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Una foto, dos historias

BUENOS AIRES -- Una semana antes, en Silverstone, una válvula defectuosa había sacado de concurso a Juan Manuel Fangio en el Gran Premio de Europa, tal el rótulo oficial de la primera carrera del flamante Campeonato Mundial de Fórmula 1. Aunque no eran tiempos de calendarios apretados como los actuales, al cabo aquella temporada iniciática tuvo siete competencias incluidas las 500 Millas de Indianápolis, que llevaban la etiqueta de Gran Premio de Estados Unidos y en la que sólo participaban los especialistas locales, sólo ocho días después se corrió la segunda fecha, el Grand Prix Automobile de Monaco, en las mismas calles del Principado por las que -con retoques al trazado y mejoras de seguridad- aún hoy se desarrolla la competencia más prestigiosa del almanaque.

Siete días después de la decepción en la campiña inglesa, en la víspera de su debut en la urbanidad monegasca, el argentino Fangio recorría los salones del club organizador a orillas del Mediterráneo, entretenido mirando fotos de viejas competencias en Monte Carlo. Una le llamó la atención. Había sido tomada en 1936 y retrataba lo ocurrido durante la primera vuelta, en la chicana, cuando se engancharon varios autos: los Mercedes-Benz W25 de Louis Chiron y Manfred von Brauchitsch, el Alfa Romeo 8C de Giuseppe Farina y la Maserati 3,7 litros de Eugenio Siena. Eso le hizo comprender que había que estar siempre atento, ya que los paredones que circundaban buena parte del callejero hacían imposible saber si algún vehículo entorpecía el camino.

Fangio largó desde la pole position 65 años atrás, el 21 de mayo de 1950. Otro argentino, José Froilán González, debutante con una Maserati de la Scudería Achille Varzi, se había clasificado tercero, en primera fila según la disposición de aquel tiempo en Mónaco.

Aunque Farina tomó la punta en el inicio, Fangio recuperó rápidamente el liderazgo. Cuando llegó a la zona del puerto, el balcarceño vio una bandera amarilla levantada. Más adelante, camino al Bureau de Tabac, notó que los espectadores no lo miraban a pesar de que marchaba primero: estaban atentos a la salida de la curva. De inmediato recordó la foto vista la noche antes y entendió que algo importante ocurría más adelante.

El tiempo, ventoso aquel día, había provocado que el Mediterráneo salpicara la pista. Farina fue el primero en despistarse. González se lo encontró. Luigi Fagioli alcanzó a parar. Luego apareció Louis Rosier, quien detuvo su Talbot antes de pegarle a la Alfeta, pero Robert Manzon lo golpeó y Rosier terminó contra Fagioli. Harry Schell, el barón DeGraffenried, Franco Mol, Cuth Harrison y Maurice Trintignant también quedaron involucrados. Nueve de los 19 autos que largaron no completaron la primera vuelta.

El Chueco empezó a bajar cambios en la Alfeta, frenó cuanto pudo y alcanzó a parar antes de chocar el enjambre de autos maltrechos sobre el piso empapado de agua y combustible. Embocó la Alfeta en un hueco, justo contra el paredón al lado del mar, apoyó sus manos en la rueda trasera de un coche para moverlo unos centímetros, suficientes para poner primera marcha y hacer que su 158 pasara. Luigi Villoresi, en cambio, frenó del otro lado, el derecho, y tardó más en zafar. Froilán lo hizo rozando máquinas y en el topetazo rompió la tapa del tanque de combustible. La nafta empezó a derramarse sobre el corpulento arrecifeño, que tuvo que abandonar y terminó internado por las quemaduras.

Fangio ganó el Gran Premio de Mónaco con comodidad. Completó los 318 kilómetros, 100 vueltas en aquellas calles retorcidas, en menos de tres horas y cuarto, a una media cercana a los 100 kilómetros por hora. Le sacó una vuelta a Alberto Ascari, en el estreno de Ferrari en el nuevo campeonato. Louis Chiron, monegasco, concluyó tercero con Maserati, a dos giros del balcarceño.

La ceremonia de premiación fue encabezada por el príncipe Rainiero, que tenía 27 años yhabía llegado al trono un mes antes. Fangio recibió su trofeo y partió al hospital donde estaban internados Alfredo Pián y Froilán González, los pilotos del equipo argentino. Pián se había fracturado una pierna durante un despiste en la curva del Casino y ni siquiera corrió. El Cabezón padecía quemaduras en los brazos y la espalda.

Dos días después, Fangio quitó los asientos de atrás y del acompañante del Alfa Romeo que la fábrica le había dado para su movilidad, ajustó la camilla para trasladar a Pián con su pierna enyesada y lo llevó al Instituto Rizzoli de Bolonia, especializado en ortopedia. A Froilán lo derivaron dos días después a Novara, Italia, donde quedó internado en una clínica con especialistas en quemaduras. Fangio pasó buen tiempo viajando de un lado a otro por Módena (sede del equipo), Bolonia, Novara (lugares en los que se recuperaban sus compañeros), Galliate (donde vivía) y el destino de cada carrera. Otras fotos, otro tiempo, 65 años atrás.