohamed imperaba el pesimismo exagerado. Al arranque del proceso de Matosas imperaba un optimismo desmesurado. La sabiduría mexicana no miente: según el sapo es la pedrada. Hacia El Turco había tolerancia al fracaso, pero con Matosas hay intolerancia a todo aquello que no sea excelsitud.

Pero, también, ya con 17 partidos acumulados, Matosas debería tener congruencia, orden, proyecto, consistencia, y no conformarse con la gastada y facilona explicación de que se desperdician oportunidades de gol.

Y a ese lamento de Matosas, debe agregarse la incredulidad. El mejor goleador mexicano en torneos recientes, Oribe Peralta, y su cómplice inagotable de oportunidades, Carlos Darwin Quintero, naufragan junto con un Darío Benedetto implacable con Xolos, y encima un Pellerano líder en Tijuana, pero que merece pocos minutos y los que tiene, los aborta con lamentables expulsiones.

Con esta terapia pública entre Peláez y Matosas, en la conferencia de prensa en El Nido, la pretensión es evidente. Hablaron ante los medios, pero con los dardos apuntando directamente a los jugadores. La solidaridad entre directivo y entrenador es un inequívoco mensaje a los futbolistas de que son señalados culpables, pero sin treparlos al cadalso, para que todos se burlen de ellos.

No hay duda, Peláez y Matosas enfilaron bayonetas. Incluso, queda claro que el proyecto podrá no funcionar, pero el entrenador sigue, aunque sea necesario malbaratar a la delegación de jugadores que heredó Mohamed, algunos de ellos como los recién llegados, que ni siquiera alcanzó a dirigir.

Y aquí, alerta, se genera una doble interpretación, cualquiera de las dos que sea la correcta, es ya, de por sí, peligrosa.

1.- Los jugadores no tienen intenciones de respaldar y respetar las pretensiones de juego que tiene Matosas: más recorrido, más sacrificio, más intensidad y más concentración. Y tal indisciplina es deslealtad, y de ahí se pasa al sabotaje pasivo, y de ahí a la traición inconfundible.

Hay que recordar que Pablo Aguilar y Paolo Goltz se quejaron muy temprano de que terminaban expuestos y desamparados con el estilo ofensivo de Matosas.

2.- O bien, en el afán de cerrar operaciones espectaculares o escandalosas, el mismo Ricardo Peláez se equivocó al asumir que las cacareadas incorporaciones recomendadas por Mohamed, encajarían en las necesidades de Matosas.

Como confeso, orgulloso y obsequioso conocedor de futbol, como se considera el mismo Peláez, pese a ello, tal vez, al final, no conocía tan a fondo ni las exigencias del librito de Matosas, ni las limitaciones de sus refuerzos.

Y este revulsivo cómplice entre Peláez y Matosas es cronológicamente perfecto, según el entrenador. "Se vienen partidos muy importantes y necesitamos (ganarlos) con el apoyo de nuestra gente".

Claro, no hay misterio alguno. Golear a Herediano e imponerse en los clásicos ante Cruz Azul y Chivas, son obligaciones dentro del libro de expectativas y de expectación que rodean a este América.